ESPECULACIóN FINANCIERA, OFERTA MUNDIAL Y PRECIO INTERNACIONA
La cotización internacional del trigo ha bajado y las perspectivas no son alentadoras. Repunte del dólar, más oferta en el mercado y rentabilidad relativa más baja en la plaza local plantean un escenario conflictivo.
› Por Claudio Scaletta
Dólares más, dólares menos, el trigo cotiza en el Golfo de México a alrededor de 220 dólares la tonelada, un valor que se cuenta entre los más bajos de los últimos meses. Previsiblemente, los buenos y los malos precios internacionales tienen repercusiones en los humores locales. Resulta de interés comprender el porqué de estas bajas cotizaciones y sus potenciales efectos.
La primera causa es la más conocida y escuchada, y es de carácter financiero: la recomposición de la fortaleza relativa del dólar. Con este comportamiento de la divisa estadounidense y la expectativa de una profundización de esa tendencia, sale dinero de los fondos de inversión en commodities y se va a las colocaciones financieras en divisas. Los problemas de algunas economías europeas, como Portugal y Grecia, así como las restricciones monetarias en China, refuerzan esa situación.
La segunda causa es más simple y está en la economía real, en la que se destaca la firmeza de la oferta de Rusia y Ucrania y la estabilidad de los stocks de Estados Unidos. Como dicen los operadores, el mercado mundial está ofertado: existe una enorme disposición del cereal que mantendrá los precios bajos.
En el mercado interno, el precio que fija el Ministerio de Agricultura (FAS teórico) ronda los 630 pesos la tonelada. A mediados de mes, por ejemplo, se tomaba un FOB de exportación de 227 dólares, que con retenciones del 23 por ciento y dólar a 3,8 pesos más gastos daba el citado FAS. En los puertos locales, en tanto, el precio de exportación bajó a 225/220 dólares, contra 240 de enero.
Las perspectivas a futuro son peores. En el mercado de futuros (Matba) hubo contratos a marzo de 2011 a 150 dólares la tonelada.
La síntesis es que el mercado local cae aún más que el mercado internacional. Y esta caída es mayor para la mercadería cercana pues es muy difícil colocarla en los mercados. Las previsiones finales para la cosecha 2009/10, en tanto, llegarían a 8 millones de toneladas (la USDA había previsto 9 millones). O aun menos: 7,44 millones según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Cualquiera sea el caso, el saldo exportable podría resultar mayor a lo previsto y sería de alrededor de un millón de toneladas adicionales, lo que no cambia mucho el panorama. El balance general, entonces, es que hay muchos productores ofertando contra una demanda escasa.
Seguramente, la situación crecerá en conflictividad y demandará en algún momento la intervención pública. Desde la política, la preocupación se encuentra en el incentivo para la siembra 2010/2011. De acuerdo al último informe de mercados del INTA Pergamino, la rentabilidad del trigo es de un margen bruto de entre 59 y 151 dólares por hectárea para rendimiento de entre 35 y 45 quintales, margen que no parece muy atractivo frente al de otros cultivos, como la soja, que es de entre 295 y 467 dólares por hectárea, o el maíz, que presenta un rango similar
Por Carlos Weitz
La grave situación financiera por la que atraviesa Grecia ha reabierto debates vinculados con el diseño y la implementación de políticas públicas, tales como la conveniencia de llevar adelante planes de rescate que alcanzan a empresas o a países, así como la necesidad de mejorar la regulación de los sistemas financieros. La reciente crisis económica mundial obligó a los Estados a multiplicar su endeudamiento para rescatar principalmente al sector financiero. Estos rescates billonarios no son gratis, generando sacrificios que deberán ser afrontados por la sociedad de cada país en años venideros. No se critica la intervención estatal, que resultó absolutamente necesaria, sino la corriente que minimiza los costos que una crisis de esta magnitud puede tener sobre la población, y la necesidad por tanto de prevenir estos sucesos a partir de una correcta regulación de los mercados.
El riesgo sistémico que genera una crisis de confianza de proporciones lleva a que unos pocos encumbrados funcionarios deban resolver –en horas– cuestiones que involucran miles de millones de dólares, produciendo situaciones “injustas”, ya que muchas veces para evitar males mayores se termina “premiando” (rescatando) a instituciones o a ejecutivos que han sido responsables del problema.
La debacle de las finanzas griegas puso como principal actor de una crisis al sector público de un país integrante de la Unión Europea. Una de las explicaciones más usuales que justifican el rescate de determinadas empresas es la teoría del too big to fail (demasiado grande para caer) que sostiene que las consecuencias de la quiebra de una empresa de gran tamaño –dado el efecto contagio o desconfianza– puede ser mucho más costosa para un país que el rescate de la misma por parte del Estado. El caso griego muestra que esta teoría no solo se aplica a empresas sino también a países. El esfuerzo de la Unión Europea por evitar el default helénico puede explicarse –entre otros factores– en el hecho de que más de dos terceras partes de las obligaciones griegas se encuentran colocadas fuera de Grecia, fundamentalmente en instituciones financieras de otros países que integran la Unión Europea.
Los problemas de Grecia abrieron también un debate referido al efecto negativo que determinados productos financieros sofisticados pueden provocar. Los llamados credit default swaps (CDS) son instrumentos que protegen a inversores ante el incumplimiento de un deudor, de forma tal que quienes compran estos productos se ven beneficiados cuando un deudor deja de pagar. Si bien estos instrumentos pueden ser utilizados para cubrir riesgos, también pueden ser comprados con fines especulativos. En su edición del jueves pasado, The New York Times informó que algunos de los bancos internacionales que habían ayudado a Grecia a colocar (y a ocultar) su deuda en el pasado, actualmente se encontraban apostando a un default griego a través de la compra de estos seguros, operatoria que aceleraba aún más el deterioro de la situación financiera del país.
Como producto de estas operaciones, la ministra de Economía de Francia, Christine Lagarde, remarcó la necesidad de regular en forma más estricta estos productos derivados. En un ataque inusual de sincericidio –nunca recomendable para funcionarios obligados a sonreír y a crear expectativas positivas– el ministro de Economía griego, George Papaconstantinou, reconoció que la economía de su país se enfrenta a un descalabro terrible (terrible mess), señalando que solucionar el déficit griego iba a resultar tan sencillo como cambiar el rumbo del Titanic
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux