POLéMICA LA EVOLUCIóN DEL MERCADO LABORAL DESDE 2003
El especialista Javier Lindenboim matiza los datos contenidos en un documento del Ministerio de Trabajo sobre el funcionamiento del mercado laboral en la primera década del siglo XXI.
› Por Javier Lindenboim *
En el Suplemento Cash de comienzos de abril se comentó un reciente documento del Ministerio de Trabajo sobre el funcionamiento del mercado laboral argentino en la primera década del siglo XXI. A fin de matizar tanto el informe como el comentario, vale la pena distinguir lo ocurrido al interior de este interesante lapso posterior a la crisis de fin de siglo.
El marco insoslayable es el aumento del empleo a tan alto ritmo que, en alguno de los primeros años de este proceso, casi alcanzó el porcentaje de aumento del Producto. Junto con ello, el incremento de la demanda de fuerza de trabajo trocó las condiciones desfavorables previas en su opuesto: la mayor parte de los nuevos puestos captados por las estadísticas eran empleos protegidos. Decir la mayor parte, sin embargo, es lo mismo que sostener que los otros, los precarios, también seguían aumentando, en forma lenta pero aumentaban. Por esta dinámica, la proporción de “trabajo en negro” empezó a disminuir desde el valor cercano al 45 por ciento registrado en 2002-2003.
Entre 2003 y 2007 (segundo trimestre en ambos casos), los ocupados crecieron el 25 por ciento, no computando como tales a los beneficiarios de planes sociales para quienes ése era el único ingreso. El ritmo es notable. Si comparamos con la dinámica de los noventa, por ejemplo, en aquel decenio en total no se llegó a incrementar un 10 por ciento la ocupación y su composición era en mayor medida de empleos precarios cayendo el número de empleos protegidos.
Ahora bien, aun sin poner en cuestión los datos oficiales más recientes, es llamativo lo ocurrido desde 2007 en contraste con el cuatrienio previo. Aquel 25 por ciento de incremento de la ocupación entre 2003 y 2007, de haber mantenido su ritmo, debió expresarse en los tres años siguientes en una cifra del orden del 18 por ciento. Sin embargo, el valor registrado fue de menos de un tercio de esa cuantía, pues ni siquiera alcanzó el 5 por ciento en el acumulado trienal. Esto se originó tanto en la fuerte caída del ritmo de absorción ocupacional en 2007 y 2008 como en la nula variación en 2009.
En el trienio 2003-2005 se habían sumado más de 1,2 millón de asalariados en los 28 aglomerados de la EPH (sólo uno de cada cuatro nuevos trabajadores eran precarios). Luego, el ritmo fue cada vez menor: en 2006 ingresaron poco más 300 mil y en 2007 menos de esa cifra, con mayor predominio de protegidos. El proceso se fue agudizando dado que en 2008 y 2009 el aumento ya fue exiguo. Contemporáneamente, empezaron las dudas sobre los propios datos disponibles, los que estuvieron accesibles sólo varios años después, dudas que se alimentaban con algunas cosas extrañas. Por ejemplo, durante todo 2007 y hasta el tercer trimestre de 2008 en ese universo de las ciudades cubiertas por la EPH había en torno de 10 millones de ocupados, casi sin cambios. Pero a fines de ese año, en simultáneo con las primeras medidas anticrisis elaboradas por el Gobierno, la encuesta dice que en el último trimestre se incrementó la ocupación en un cuarto de millón, principalmente asalariados. Las cifras oficiales dicen eso y deberíamos admitirlas. Sin embargo en sí mismas y en comparación con otros indicadores complementarios generan, al menos, perplejidad.
En 2009 siguieron las dudas. Se puede discutir si ese año fue de “magro crecimiento”, como dice el Indec al anunciar uno del 0,9 por ciento o aceptar lo que mayoritariamente se considera como reflejo de lo acontecido: una caída del Producto por primera vez desde mediados de 2002. Allí la discusión es si el descenso fue del uno, del dos o del tres por ciento. Pues bien, en ese año, la EPH dice que los asalariados disminuyeron algo (menos de cien mil puestos). Lo notable, sin embargo, es que a diferencia de cualquier otro momento crítico ello resultó de una mayor caída de los puestos de trabajo precarios y de una suba de los protegidos. Nótese que en 2009 estaban en plena vigencia los procedimientos de crisis operados por el Ministerio de Trabajo para evitar despidos masivos. Una vez más nos asaltan las dudas.
Una nota adicional. La población activa (ocupados más desocupados) creció más de 6 por ciento en los cuatro años iniciales. En el trienio siguiente su ritmo fue casi la mitad. Esa baja de la oferta explica, en parte, la baja del desempleo.
Más allá de estas cuestiones, de ninguna manera asuntos de escasa importancia, lo cierto es que si el balance de la poscrisis no lo hacemos circunstanciadamente es seguro que nuestras conclusiones sean inadecuadas, no percibiendo, por ejemplo, que las dificultades ya estaban presentes antes de la crisis mundial y, aun, de la pugna por la Resolución 125. En especial si lo que nos preocupa es el interés de los trabajadores que pasaron por algunos años de gran bonanza, pero han entrado a un lapso en donde es necesario reflexionar seriamente sobre el modo de recuperar el dinamismo perdido en el mercado de trabajo
* Director del Ceped/UBA e investigador principal del Conicet.
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