› Por Fernando Krakowiak
La Televisión Digital Terrestre (TDT) ya está en marcha y está generando un nuevo mercado para la industria nacional. El miércoles 21 de abril, Canal 7 se convirtió en la primera señal argentina que se emite de manera regular con esta nueva tecnología. La transmisión se puede captar en Capital Federal y parte del conurbano, pero el dato pasó inadvertido porque en los hogares todavía no hay televisores digitales ni conversores que permitan adaptar la señal a los viejos aparatos analógicos. La migración será gradual, pues si bien la imagen que ofrece la TDT es de calidad óptima, la decisión de comprar un dispositivo para sintonizarla dependerá de cómo evolucione la oferta de contenidos. El Gobierno es consciente de esta situación y busca acelerar los tiempos con la construcción de 47 torres de transmisión para ampliar la cobertura a todo el país y la distribución de 1,2 millón de conversores entre las familias de bajos recursos. De hecho, más de treinta empresas ya están involucradas en distintos proyectos industriales vinculados con la TDT.
De este modo, se busca invertir el orden de los factores y que, una vez que se destrabe la ley de medios, sean los radiodifusores privados actuales y nuevos interesados los que se sumen ofreciendo contenidos en busca de audiencia. La tecnología de compresión digital de imágenes permitirá ofrecer hasta seis señales en el mismo espacio del espectro donde ahora se transmite una analógica. Un impulso adicional es la posibilidad de ver televisión a través de los celulares.
La fabricación de los conversores estará a cargo de tres grupos empresarios. Cometrans, la firma de Claudio Cirigliano; una Unión Transitoria de Empresas conformada por las pymes Microtroll de Rosario, Zoitron de San Martín, TRB de Córdoba e Inarci de Capital Federal; y la ensambladora Coradir, que tiene su fábrica en San Luis y cuenta entre sus proveedores a las firmas nacionales Novatech, Sei, Travini, Albano Cozzuol, Codesil, Quais y Alfagraf. Coradir, incluso, ya ofrece un decodificador a 700 pesos.
En el decreto 364, publicado el 15 de marzo, el Gobierno explicitó que los conversores deberán estar preparados para captar definición estándar y alta, tener un canal de retorno para permitir la interactividad y contemplar la integración del middleware Ginga, un software abierto creado por un grupo de universidades brasileñas que fue mejorado y adaptado al país por el Laboratorio de Investigación y Formación en Informática avanzada de la Universidad Nacional de La Plata.
El conversor es de alta gama. Contiene entre 400 y 600 componentes electrónicos, importados en su mayoría de China. No obstante, el diseño de la placa sobre la que se montan es nacional y a ese diseño se le agrega software también de origen local, que se programa sobre el Ginga, para aprovechar las funcionalidades de los microprocesadores. Además, el equipo incluye otros componentes básicos, como el gabinete y los cables, que son fabricados en el país. Las tareas de diseño, el testeo de los componentes importados y el armado final de los conversores demandará la incorporación de miles de trabajadores calificados, sobre todo a medida que la producción adquiera mayor escala y se realicen más aportes nacionales a esos desarrollos. Por ejemplo, la intención oficial es que en el futuro también se pueda diseñar el circuito integrado en el país. “Se puede diseñar un chip, aunque luego se fabrique afuera. Hacer el diseño abarata los costos. Además se avanza en la apropiación de la tecnología y es esa apropiación la que luego permite innovar”, afirmó a Cash Emmanuel Jaffrot, investigador de la Universidad Nacional de San Martín y asesor del Ministerio de Planificación.
Además de los conversores, se fabricarán televisores con el receptor digital incorporado para aquellos hogares que estén dispuestos a pagar más dinero para captar la TDT sin tener que instalar un aparato adicional, pero en ese caso no habrá demanda oficial. La producción estará a cargo fundamentalmente de las firmas radicadas en Tierra del Fuego, entre las que se destacan Newsan, Radio Victoria, BGH y Brightstar.
El Gobierno también encargó la construcción de 47 torres de transmisión. Veinticinco ya se están construyendo y el resto quedará para la segunda parte del año. De ese modo, se ampliaría la cobertura potencial al 75 por ciento de los hogares del país. En 2011 se prevé elevar ese porcentaje al 95 por ciento, mientras que al 5 por ciento restante de los hogares, ubicados en localidades remotas, se le brindará sólo cobertura satelital. Las torres son estructuras metálicas de entre 72 y 150 metros y su construcción está a cargo de las empresas Guzman Nacich, Machain y Gamma. Además, se construirá una torre adicional en Avellaneda donde se instalarán los equipos que actualmente están funcionando en el edificio que comparten los ministerios de Desarrollo Social y Salud, sobre la avenida 9 de Julio. El ministro De Vido firmó la semana pasada un convenio con la Sociedad Central de Arquitectos, que se hará público mañana en el Foro Internacional de Televisión Digital, que prevé la realización de un concurso para seleccionar el diseño que tendrá la Torre del Bicentenario, la cual podrá ser compartida por todos los radiodifusores y también tendrá como objetivo apuntalar la urbanización a la vera del Riachuelo.
Sobre esas torres se montarán los equipos transmisores. En la Ciudad de Buenos Aires se está transmitiendo actualmente con un equipo donado por el gobierno de Japón como parte del acuerdo que supuso la elección de la norma digital ISDB-T, pero en las próximas torres se instalarán transmisores de las multinacionales Harris y NEC y de las pymes cordobesas Ditel, Consulfem, LIE y Edinec, que se asociaron para realizar un desarrollo conjunto y aprovechar la oportunidad de negocios que brinda este nuevo avance tecnológico.
Otro insumo que se va a requerir son las antenas. En ese caso, los principales proveedores son la australiana RFS, la española Rymsa y las firmas locales Antemont y Consulfen. También se demandarán shelters (las construcciones metálicas donde se alojan los transmisores), grupos electrógenos, cables y otro conjunto de accesorios.
Otro sector que se revolucionará con la llegada de la TDT es el mercado de celulares, pues la norma japonesa permite que la señal televisiva sea captada por los móviles de manera gratuita, sin tener que pasar por la red de las telefónicas. Por lo tanto, en los próximos meses miles de consumidores se verán tentados a cambiar su equipo para ver televisión cuando están fuera de sus casas. Samsung y LG tendrán listo para el Mundial de Fútbol de Sudáfrica una primera tanda de 30.000 celulares que costarán entre 800 y 1000 pesos, y Motorola se sumará luego, pues ya cerró un acuerdo para comenzar a producir estos dispositivos en Tierra del Fuego. Incluso se podrá ver televisión abierta en pequeñas pantallas que se podrán colocar en los autos para que sean vistas por quienes viajan en los asientos de atrás. De hecho, todo el trayecto de la Ruta 9 que une Buenos Aires con Rosario tendrá cobertura garantizada en los próximos meses. También se está trabajando para instalar los nuevos dispositivos de recepción en las estaciones de trenes y en los colectivos.
La implementación de la TDT está generando un enorme mercado que hace seis meses no existía y que también impactará en la ocupación. En el Gobierno estiman que todos estos desarrollos industriales podrían ayudar a crear unos 200 mil empleos directos e indirectos, los cuales en su gran mayoría serán de alta calificación
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