Dom 21.11.2010
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Renació...

› Por Norberto Gonzalez *

En el momento en que se creó el Plan Fénix el país atravesaba un período de retroceso y de desorientación en las ideas con las que manejaba su política económica. Antes de la política de la plata dulce de Martínez de Hoz y de la convertibilidad, Argentina había logrado progresos importantes. Formaba parte de un grupo de países en desarrollo relativamente avanzados. Acompañaba el proceso de desarrollo de Brasil y se iba acercando a algunos países asiáticos y de Europa Oriental. En los temas económicos y sociales adolecía de los contrastes propios de un país en desarrollo y acusaba retrasos en aspectos significativos, pero al mismo tiempo registraba avances claros. Tenía un firme desarrollo manufacturero en sectores de industrias livianas productoras de bienes de consumo durable y también en bienes intermedios como metales y productos químicos así como en bienes de capital. Empresas radicadas en Argentina en algunos casos podían ganar licitaciones en Argentina y aun en otros países de América latina para proveer por ejemplo equipo eléctrico pesado para producción de electricidad, compitiendo con empresas de países desarrollados como Alemania o Francia. Producía también otros bienes de capital, como máquinas-herramientas, maquinaria agrícola y equipos para industrias livianas. Este nivel de desarrollo intermedio se había logrado a través de gobiernos de distinto signo político porque desde los años ‘30, cuando se creó el Banco Central y comenzó la política de sustitución de importaciones que impulsó Raúl Prebisch (paradójicamente durante un gobierno conservador), a pesar de los errores cometidos y de los retrocesos que tuvieron lugar, en ciertos aspectos la política económica tenía un grado apreciable de continuidad, en forma similar a lo que podría llamarse “una política de Estado”.

Esta situación sufrió un fuerte deterioro con la política de la plata dulce de Martínez de Hoz. Durante ella la especulación financiera tomó el lugar del desarrollo. El cambio desfavorable culminó con la convertibilidad aplicada por Menem-Cavallo. En su origen la convertibilidad fue necesaria para solucionar la hiperinflación y la pérdida de control del gobierno sobre la economía del país. Una situación similar ocurrió en Brasil, que también aplicó un programa parecido al de Argentina. Pero Brasil sostuvo ese enfoque solamente durante muy pocos años, hasta que la inflación quedó bajo control, y al cabo de ese plazo cambió su política y volvió a dar prioridad al crecimiento económico y al empleo más intensivo de los recursos productivos. Argentina, en cambio, mantuvo esas medidas rígidamente durante todo el decenio de los años noventa.

Estas políticas tuvieron varias consecuencias muy desfavorables:

- Destruyeron muchas de las industrias ya existentes e hicieron perder mercados externos en los que Argentina ya estaba compitiendo. La apertura indiscriminada de la economía y el peso sobrevaluado provocaron un gran retroceso en el desarrollo industrial.

- Hicieron pasar a manos extranjeras numerosas empresas que hasta entonces eran nacionales.

- Endeudaron fuertemente al país. La deuda se acumuló mucho más allá de límites razonables. La deuda externa alcanzó magnitudes enormes. Con eso el país pasó a ser mucho más dependiente de los acreedores y perdió el control de su propia política económica.

- Aumentaron fuertemente las desigualdades sociales, en particular la pobreza y el desempleo.

Origen

Las ideas sobre política económica que predominaban en Argentina, ligadas a la convertibilidad, tenían un fuerte signo ortodoxo. En los hechos había un solo enfoque y prácticamente no se discutía ni la vigencia de la convertibilidad ni otras alternativas de política de desarrollo y de política económica. En estas circunstancias tuvo lugar la creación del Plan Fénix. Un grupo de profesores de la Facultad de Ciencias Económicas pensamos que era necesario hacer un replanteo profundo de la estrategia de desarrollo y de la política económica del país, y dar cabida también a otros enfoques menos ortodoxos, más realistas, para salir del ahogo intelectual en que el país se encontraba.

