FINANZAS > FUERTE ALZA DE LOS TíTULOS PúBLICOS QUE IMPLICó UNA CAíDA DEL RIESGO PAíS
Hace pocos meses, gran parte de los operadores especulaban con un nuevo default de la deuda argentina. Hoy están eufóricos comprando esos papeles que han registrado un sostenida suba de sus cotizaciones.
› Por Cristian Carrillo
El riesgo país argentino alcanzó esta semana su mínimo desde la quiebra de Lehman Brothers, hace ya más de un año, y se ubicó en 690 puntos. Los títulos de la deuda local evidenciaron en estos días una sostenida recuperación de sus valores y atrajeron un fuerte flujo de inversiones extranjeras. Esa mejora en las cotizaciones impactó en los rendimientos que ofrecían esos papeles públicos, reduciendo la brecha que existe respecto de la tasa de un bono del Tesoro estadounidense. Ese menor diferencial permite al Gobierno apostar con una rápida salida a los mercados voluntarios, lo que significa nueva emisión de deuda. En el mercado estiman que un acuerdo con el Club de París y otro con los bonistas que quedaron fuera del canje de 2005 se traduciría en otro importante retroceso del riesgo país.
Los bonos continuaron con su tendencia alcista en las últimas ruedas. Ese avance tuvo su reflejo en la plaza cambiaria: de acuerdo con datos proporcionados por el Banco Central, la salida de capitales se redujo el mes pasado a 450 millones de dólares, seis veces menos que las divisas que se fugaron en junio. Sucede que tanto inversores institucionales como medianos operadores se animaron a adquirir activos bursátiles locales, en lugar de seguir acumulando dólares. Los bancos también incorporaron más bonos argentinos en sus carteras. Esta estrategia de las entidades revela el exceso de liquidez que existe en el mercado. Para los pequeños inversores, los fondos comunes de inversión conformados por bonos de largo plazo permitieron ganancias de hasta 140 por ciento.
Con todo esto, la deuda argentina registró una intensa suba que implicó una fuerte baja del riesgo país. En lo que va del año ya retrocedió un 59,5 por ciento. Este indicador, elaborado por el J. P. Morgan, mide la diferencia de tasas que pagan los bonos nominados en dólares emitidos por países emergentes y los del Tesoro estadounidense. La brecha representa la probabilidad de que el gobierno emisor de la deuda no cumpla con sus obligaciones. Sin embargo, ese índice es parcial puesto que esa medición sirve tan sólo para sostener la influencia del establishment financiero en las decisiones soberanas de los países.
Existe también una relación muy estrecha entre el índice de riesgo país y los ratings asignados por las agencias calificadoras de crédito. Por ejemplo, la selección de países que utiliza J. P. Morgan para elaborar el EMBI+ se basa en un concepto de mercado emergente que agrupa emisores con notas crediticias hasta la categoría BBB+ o Baaa12. Las principales calificadoras son Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch. Hoy se encuentran hundidas en el descrédito luego de haber avalado con altas notas activos financieros que desencadenaron la crisis internacional actual. Como factores de riesgo se toman varios indicadores crediticios y mucho de subjetivo. Sólo tomando las categorías formales es casi imposible comprender las calificaciones de las agencias. Una es la inflación como riesgo monetario. En este caso, la Argentina no evidencia riesgo de que se espiralice el aumento precios ni la necesidad de una megadevaluación para licuar su deuda. Otra es la política del tipo de cambio, la estabilidad de la moneda doméstica y la expansión monetaria. En este caso, el Banco Central demostró un manejo eficiente y acotado al programa establecido en el presupuesto de cada año. Un tercero es el déficit gubernamental. La Argentina lleva seis años de superávit gemelos. Finalmente, la cantidad de reservas como porcentaje del déficit de cuenta corriente.
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