ANALISIS DE LAS RAZONES ESTRUCTURALES DE LA INFLACION
La visión clásica señala al Estado como culpable de los aumentos de precios por intervenir en el libre mercado. Esa posición no considera las estrategias de grupos que ejercen posición dominante en mercados.
› Por Ruben Visconti
La inflación ha sido catalogada como una “enfermedad” del sistema económico cuya producción se imputa a la participación del Estado, que al distorsionarlo con una u otra de sus medidas intervencionistas rompe el santo equilibrio del mercado. Y con esa afirmación, totalmente errónea pero no inocentemente equívoca, oculta la verdadera causal de la inflación, que lejos de ser una enfermedad del sistema, es un arma de defensa, un real cuchillo trapero mediante el cual los “propietarios de los medios de producción y de cambio” se defienden contra esa intervención. Es su arma más poderosa la que les permite zafarse de las pretensiones de todos aquellos que pretenden meterles las manos en sus bolsillos más allá de que ese sector de propietarios, y por lo tanto dominadores de todos los procesos sociales, está dispuesto a dejarse extraer.
Certifiquemos esta afirmación con una clara referencia histórica.
Durante todo el siglo XIX y comienzos del siglo XX los precios en la Europa Occidental aumentaron sólo un 5 por ciento. Por ello ningún analista defensor de la economía clásica la tuvo en cuenta en la formulación de sus teorías y sus fórmulas, considerando los precios como una constante. Cuando la economía clásica, en razón de los movimientos sociales debe ceder y aceptar que las riquezas producidas distribuidas solamente sobre la base de la propiedad, tienen que coparticipar parte de las mismas a favor del resto, sobre todo con motivo de medidas de los respectivos gobiernos, elaboran esa arma, ese cuchillo trapero, la inflación, para ponerle límites a esa cesión y aún más, llegar a anularla por completo. Por eso, buscar causales de la inflación en diversas motivaciones es una simple hojarasca distractiva, una engañifa total.
La causa de la inflación es una sola: el mantenimiento en los regímenes de “economía mixta”, como se denomina a los que actualmente funcionan en casi todos los países con mínimas excepciones, es la existencia del factor de poder real contra el cual ningún gobierno puede pelear con éxito si se propone cambiar, como se dice habitualmente, la “distribución de la riqueza”.
Claro que esta tajante afirmación no niega las posibilidades de la implementación de medidas correctoras, que en algún tiempo, generalmente reducido, puedan ser aplicadas. Por ejemplo, el primer gobierno peronista con sus medidas distributivas permitió que el 50 por ciento y más de la riqueza nacional se distribuyera a favor de los sectores del trabajo, pero no ignoremos, además, el fracaso de sus campañas de los sesenta días para impedir, sin resultados, el crecimiento de los precios. La propuesta base de su política distributiva se basó en una fórmula que dejaba tranquilo a los poderosos “que ambos sectores ganen más”. De ahí, ningún otro gobierno tuvo planes concretos al respecto y durante el mandato menemista, si los hubo, fue para invertir el reparto en contra del sector del trabajo.
¿Y ahora qué? El Gobierno se ha propuesto una política similar a la del primer Perón: hacer crecer la riqueza nacional para que todos ganen más, poderosos y trabajadores. Pero, dado que las condiciones son muy diferentes, que el Gobierno posee mucho menos poder político, que los medios de relleno de cráneos lo combaten, los sectores propietarios endurecen sus posiciones y no quieren saber nada de repartir. Por eso la Mesa de Enlace junto con la UIA se juntan para derrotarlo. Por eso todo lo que denominamos la “derecha” se une para anularlo. Por eso, el mercado argentino que está dominado por grupos de productores y vendedores oligopólicos y monopólicos hacen caso omiso de los controles de precio, y los aumentan tanto cuando la demanda disminuye como cuando la demanda aumenta, con lo cual imposibilitan el crecimiento y sólo tratan de conservar e incrementar su tasa de ganancia. Porque han decidido sacar el cuchillo trapero que les concede la propiedad de los medios de producción, del campo y de la industria, con la colaboración de los bancos para repeler cualquier intento de “distribución de la riqueza” mediante esa herramienta que les otorga la denominada inflación.
* Docente, investigador.
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