EL IMPACTO DE LA CRISIS EN LOS PAíSES LATINOAMERICANOS: LA BAJA EN LAS REMESAS
Entre los efectos de la crisis, un caso particular es el de la caída en las remesas recibidas en Centroamérica, Colombia, Ecuador y México por debilitamiento de los mercados laborales de los países centrales.
› Por D. R.
Los países latinoamericanos experimentaron seis años consecutivos de crecimiento en el período 2003-2008. Durante esos años, el producto regional creció a una tasa promedio anual del 4,8 por ciento. Como sostienen los economistas de la Cepal Osvaldo Kacef y Rafael López-Mont (“América latina, del auge a la crisis: desafíos de política macroeconómica”, Revista Cepal Nº 100, abril 2010), ese crecimiento fue acompañado de un mejoramiento cuantitativo y cualitativo de las variables macroeconómicas fundamentales.
Así, la recuperación de los términos de intercambio (sobre todo en América del Sur) y el crecimiento de las remesas de los trabajadores emigrados (en México y especialmente en Centroamérica) posibilitaron un superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos y la acumulación de activos externos.
El aumento del ingreso nacional disponible permitió el incremento del ahorro nacional y la financiación de la inversión. A su vez, la consolidación del superávit primario –y la casi desaparición del déficit global– permitió una significativa reducción de la deuda pública.
También se produjo una disminución del desempleo, una mejora en la calidad de los puestos de trabajo generados y un retroceso de la pobreza e indigencia regional.
El impacto de las crisis interrumpió esta mejora global durante el transcurso del año pasado. El principal canal de transferencia estuvo dado por un retroceso comercial (en volumen y precios) que fue global aunque no uniforme. Mientras que las exportaciones regionales se contrajeron un 23,4 por ciento, el volumen de las transacciones externas de los países petroleros retrocedió un 34,4 por ciento.
Por su parte, los países de Centroamérica y el Caribe soportaron una severa contracción del turismo y aquellos países que presentaban sistemas financieros con un mayor grado de exposición externa (Brasil, Chile y Perú) sufrieron una severa contracción del crédito de la banca privada.
Un caso particular lo constituyó el impacto de la disminución en las remesas recibidas en Centroamérica, Colombia, Ecuador y México, por efecto del debilitamiento de los mercados laborales de los países centrales. Un dato a tener en cuenta es que la mayoría de los emigrados latinoamericanos recala en dos de las naciones más afectadas por la presente crisis económica: Estados Unidos y España.
Como lo señalan Pablo Fajnzylber y Humberto López (“El impacto de las remesas en el desarrollo de América latina”), “durante los dos últimos decenios, las remesas de los trabajadores hacia América latina han aumentado en 10 veces en términos reales... América latina ocupa el primer lugar en la clasificación de las regiones que reciben remesas, tanto en términos de volumen (U$S 48.000 millones en 2005) como en términos per cápita (un promedio de unos U$S 90 por persona en 2005)”.
Entre 2003 y 2008, la región latinoamericana recibió remesas equivalentes al 1,7 por ciento del PIB global. Ese promedio se eleva al 9,2 por ciento en el caso de las naciones centroamericanas (aunque si se excluye a Costa Rica y Panamá ese ratio llega al 14 por ciento) y al 2,4 por ciento en México.
En este último caso, las remesas de trabajadores emigrados equivalen a los montos de inversión extranjera directa (IED) recibidos durante ese período –alrededor de 20.000 millones de dólares anuales– transformando a México en el mayor receptor regional de remesas en valores absolutos.
Es así que las remesas se han transformado, juntamente con los ingresos petroleros y las exportaciones de las maquilas, en una irreemplazable fuente de divisas de la economía mexicana. Como la mayoría de los emigrantes mexicanos desarrollan sus tareas en donde se desató la crisis internacional (la vecina Estados Unidos), eso se tradujo en una caída de las remesas superior al 10 por ciento.
La contracción de la economía norteamericana también afectó a miles de inmigrantes hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, nicaragüenses, jamaiquinos y dominicanos que viven en los Estados Unidos. En esa nación, la tasa de desempleo de los trabajadores latinoamericanos alcanzó al 29,7 por ciento en diciembre del año pasado.
Por su parte, las economías ecuatoriana, colombiana y boliviana sufrieron la caída de las remesas procedentes desde tierras españolas.
Un reciente trabajo difundido por la Comunidad de Madrid revela que el 24,1 por ciento del salario de los inmigrantes es transferido a sus países de origen y que el 75 por ciento de ellos realizan esos envíos con asiduidad. El Fondo Multilateral de Inversiones calcula que los países latinoamericanos recibieron remesas por 58.800 millones de dólares en 2009, lo cual significó una caída anual del 15 por ciento.
El descenso de las transferencias continuó durante este año. En el primer trimestre, los flujos de remesas recibidas por los países latinoamericanos alcanzaron un monto total de 13.800 millones de dólares (un 7 por ciento menos que el mismo período del año pasado).
Para el Banco Mundial (“Perspectivas para la Economía Mundial”), “las remesas tendrán una mejoría modesta en el período 2010-2011, debilitadas por las precarias condiciones del mercado laboral de Estados Unidos y otros países de ingresos altos”. Las recientes medidas de ajuste anunciadas en España parecen reafirmar que se vienen tiempos difíciles para los emigrantes latinoamericanos
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