Dom 26.04.2009
cash

PUJA ENTRE LABORATORIOS Y DISTRIBUCION DEL MERCADO DE MEDICAMENTOS

Mandan los nacionales

Casi dos terceras partes de la cúpula empresaria está en manos de compañías del exterior, siendo la industria farmacéutica una excepción. La facturación del sector registra un crecimiento sostenido.

› Por Diego Rubinzal

El entramado industrial argentino está profundamente extranjerizado. El 66 por ciento de su cúpula empresarial está en manos de compañías del exterior. Ese porcentaje se eleva sustancialmente si se toma como referencia el monto de ventas y utilidades. La industria farmacéutica es una de las excepciones. Esa rama productiva, que representa el 7,0 por ciento de Valor Agregado Industrial y el 4,5 por ciento del Valor Bruto de Producción, facturó 3086 millones de dólares en 2007.

Las empresas de capitales nacionales tienen una presencia predominante. Los dos laboratorios líderes (Roemmers y Bagó) concentran el 13 por ciento del mercado nacional. Esas dos compañías son propiedad de capitales locales. Los laboratorios argentinos producen medicamentos a partir de la importación de la mayor parte de los insumos, fundamentalmente de China e India.

Un reciente informe elaborado por el Centro de Estudios de la Producción La industria farmacéutica en la Argentina: “Goza de buena salud” realiza un análisis acerca de las características de ese sector. Hasta la década del ’80, las empresas locales se dedicaron a fabricar medicamentos a través de los llamados procesos de “copia temprana”: imitaban la formulación farmacéutica de los productos existentes utilizando la materia prima correspondiente (el principio activo). Esas empresas crecieron amparadas por la protección arancelaria y la inexistencia de una ley de patentes. En tanto, las firmas extranjeras producían localmente los medicamentos que desarrollaba su casa matriz.

“Los laboratorios nacionales de mayor tamaño relativo lograron tener una porción más grande del mercado debido a varias razones. Primero, tenían preferencias por parte de la autoridad regulatoria para patentar los medicamentos, lo que les permitía introducir más novedades por año que sus pares transnacionales. Segundo, al contar con una cartera de productos más recientes, los precios eran en promedio más altos. Tercero, como el sector estuvo sujeto a un control de precios en gran parte del período, el lanzamiento de productos, más allá de que terapéuticamente no significaban variaciones importantes, era una forma de sortear tal política. Por último, contaban con una importante estructura de visitadores médicos como estrategia de promoción médica. La retirada de algunas empresas multinacionales en la década de 1980 terminó por asegurar el predominio de los laboratorios nacionales”, se detalla en ese documento del CEP.

En la década siguiente, la lógica del negocio fue alterada por la realización de numerosas modificaciones normativas: liberalización de precios, desregulación de las normas comerciales para la venta de medicamentos, baja de aranceles a la importación, simplificación para registrar e importar productos, creación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) como organismo de control y regulación. Además, la Argentina sancionó una nueva ley de patentes que reconoció la posibilidad de patentar los nuevos productos farmacéuticos. Los grandes beneficiarios de esos cambios fueron los laboratorios transnacionales y un subgrupo de los nacionales.

El trabajo del CEP repasa que “se sucedieron importantes modificaciones en las estructuras accionarias de los laboratorios –fusiones, adquisiciones o absorciones–. Tanto por operaciones internacionales –que involucran a sus filiales en Argentina– como por transferencias locales, el mercado farmacéutico de fin de la década estaba más concentrado, principalmente bajo el liderazgo de los laboratorios nacionales de mayor tamaño relativo y, en menor medida, los transnacionales”.

El abandono de la convertibilidad promovió nuevas reconfiguraciones al interior del sector. En líneas generales, la devaluación y la sanción de la ley que estableció la prescripción por droga genérica favorecieron a las empresas nacionales. En especial a los laboratorios medianos que incrementaron sus exportaciones (fundamentalmente al mercado brasileño, venezolano y canadiense) y los de menores dimensiones aumentaron sus ventas como consecuencia de la ley de genéricos. En cambio, la mayoría de los laboratorios transnacionales tercerizaron su producción con empresas locales (por ejemplo: el producto Ibupirac –propiedad de la transnacional Pfizer– es producido por un laboratorio nacional) o decidieron abastecer al mercado local vía importaciones. De esa forma, los laboratorios nacionales incrementaron su participación en el mercado hasta dominar el 55 por ciento del total. Eso contrasta con lo que ocurre en México (la participación local es de apenas el 12 por ciento), Brasil (25 por ciento) y Uruguay (24 por ciento). Un dato curioso es que el 30 por ciento de los laboratorios extranjeros radicados en Uruguay son propiedad de laboratorios argentinos.

Además de los laboratorios locales, la Argentina cuenta con 37 laboratorios públicos. Consultado por Cash, Claudio Capuano, integrante de la cátedra de Salud y Derechos Humanos de la Facultad de Medicina-UBA, sostuvo que “el rol de los laboratorios públicos es estratégico para facilitar el acceso a medicamentos de calidad para toda la población, especialmente las poblaciones más vulnerables”.

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