Dom 24.04.2011
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CONDICIONES LABORALES EN TEXTILES Y EN EL CAMPO

Trabajo esclavo y evasión

El trabajo en condiciones de superexplotación es una de las deudas sociales más importantes de la coyuntura actual en el campo laboral.

› Por Juan Montes Cato * y Jeronimo Montero **

A pesar del crecimiento de la economía y los esfuerzos por mejorar la calidad del trabajo, aún persisten miles de trabajadores que sufren jornadas laborales de hasta 17 horas, encerramiento, amenazas y demás violaciones a sus derechos. La situación muchas veces incluye mecanismos de captación propios de la trata de personas: en su lugar de origen se les ofrece un trabajo bajo condiciones medianamente aceptables, alojamiento, comida y transporte; pero una vez que arriban a destino, se encuentran con condiciones que distan de lo acordado, incluyendo algunos meses de trabajo gratuito como pago en concepto de deuda del traslado. Este dispositivo se observa en la producción agropecuaria, construcción y confección de indumentaria. Las leyes laborales penalizan al empresario que se encuentra en el extremo más favorecido de la cadena (por ejemplo, las marcas de ropa), aun cuando existe una cadena de subcontratación. Sin embargo, a pesar de las numerosas denuncias penales de la Fundación La Alameda, los avances de la Justicia a este respecto son nulos. Recientemente la conexión entre trabajo esclavo y evasión fiscal a escala millonaria en el sector rural abren nuevos caminos para la erradicación de esos abusos.

El fenómeno no es exclusivo de Argentina. En la última década se generaron en el mundo diversos protocolos, grupos de trabajo y legislaciones que apuntan a estudiar y a atacar ese problema. El giro en la balanza de poder entre capital y trabajo producida durante los noventa, por un lado, y el reemplazo del Estado de Bienestar por un Estado de tipo neoliberal, por el otro, tuvieron consecuencias lamentables para los trabajadores. Flexibilización laboral en el Norte e informalidad en el Sur llevaron a resultados similares: una abrupta caída de la participación de la masa salarial en el PBI, y un resurgimiento del trabajo esclavo y de la trata, no a niveles marginales sino como elemento central de ciertos sectores económicos. La reducción de las divisiones de inspecciones laborales sumado a un contexto desfavorable para los trabajadores produjeron una pronunciada pauperización de las condiciones de trabajo. Aprovechando la coyuntura, y ante un escenario nacional e internacional desfavorable para la producción local (bajos precios de bienes importados e inestabilidad económica), los empresarios hicieron uso masivo de la subcontratación, trasladando los riesgos de sus inversiones a sus trabajadores a través de la precarización.

El sector de la indumentaria es paradigmático en este sentido: si bien la mitad de las empresas del sector cerraron entre 1990 y 2000, la producción local no desapareció ni fue, como se argumenta desde el empresariado del sector, reemplazada por importaciones del sudeste asiático. Cientos de fábricas cerraron para subcontratar la producción a sus ex empleadas o a los talleres informales que desde mediados de los ochentas se multiplicaban. La alta demanda de ropa durante el primer lustro menemista fue cubierta por un creciente sistema de “talleres del sudor”. Hacia 1998 la crisis golpeó con fuerza a esa actividad, sobre todo a los talleres y sus trabajadores, que enfrentaron la mayor parte de los costos. Al recuperarse la economía a fines de 2002, la producción local de ropa aumentó significativamente. Hoy el sector está entre los más exitosos, a pesar de su alta vulnerabilidad a las crisis económicas. Sin embargo, este éxito se sustenta en la superexplotación de los trabajadores, pues el 75 por ciento de la ropa se produce en negro, y una altísima proporción de los trabajadores es víctima de trata y de trabajo esclavo. A su vez, el sector rural también se ubica entre los ganadores del modelo actual. Algunos grandes propietarios logran cierta reconversión tecnológica de la mano de la convertibilidad, incluso cancelando parte de la deuda gracias a quitas muy significativas. A pesar de ello las condiciones de explotación se mantienen.

El trabajo esclavo es probablemente una de las deudas sociales más importantes de la coyuntura actual en el campo laboral. Una parte del crecimiento de algunos sectores productivos se sustenta en la explotación de miles de trabajadores esclavizados. Contabilizar su magnitud es complicado, pero la gravedad del fenómeno requiere priorizar los esfuerzos por erradicar la existencia de esas formas de explotación

* Investigador del Ceil-Piette del Conicet y docente de la UBA.

** Doctorando en Geografía Humana, Universidad de Durham (Reino Unido).

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