Surgió la iniciativa de organizar un diálogo que discutiera tanto los fundamentos de la política oficial, como alternativas de acción. Inicialmente barajamos la idea de organizar una reunión en la que se discutieran la estrategia de desarrollo y la política económica que debía seguir Argentina. Pensamos en organizar una reunión amplia. Muy pronto llegamos a la conclusión de que una reunión así requería una preparación cuidadosa. Si no se organizaba bien, podía resultar en una presentación inorgánica de muchas ideas heterogéneas que apuntaran en distintas direcciones, que fueran contradictorias, sin foco y sin conclusiones claras. Era necesario diseñar una agenda con sustancia para focalizar la reunión y tratar de llegar a algunas conclusiones útiles operativas y realistas.

Por lo tanto, pensamos que debía haber una etapa previa de varios meses de duración en la cual un grupo pequeño de profesores de la Facultad de Ciencias Económicas preparara un documento técnico en el cual se examinara la situación de partida, se plantearan alternativas de estrategia de desarrollo con sus respectivas implicaciones, y se facilitara un diálogo orgánico. Esto podía conducir a planteamientos concretos acerca de qué hacer.

En una de las primeras reuniones se mencionó al Ave Fénix, que renació de sus cenizas. Nos pareció que en forma similar al Ave Fénix, en este caso era necesario lograr que Argentina renaciera de sus cenizas, volviera de la postración a que la había conducido la convertibilidad y retomara la senda del progreso. Por eso dijimos que el objetivo de ese ejercicio podía ser avanzar hacia el Plan Fénix. Este plan se proponía como un objetivo más distante, menos inmediato, porque en un período breve un grupo de profesores de la facultad trabajando a título personal y a tiempo parcial, sin apoyo para procesar información y realizar análisis más detallados, no podía elaborar en forma completa un plan de desarrollo. Pero sí podía poner en marcha el esfuerzo para avanzar hacia ese plan e ir obteniendo conclusiones que ya desde el principio permitieran contribuir a cambiar el eje de la discusión sobre estrategia de desarrollo y de política económica en Argentina.

Etapas

En el desarrollo de Argentina a partir de los primeros años del siglo XXI podrían distinguirse tres etapas:

1. Una primera etapa, que podría llamarse de reactivación, durante la cual se recuperara el nivel de actividad económica que el país había logrado antes de la crisis, usando en forma más plena la capacidad productiva existente, que estaba subutilizada

2. Una segunda etapa, de crecimiento de la capacidad productiva sobre líneas similares a las ya existentes, ampliando el capital ya instalado y penetrando más profundamente en mercados ya conquistados.

3. Una tercera etapa, de desarrollo de nuevas actividades más avanzadas, con cambio estructural. En esta etapa de desarrollo propiamente dicho, las industrias de bienes intermedios metálicos y químicos y las productoras de bienes de capital debían tener un papel protagónico. Estas nuevas actividades facilitarían el logro de un desarrollo tecnológico y la conquista de mercados para bienes más sofisticados. Esto también implicaba un desarrollo de tecnologías más avanzadas y una formación de mano de obra científica y técnica apropiada a las nuevas etapas.

Otro eje de una nueva estrategia era avanzar hacia una distribución del ingreso menos desigual, con disminución de la pobreza y mejoramiento del nivel de vida de sectores de ingreso bajo.

Estas etapas presumiblemente tendrían cierto grado de superposición. Pero lógicamente, en los primeros lustros de estas nuevas políticas predominaría la primera de estas tres etapas, que hemos llamado de reactivación. Gradualmente se iría avanzando hacia un componente creciente de crecimiento y de inversión, y sobre todo de transformación de la estructura económica y social.

En el tiempo transcurrido desde que comenzaron a aplicarse estas nuevas medidas, a través del primer decenio de este siglo XXI, se lograron avances importantes en materia de recuperación del nivel de uso de la capacidad productiva existente y se amplió la capacidad productiva en líneas similares a las existentes anteriormente. En menor medida se avanzó en la creación de nuevos sectores económicos y en el cambio estructural del desarrollo argentino en comparación con los patrones históricos.

A medida que se avanza en este proceso, el componente de desarrollo de nuevas capacidades productivas, la conquista de mercados externos para nuevos sectores productivos, el cambio tecnológico y la formación de nueva mano de obra con habilidades más sofisticadas, tienen que adquirir un protagonismo creciente en las estrategias de desarrollo y en las actividades del Plan Fénix.

