Dom 14.03.2010
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Scrum

› Por Roberto Navarro

En marzo comenzaron las negociaciones colectivas de trabajo de los grandes sindicatos, que marcan la pauta al resto. Los bancarios están cerrando un aumento del 20 al 22 por ciento. Esta semana es el turno de la Unión Obrera Metalúrgica. A partir de 2003 las negociaciones colectivas fueron construyendo un hábito de encuentro entre organizaciones patronales y gremiales. En la década del ’90 se firmaba un promedio de 200 convenios anuales; en 2003 se acordaron 406 y en 2009 se llegó al record de 1654 convenios homologados. Esta dinámica generó un importante incremento en los haberes de los trabajadores registrados. Según un estudio de la cartera laboral al que tuvo acceso Cash, el salario promedio real, deflactado por el índice de precios del Indec, creció un 69 por ciento en los últimos siete años. Si la comparación se realiza por el promedio de inflación de las principales consultoras privadas, el aumento es del 27 por ciento. Este promedio disimula fuertes asimetrías entre los sindicatos más poderosos y los de menor fuerza de negociación.

Desde 2003 los salarios vienen creciendo más que el Producto Bruto Interno. En los últimos cuatro años el incremento nominal fue del 127 por ciento. Así, la participación de los salarios en el PBI de 2009 alcanzó el 44,7 por ciento, registro que se acerca al histórico 50 por ciento de la primera presidencia de Juan Domingo Perón. Si bien el Ministerio de Trabajo no propone un porcentaje de aumento, sí realiza anualmente análisis macroeconómicos para estimar una pauta de coordinación salarial. Para 2010 es del 15,5 por ciento. Desde ese piso muchos gremios consiguen incrementos superiores por el poder de negociación, porque las empresas del sector obtuvieron abultadas utilidades y por otros factores que intervienen en la mesa de tratativas.

En 2003 el Salario Mínimo Vital y Móvil era de 200 pesos y el promedio de los mínimos de convenio rondaba los 350 pesos. El año anterior, durante la gestión de Eduardo Duhalde, se habían sumado al mínimo 200 pesos no remunerativos. La primera decisión de la cartera laboral en 2003 fue incorporar esos 200 pesos al mínimo vital y móvil. Así se obligó, en la práctica, a que la mayor parte de los sindicatos tuvieran que comenzar negociaciones colectivas, porque habían quedado por debajo de la mínima y, además, se había achatado la pirámide salarial. En 2003 se acordaron 406 convenios. La cantidad de negociaciones fueron creciendo año tras año. En 2006 se negociaron 930 convenios; en 2009 se alcanzó el record de 1654 acuerdos y en los primeros dos meses de 2010 ya se cerraron 443 convenios. Este año apunta a superar el registro del año pasado.

“Se ha generado un círculo virtuoso: cuantas más negociaciones hay, las partes van ganando confianza y habilidad para defender sus intereses y llegar a un acuerdo; a la vez esa confianza alienta a volver a negociar cada vez más seguido”, explicó a Cash la secretaria de Empleo, Noemí Rial. La funcionaria señaló que en los primeros años los sindicatos pujaron por recuperar el terreno perdido en manos de la inflación posdevaluación. Luego, la negociación se complejizó y comenzó a incorporar otros elementos.

En el estudio de negociaciones colectivas 2003-2009 realizado por el Ministerio de Trabajo surge que los resultados de las negociaciones colectivas tienen que ver con los siguientes ítem:

Inflación

La primera puja surge cuando se discute si la negociación es para recuperar poder adquisitivo perdido el año anterior o para anticiparse a la inflación del año en curso. Luego se discute qué índice se toma en cuenta, dada la desconfianza surgida con respecto a los registros del Indec. Los grandes sindicatos realizan muestreos de precios: es decir, manejan sus propios índices de precios. Según fuentes de la CGT, realizaron una encuesta sobre consumo en algunas empresas testigo del gremio a fines de 2007 y luego comenzaron a seguir la evolución de esos precios en las principales cadenas de supermercados. De ahí las declaraciones de Hugo Moyano: “La inflación son los precios que pagan las mujeres de los trabajadores en el supermercado”.

Utilidades

“Cada vez más sindicatos exigen lo que por ley les corresponde: que la empresa muestre su balance en la negociación”, informó Rial, que preside la mayoría de los acuerdos. En los últimos siete años, muchos sectores de la economía obtuvieron utilidades extraordinarias, como la petrolera, la alimentaria y la agroquímica, entre otras. Los trabajadores, además de la inflación, están pidiendo y consiguiendo participar en una parte de esa torta. Incluso se toman en cuenta, con los sectores que exportan la mayor parte de la producción, las ganancias por tipo de cambio. En este momento se está cerrando el convenio con los bancarios, que pusieron sobre la mesa las enormes utilidades del sector financiero en 2009, año en que la suba de tasas de interés y el repunte de los títulos públicos y acciones derivaron en abultadas ganancias.

Poder del gremio

En los últimos años, a raíz del cambio de modelo económico, se generaron cambios en la composición de la producción. Ganaron espacio los metalúrgicos, la construcción, los químicos, agroquímicos, las alimentarias y el transporte automotor, entre otros. Esta dinámica productiva derivó en un crecimiento de la cantidad de afiliados y, en consecuencia, del poder de esos gremios. La construcción, por ejemplo, consiguió en siete años un aumento nominal de 392 por ciento, incremento que supera con creces cualquier índice de evolución de precios. Por otra parte, las empresas evalúan el grado de daño que puede causarles una eventual huelga en cada sector. “Un paro de 24 horas en una empresa autopartista importante tiene un costo promedio de 50 mil dólares para la compañía”, confió a Cash un sindicalista del sector.

Bases

Los líderes de los sindicatos se sientan a negociar con las cámaras empresariales, pero antes de cerrar deben acordar con sus bases, conformadas por los delegados de las compañías del sector. Algunos popes gremiales tienen una presencia personal que les da poder para manejar esas asambleas. Pero muchos se encuentran con que lo obtenido en la negociación no conforma a las bases, que, ante el fuerte crecimiento económico, se multiplicaron en número y ganaron poder dentro de sus gremios. Así, muchas veces los secretarios generales de los sindicatos deben volver a la mesa de negociación con demandas superiores a las definidas en la primera negociación.

Presión coyuntural

Así como los docentes negocian sus convenios en febrero, con la amenaza latente de no comenzar las clases si no se acuerda un convenio que los satisfaga, existen otros gremios con situaciones similares. Es el caso de cosechadores de economías regionales, que, a diferencia de sus pares de la Pampa Húmeda, trabajan en un sector mano de obra intensiva y tienen momentos muy precisos para realizar su labor. Por eso negocian sus haberes en los momentos anteriores a la cosecha.

En los ’90, la falta de ejercicio de negociación y el escaso poder de los sindicatos ante una alta desocupación derivaron en un bajo nivel de negociaciones colectivas y, en consecuencia, en un fuerte retraso salarial. La nueva dinámica de negociación, por el contrario, generó una recuperación constante de los salarios. Una muestra de la fortaleza del nuevo esquema es que, el año pasado, en medio de la crisis económica internacional, que congeló los sueldos en los países desarrollados, en el país el salario promedio de los trabajadores registrados subió un 19,4 por ciento, un porcentaje superior al de las estimaciones de inflación de las consultoras privadas

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