Dom 14.03.2010
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A DOS AÑOS DEL NACIMIENTO DE LA MESA DE ENLACE

Campo virtual, campo real

Los resultados del despliegue efectivo del poder agromediático fueron contundentes como saldo del segundo aniversario del inicio de la acción coordinada del Partido del Campo.

› Por Claudio Scaletta

La Mesa de Enlace festejó el segundo aniversario de su unión con lamentos, que pocos hoy convalidan.
Imagen: DyN.

El tiempo pasa y las “gestas” ya no lucen como ayer, pero en el segundo aniversario del inicio de la acción coordinada del Partido del Campo ya se cosechan algunos frutos. El primero es el cambio del panorama político en favor de los productores agropecuarios. El segundo, es la continuidad de las tendencias económicas sectoriales.

Los resultados del despliegue efectivo del poder agromediático fueron contundentes. El humor social cambió y tras las elecciones surgió un nuevo mapa político. Tras la lucha por la 125 surgió un nuevo Congreso que acaba de dar muestras de su potencia destituyente, una fuerza que muchos preanunciaban y que otros tantos descartaban como hipótesis exagerada. El poder destituyente no opera como energía instantánea, sino como un proceso de esmerilaje lento de las acciones del adversario.

El intento de destitución del primer, en rigor de la primera, titular del Banco Central que, en décadas, no responde a la matriz neoliberal que copa la institución, es apenas uno de sus efectos. Los intentos por trabar el desarrollo de la política económica, vía el bloqueo de las acciones de desendeudamiento, intentan regresar a los viejos ajustes modelo FMI, de conocidos y nefastos resultados en todas las economías del planeta que los aplicaron. Los únicos frenos a la vista parecen ser los evidentes problemas de coordinación del batido de agua y aceite que conforma el conglomerado opositor.

Pero los traspiés fueron apenas eso, traspiés entre tanto logro. Por eso, en esta semana de festejos por su unión en la Mesa de Enlace, el campo no se privó de las tradicionales declaraciones que mezclan los sempiternos lamentos sectoriales con una suerte de republicanismo federalista. Republicanismo que se mostró falaz en su primera oportunidad de expresión, como fue la conformación de comisiones en la Cámara alta excluyendo del “diálogo y el consenso” a la primera minoría.

Un breve repaso de los comunicados de las entidades grafica esos tics. En la declaración conjunta de las cuatro patronales se optó por algo de prudencia. “Reivindicamos –dijeron– el apego a la Constitución y a la ley, basado en la cultura del trabajo y un mayor respeto por el estilo de vida del interior.” ¿El apego a la Carta Magna será el que lleva a desabastecer las ciudades como instrumento de lucha? ¿La cultura del trabajo será la del absentista o la del rentista? ¿El “estilo de vida del interior” será el de la admiración por el patrón de estancia y sus vehículos?

También agregaron que “continuaremos trabajando para que el Poder Legislativo y Judicial, funcionando con independencia, logren la más cabal expresión de la República devolviéndole a la sociedad la justicia y equidad que sus ciudadanos merecen y anhelan”. ¿La independencia de la “Justicia” será la celeridad del Poder Judicial para otorgar amparos express contra de las decisiones del Ejecutivo o la lentitud para castigar el delito federal de cortar rutas nacionales?

Más desatada, la ultramontana Carbap habló de las “ineficaces y destructivas políticas del Gobierno hacia el sector”. La afirmación virtual bien puede compararse con algún dato real: por ejemplo, el transmitido esta semana por el titular de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, Ernesto Crinigan, al ministro de Agricultura, Julián Domínguez, que sostiene que la entidad elevó de 52,0 a 53,5 millones de toneladas la proyección de cosecha de soja para este año.

Pero en economía las cantidades solas no alcanzan. Según destacó el titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, “necesitamos terminar con la lógica de funcionamiento de este gobierno que llevó a la desaparición a más de 60.000 productores agropecuarios. Es fundamental modificar la transferencia que el gobierno kirchnerista hizo durante estos años, en nombre del progresismo, hacia los sectores más concentrados de la economía, en detrimento de los pequeños y medianos productores legítimos”. Quizá haya algún contenido de verdad en las apreciaciones de Buzzi, verdad vinculada a los efectos del desarrollo capitalista en el agro y a la imparable sojización. Menos claro parece que el dirigente pertenezca a una coalición que represente una alternativa superadora.

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