“EN ARGENTINA SE LE PAGA A LA GENTE QUE NO TRABAJA”
› Por Ruben Telechea *
En los países desarrollados funciona un muy buen sistema de subsidios o seguro de desempleo. Este opera en dos sentidos: por un lado a aquellos que están sin trabajo les asegura un ingreso que permite sobrellevar las necesidades mínimas para vivir dignamente. Esto implica además que todas las personas seguirán teniendo la posibilidad de mantener cierto nivel de consumo aun sin tener empleo, condición básica para que una economía se retroalimente. Por esto, aquellos trabajadores que están en actividad también gastan sin tener como preocupación la posibilidad de quedarse desempleados y, por ende, sin ingresos. Por lo tanto el seguro de desempleo no debe ser visto sólo como una función social del Estado, sino que es además un aliciente para seguir moviendo la rueda de la economía.
Estos sistemas son también un mecanismo de redistribución de la riqueza y algunos expertos opinan que sirven para mejorar los mercados laborales, ya que los desocupados, al percibir un ingreso, no se ven compelidos a aceptar la primera oferta laboral que reciban, sino que podrán esperar un tiempo por un empleo que se adapte a su nivel de formación y capacitación.
Hace poco escuché decir: “¿Por qué en este país no tomamos en cuenta los dichos de Keynes, quien para fomentar la cultura del trabajo decía que los obreros, aunque sea, debían hacer un pozo para luego taparlo?” Enorme zoncera: Keynes dijo eso como ejemplo de que lo importante no era que trabajaran, sino que siguieran percibiendo un ingreso y, por lo tanto, consumiendo y ayudando a mantener la actividad económica.
En cuanto a los planes sociales específicamente, otros países de América latina también los implementan, como el Bolsa Familia de Brasil o el Plan Oportunidades de México. Estos programas, con evidente éxito, han consistido en la entrega de dinero a familias en situación de pobreza extrema a condición de que los niños vayan a la escuela y cumplan con las normas de vacunación. Rápidamente surge la asociación con la Asignación Universal por Hijo. Vale la pena también recordar que la aplicación de planes de ayuda social tiene en Argentina tanto tiempo de vigencia como el de la democracia, ya que comenzaron con el PAN, en épocas de la presidencia de Raúl Alfonsín.
Otro planteo usual es que en los casos recién mencionados, se trata de programas asistenciales y no de desempleo, como el de los países desarrollados. Pero esa comparación es imposible de realizar, porque éstos tienen a la inmensa mayoría de sus trabajadores en empleos formales, con aportes patronales en blanco y al día. Estas son condiciones esenciales para un buen funcionamiento del seguro de desempleo, así como cuestiones que parecen básicas como tener documentos de identidad, cosa que en los países subdesarrollados no siempre es así.
Como conclusión, queda demostrado que tanto por medio de programas sociales como de seguros de desempleo, en gran parte del mundo los desocupados perciben un ingreso
* Profesor de la Universidad de Lomas de Zamora.
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