HISTORIA ECONóMICA ARGENTINA (1880-2009), DE DIEGO RUBINZAL
Con un lenguaje coloquial, sin perder profundidad, el investigador y colaborador de Cash escribió una obra imprescindible para comprender los modelos en disputa en la historia económica del país.
› Por Fernando Krakowiak
El investigador de la Universidad Nacional del Litoral y habitual colaborador del suplemento Cash, Diego Rubinzal, publicó Historia económica argentina (1880-2009). En la entrevista explica cuáles fueron las motivaciones que guiaron su libro y por qué decidió incluir el período actual de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.
¿Cuáles fueron los principios que guiaron su investigación?
–Trabajo sobre la idea de que Argentina, desde 1880 hasta la actualidad, enfrenta la disyuntiva de integrarse internacionalmente como una economía agraria basada en sus ventajas comparativas estáticas o avanzar hacia una estructura económica diversificada que genere otro modelo de desarrollo. Este es un eje que recorre todo el libro y, tal como se vio en la disputa por la resolución 125, sigue teniendo plena vigencia.
¿Cuál fue el momento clave del siglo XX en el que se intentó avanzar hacia una estructura económica diversificada?
–Hubo una etapa de maduración del modelo de sustitución de importaciones desde mediados de la década del ’60 hasta la dictadura de 1976, en la cual se fueron generando avances sobre algunas deficiencias que tenía el modelo, como la escasa integración productiva. Cuando José Bel Gelbard estuvo al frente del Ministerio de Economía se trataron de superar esos obstáculos y hubo resultados interesantes, como el aumento de las exportaciones industriales. Fue una etapa de transformaciones significativas respecto del clásico ciclo de stop and go, pero que se vio frustrada a partir de la dictadura militar.
Algunos analistas afirman que Argentina debe limitarse a industrializar los alimentos, pero no avanzar en otros sectores porque no podría competir en el mercado internacional.
–Estoy convencido de que se puede ir más allá. Pese a las diferencias históricas y culturales, lo que mostró el salto de los países asiáticos fue una decisión política de ir más allá y avanzar con una política de diversificación de la estructura productiva con un fuerte acento en lo industrial y con el Estado ocupando un lugar muy importante como disciplinador de los distintos agentes económicos.
Cuando los países asiáticos encararon ese proceso, lo hicieron con un nivel de proteccionismo que hoy no es aceptado por la Organización Mundial del Comercio.
–Es cierto, es una limitación, pero por eso creo que uno de los pocos caminos que les quedan a los países en desarrollo es generar un esquema económico basado en un tipo de cambio competitivo. Es lo que hizo este gobierno y hasta la fecha ha dado buenos resultados económicos.
En el libro incluye la presidencia de Cristina Kirchner. ¿No se le dificultó abordar desde el punto de vista histórico un período tan reciente?
–El día de la presentación del libro, el investigador del Conicet Demián Panigo lo que más rescató fue eso. Dijo que normalmente los investigadores que escriben sobre economía o historia evitan escribir sobre lo reciente por miedo a tratar con lo que los sociólogos llaman “los objetos calientes”. Fui consciente de ese riesgo, pero estamos viviendo un momento histórico y es importante hacer un esfuerzo por interpretar y conocer exhaustivamente qué es lo que nos está pasando. Hacer la autopsia es muy fácil, pero uno trata de desentrañar algunas de las cuestiones actuales.
¿Usted cree que en este período reciente hubo un avance concreto en pos de una estructura económica más diversificada?
–Todavía no se nota la existencia de una política industrial coherente, pero a pesar de eso hay mecanismos y programas que han llevado a que surjan nuevas pymes industriales y esto se expresa en un avance en la participación de la industria en el PBI y en las exportaciones industriales. Entre 2003 y 2010 pasaron del 25 al 34 por ciento de la canasta exportadora.
¿Los incentivos deben ser para toda la industria o direccionarse hacia algunos sectores considerados estratégicos, como hicieron los países asiáticos?
–Creo que hay que avanzar en la sintonía fina de la política industrial, pero es necesario tener en cuenta el contexto. Algunos jóvenes funcionarios de la Secretaría de Industria me dijeron alguna vez que ellos hubieran necesitado tener una generación arriba que les enseñe cómo avanzar con una política industrial. La destrucción de la capacidad estatal durante la dictadura militar y el menemismo es un costo que todavía estamos pagando. Hay que tener en cuenta desde dónde se partió
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