Dom 31.07.2011
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DEBATE SOBRE LOS DETERMINANTES CULTURALES

Sin destino

› Por Diego Rubinzal

Algunas voces del mundo académico y político continúan señalando que las pautas culturales argentinas obstaculizan el desarrollo económico. Esas concepciones imbuidas en la idea del determinismo cultural provienen de larga data. Por ejemplo, es muy conocido el desarrollo teórico del sociólogo alemán Max Weber, en su libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo, acerca de que las pautas culturales introducidas por el protestantismo favorecieron el desarrollo económico.

Si bien el ocaso del colonialismo clásico contribuyó a desacreditar esas concepciones, el culturalismo determinista goza de buena salud en algunos círculos académicos.

En cambio, el coreano Ha-Joon Chang es uno de los economistas que combaten esa visión. En su obra ¿Qué fue del buen samaritano?, Ha-Joon Chang relata que en 1915 “tras visitar multitud de fábricas en un país en vías de desarrollo, un consultor en gestión de empresas australiano dijo a los funcionarios de gobierno que le habían invitado: ‘Mi impresión con respecto a su mano de obra barata es negativa. Me desilusioné enseguida

Cuando vi trabajar a su gente. No hay dudas de que se le paga poco, pero su rendimiento es igualmente bajo. Ver trabajar a sus hombres me hizo pensar que son ustedes una raza muy acomodadiza y conformista que reconoce que el tiempo no es un objetivo. Cuando hablé con algunos gerentes me informaron que era imposible cambiar los hábitos de legado nacional’”. La nación visitada por el consultor australiano tenía un nivel de ingresos inferior a la cuarta parte de Australia y no era otra que la tercera potencia económica mundial actual: Japón.

Ha-Joon Chang demuestra, a través de la divulgación de una serie de documentos, que la calificación de los japoneses como “seres holgazanes” era una práctica común por aquellos tiempos. Asimismo, los británicos sostenían a comienzos del siglo XIX que los alemanes eran demasiado individualistas, poco honrados e incapaces de cooperar entre ellos.

Por su parte, los coreanos eran criticados por su falta de puntualidad. A tal punto llegaba ese atávico incumplimiento, que se popularizó la irónica expresión “hora coreana”. Como señala Ha-Joon Chang, “si el éxito económico está realmente determinado por ‘hábitos de legado nacional’ algunos pueblos están destinados a ser más prósperos que otros y no se puede hacer gran cosa al respecto. Algunos países pobres no tendrían más remedio que seguir siéndolo”.

La pasada debacle o la actual recuperación económica argentina no fueron resultado de ninguna causa imputable al “ser nacional”. Lejos de ser un destino manifiesto, el relativo éxito o fracaso económico-social fueron consecuencia de la aplicación de determinadas políticas. En ese sentido, las posturas culturalistas intentan exculpar a las recetas neoliberales como causantes de los males que todavía aquejan a la Argentina

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