Aportes

El Plan Fénix, como se dijo, estuvo formado desde el inicio por un grupo de profesores de la Facultad de Ciencias Económicas. Reconocimos también desde el primer momento que era necesario tener un diálogo con personas con talento especializado en temas que se requerían para la definición de estrategias realistas. Pensamos que era necesario acercarnos a técnicos del sector público y privado que manejan la política industrial y de innovación tecnológica, la conquista de nuevos mercados, las relaciones económicas con nuestros principales socios económicos (de América latina, de Europa, de Estados Unidos y Asia y de otros países en desarrollo). Por ese motivo invitamos a otros profesionales a reuniones del Plan Fénix.

¿Cuál es la que podríamos llamar la peculiaridad del caso argentino? La tarea de plantear ideas acerca de la estrategia de desarrollo de un país en forma realista y correcta ha sido siempre muy interesante y compleja. Pero en el caso de Argentina, ese ejercicio es ahora más difícil aun que antes del retroceso provocado por la política de convertibilidad: antes de ese retroceso el país tenía una experiencia histórica del propio avance y también contaba con la experiencia de países similares de América latina y de Asia. Ahora, esos otros países siguieron avanzando y superando etapas. Nosotros con la convertibilidad nos transformamos en un caso especial de desarrollo trunco, en el que es más difícil ver dónde tenemos que poner nuestro esfuerzo y cómo tenemos que manejarlo, con la combinación de realismo y de decisión que nos permita avanzar tan rápido y tan bien como sea posible.

En esto el aporte del Plan Fénix puede ser importante. Un grupo de técnicos independientes, sin ataduras a intereses específicos o a grupos de presión, que tiene como objetivo realizar una contribución intelectual sólida y honesta, se encuentra en una situación favorable para aportar ideas y discutir las ventajas de alternativas de desarrollo y de política económica. Esta es la tarea a la que está abocado el Plan Fénix.

Aunque el foco principal de estas breves notas estuvo puesto en los orígenes del Plan Fénix, tal como se dijo más arriba, de las tres etapas mencionadas, la primera, de reactivación, registró progresos importantes y se encuentra bastante avanzada. La segunda, de ampliación de la capacidad productiva en actividades ya existentes, requiere la aplicación de políticas de apoyo importantes pero menos difíciles de diseñar en la medida que se está transitando territorio relativamente más conocido; de todas maneras, se requerirá sostener un esfuerzo apropiado para continuar el progreso alcanzado y en eso el Plan Fénix puede realizar una tarea útil. Los mecanismos y medidas necesarias para apoyar esta ampliación de capacidad productiva existente y la mayor penetración en mercados son de tipos similares a los que han estado en aplicación. Siempre es necesario innovar, pero esta innovación no es tan difícil.

Donde se enfrenta un desafío más importante y más complejo es en el desarrollo de nuevos sectores y en la superación de desigualdades sociales pendientes. Como quedó señalado, en estos aspectos el esfuerzo de los integrantes del Plan Fénix puede ganar en efectividad si se lo complementa con aportes de profesionales especializados que están atacando estos problemas en la actualidad. Un diálogo sistemático y con un grado apropiado de profundidad con quienes manejan las políticas de apoyo a actividades no tradicionales, principalmente industriales y científico–tecnológicas, a la conquista de nuevos mercados y a la superación de problemas sociales, así como con quienes están a cargo de estos temas en el sector privado, puede ser un foco importante en estas actividades. Un aspecto que requiere una atención especial es el efecto que introduce la presencia predominante de nuevos países, como China e India, que ofrecen nuevas oportunidades como mercados de importancia, pero que también, y muy especialmente, plantean nuevos desafíos como competidores de enorme peso, salarios más bajos y políticas decididas de mejora de su competitividad

* Integrante fundador del Proyecto Estratégico Plan Fénix, FCE-UBA. Economista, Diploma de Honor de la UBA Magister en Ciencias Económicas de la London School of Economics. Ex secretario ejecutivo de la Cepal.

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