Dom 26.07.2009
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SIN ORGANISMOS OFICIALES EN LA RURAL

Otra vez el picadero

La fiesta anual de la Sociedad Rural no es el espacio de unión entre el campo y la ciudad, como gustan presentarla sus organizadores, sino el ámbito para reivindicaciones del sector del campo más poderoso.

› Por Claudio Scaletta

Puede pensarse que la actual administración tiene algunas contradicciones discursivas. Cuando apenas ganó las elecciones, Cristina Fernández de Kirchner concedió la primera entrevista televisiva a uno de los principales columnistas del diario La Nación. No fue un gesto cualquiera. Siendo presidente, Néstor Kirchner participó de programas televisivos caracterizados por su frivolidad, como el de Marcelo Tinelli, en el que se prestó para ridiculizar la ridiculizable figura de un antecesor. También pudo verse en su momento al matrimonio presidencial almorzando con Mirta Legrand, la comunicadora estrella del sentido común “Doña Rosa” y a cuyo encanto de promoción mediática sucumben no pocos sedicentes progresistas.

El observador algo purista y quisquilloso, que poco o nada sabe de ratings, imagina que debe tratarse de gajes del oficio; como, por ejemplo, asistir a oficios religiosos en fiestas patrias para escuchar los discursos políticamente reaccionarios que bajan desde el púlpito. Nadie dijo que ejercer la presidencia no tenga sus bemoles.

Pero los gestos importan. La presencia o no de las principales figuras del gobierno en determinados ámbitos tiene un elevado valor simbólico y no debería cederse a la tradición. La fiesta anual de la Sociedad Rural no es la del espacio de unión entre el campo y la ciudad, como gustan presentarla quienes usufructúan el predio palermitano graciosamente concedido por un presidente del palo, sino el ámbito más conspicuo de las reivindicaciones oligárquicas. Es la fiesta de un sector que históricamente se caracterizó por el desprecio a la investidura presidencial, en particular si dicha investidura contaba con la legitimidad del sufragio universal.

Por las razones que fueren, esa oligarquía cree que hoy, como en los ‘90, goza por méritos propios del respaldo popular. Que la derrota del Gobierno en las legislativas es puramente su victoria. En el pico de su soberbia no tolera que el Gobierno no asista, como en el pasado, a rendir pleitesía en su ominoso picadero. Puede relajarse, la fiesta es larga y este año no serán pocos los políticos, oficialistas y opositores, que se darán una vueltita en busca de micrófono.

Sin embargo, tampoco este año habrá stand del INTA, ni de la Sagpya. El secretario de Agricultura, Carlos Cheppi, tampoco asistió a la apertura. El presidente de la SRA, Hugo Biolcati, se mostró molesto por las ausencias oficiales, sobre las que insistió en su discurso. Según el ruralista, el gobierno “desaprovechó la ocasión” de interactuar con el sector y sigue con “la política de ninguneo y desprecio a los productores”. No faltó quien reedite la palabra “diálogo”. No hubo que esperar mucho para saber de qué siguen tratando “acercamiento y diálogo”. La visita del gobernador bonaerense Daniel Scioli el pasado viernes, un día después de la inauguración, sirvió para que Biolcati junto al orondo titular de CRA, Mario Llambías, le entreguen al titular del PJ la “propuesta del campo para que se la acerque a la Presidenta”. El paper no es otra cosa que la baja de retenciones a la soja y la directa eliminación en otros cultivos, sin aclaración de cómo evitar el déficit que ello provocaría.

Consultado por la prensa, Biolcati sostuvo, sin embargo, que “le encantaría” recibir la visita de la Presidenta, lo que sería una señal de que “se quieren revertir las cosas”. Para este sector del campo, que ciertamente no es todo el campo, debe ser difícil resignar el goce de ese discreto encanto de silbar y abuchear presidentes democráticos

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