REACTORES NUCLEARES DE PEQUEñO TAMAñO PARA LA PRODUCCIóN DE ELECTRICIDAD
Mientras que hay países que deben comprar tecnología, hay otros que tienen la capacidad de desarrollarla. Ese es el caso de la Argentina en materia de energía nuclear.
› Por Roberto Garcia Moritan*
La propulsión naval lleva sesenta años en la investigación y en el desarrollo de unidades navales y marinas. El primer submarino de ese tipo fue el “USS Nautilus” botado en 1953. Los de mayor tamaño son los rusos de la clase Typhoon de 26,500 toneladas. El principal mérito es su capacidad de desplazamiento. Un submarino nuclear se refiere a su propulsión y no a su armamento, aunque los países poseedores de armas nucleares incluyen las dos condiciones en sus unidades navales.
Un submarino nuclear contiene un reactor nuclear de tamaño reducido que actúa como fuente motriz de energía para su desplazamiento. Se diferencian de los reactores nucleares destinados a la producción de electricidad, básicamente, por su alta densidad de potencia. Los elementos combustibles son fabricados, en algunos casos, con uranio de bajo enriquecimiento, lo que supone la necesidad de recambios continuos y los problemas derivados de su almacenamiento y recargas. Un enriquecimiento al 93 por ciento le otorga una capacidad operativa que evita repostar combustible en toda la vida útil del submarino. Ese es el caso, principalmente, de las armadas de Estados Unidos y de Rusia.
Los elementos combustibles de un submarino a propulsión nuclear o de cualquier otra unidad naval, incluyendo los rompehielos, son un tema central a tener en cuenta por cuanto hace a la independencia operativa y a la utilidad misma de la unidad. Por lo tanto, se requiere contar con la capacidad de fabricarlo y evitar depender del suministro de terceros proveedores siempre sujetos a consideraciones políticas variables. De allí que la capacidad de producir ese combustible es uno de los puntos centrales a la hora de evaluar la significación de una decisión de poseer un submarino de estas características. Es en ese contexto que el grado de enriquecimiento de los elementos combustibles a utilizar adquiere particular relevancia.
El enriquecimiento es un proceso de separación al que es sometido el uranio natural para aumentar la proporción nucleídos de 235U y obtener uranio enriquecido. El uranio ligeramente enriquecido contiene una concentración del 0,2 y el 5 por ciento, el de bajo enriquecimiento inferior al 20 por ciento y el altamente enriquecido es el que supera ese porcentaje.
La capacidad dual de aplicación del enriquecimiento de uranio, para armas nucleares como para ser utilizado como elemento combustible para un reactor productor de electricidad o a propulsión naval, hace que esta cuestión constituya uno de los temas sensibles de la agenda de no proliferación nuclear. La cuestión tiene su complejidad por cuanto los reactores nucleares de pequeño tamaño para la producción de electricidad resultan cada vez más atractivos por ser compactos, con importantes márgenes de seguridad, de fácil operación, sean utilizados en la propulsión naval o en otras actividades para beneficio de la población. Rusia tiene muy avanzados los estudios para construir una planta nuclear de energía flotante. El diseño se compone de dos unidades de 35 MW eléctricos basadas en el reactor KLT-40 utilizado en los rompehielos con repostado cada cuatro años. Algunos buques rusos se han utilizado para suministrar electricidad para uso doméstico o industrial en Siberia y otros parajes con dificultad de suministro de electricidad.
La necesidad de que se inicie la etapa de construcción del Carem. El tema reviste particular interés práctico, en particular para un país como la Argentina con una dimensión geográfica que podría utilizar ampliamente las ventajas energéticas derivadas de estos reactores nucleares compactos, de alta seguridad y de costos aceptables. Es de esperar que la Argentina ponga pronto en marcha la proyectada construcción del reactor Carem, de diseño nacional, que reviste estas características y que puede ser materia de su comercialización posterior con el mismo éxito alcanzado con los reactores nucleares de investigación. Sus ventajas en materia de no proliferación son, también, evidentes al utilizar combustible con un enriquecimiento del 1,8 al 3,4 por ciento.
Mientras que hay países que deben comprar tecnología hay otros que tienen la capacidad de desarrollarla. Ese es el caso, en muchos sectores, de la Argentina. Sólo falta ajustar prioridades.
* Ex secretario de Relaciones Exteriores.
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