ENTREVISTA A MARTIN KHOR, DIRECTOR DEL SOUTH CENTER
El investigador malayo analiza la transformación de la política económica argentina desde los tiempos en que asumía los dictados del Consenso de Washington hasta su actualidad con signos de autonomía.
› Por Natalia Aruguete
Martin Khor es director del South Center, una organización intergubernamental de países en desarrollo con sede en Ginebra, y miembro del Comité de Políticas de Desarrollo de las Naciones Unidas. Este investigador malayo, experto en comercio internacional, desarrollo sostenible y derechos de propiedad intelectual, visitó Buenos Aires invitado por el Cemop, la CNV y el Cefidar. En esta entrevista con Cash, Khor habló sobre el debate actual en materia de comercio internacional y los impactos de los acuerdos entre países ricos y pobres sobre las economías locales. Además describió los modelos de desarrollo de los países asiáticos y enfatizó el rumbo seguido por la Argentina en la última década.
En términos de crecimiento, ¿cómo ve la evolución de la economía de algunos países de América latina en los últimos años?
–Lo que conmueve de América latina, y en particular de la Argentina, es que las políticas han cambiado. Argentina es un país que seguía estrictamente las premisas del Consenso de Washington, la crisis de 2001/2002 se produjo como resultado de eso. A partir de ese momento hubo un cambio con políticas más balanceadas. El gobierno está tomando un rol importante en la regulación de los mercados y en la formulación de un plan de desarrollo. Además hay dos casos donde se tomaron iniciativas innovadoras que se diferenciaron de las propuestas del FMI.
¿Cuáles?
–Malasia, a partir de la crisis que tuvo en la década del ‘90, introdujo los controles de capital para evitar la salida de capitales. Eso permitió no tener una gran crisis de la deuda. La otra gran innovación le pertenece a la Argentina. Acá hubo una política muy distinta a la que pedía el FMI, que fue la reestructuración de la deuda. Eso le permitió a la Argentina volver a crecer.
¿Qué necesitan los países en vías de desarrollo para crecer?
–Deben tener su propia capacidad de producción, y hacerlo a través de sus industrias y sus servicios locales. Las empresas extranjeras pueden contribuir en algún sentido en los procesos de modernización, pero no deben tomar todas las tareas que requiere un país para desarrollarse. Los gobiernos deben ser los responsables y tener una política para este desarrollo, además pueden ayudar brindando créditos o subsidios o para hacer investigación y desarrollo. En algunos casos, los países lo hacen garantizando las compras de los productores agrícolas locales para poder tener soporte de una demanda. Esta ha sido siempre la receta habitual del desarrollo. Uno de los motivos por los cuales muchos países de Africa y América latina no pudieron desarrollarse en los años ’70, ’80 y ’90 fue que las condiciones impuestas por el Fondo Monetario y el Banco Mundial negaban esta receta.
¿Y en Asia?
–En muchos países de Asia no entramos en la trampa de la deuda. Tuvimos nuestras propias políticas que nos permitieron crecer. Países como Corea y China hicieron su gran desarrollo porque tuvieron sus propias políticas de desarrollo.
¿Cuáles son los rasgos centrales de las políticas de esos países?
–El primer tema es que el Estado cumple un rol muy importante en la economía. En los servicios públicos, como educación y salud, el gobierno tiene una participación directa. En los sectores manufactureros y en los servicios, el gobierno aporta planificación y apoyo para dar perspectiva a esos sectores. Tenemos política industrial, comercial y de servicios financieros.
¿Cuál es el rol de los Estados al interior de las compañías?
–Con respecto a las empresas extranjeras, se eligen aquellas que pueden tener contribuciones de tecnología y marketing, y que comparten los beneficios de sus resultados con la población. A muchas compañías se les pide que hagan joint venture con las empresas locales. A través de este tipo de acuerdos, la empresa local gana el know how de tecnología. Para muchos de nuestros países, las compañías locales son las más importantes y hay un clima cooperativo entre las empresas privadas y el gobierno. Hay empresas que antes eran departamentos del gobierno y se convirtieron en compañías para dar ese salto de modernización.
¿Y cómo funcionan actualmente?
–Compiten con empresas privadas, pero son propiedad del gobierno. Esas empresas se pueden asociar con empresas extranjeras –el Estado queda también vinculado– y pueden competir en el mercado. Pero compiten con empresas públicas que funcionan como casos testigos, en un juego de productividad. Hay un famoso banco de desarrollo en Singapur –el Banco de Desarrollo de Singapur–, que es una entidad del gobierno y funciona como un banco comercial, compitiendo con los bancos privados.
¿Cuáles son los temas centrales que se están debatiendo en las negociaciones comerciales internacionales?
–Hoy, un aspecto central es el de los acuerdos comerciales bilaterales, especialmente los que tiene la Unión Europea con muchos países de Africa, Asia y América latina. La UE también está trabajando en acuerdos con el Mercosur. Otro tema es el de los acuerdos bilaterales de inversión: algunos son muy dañinos para los países en vías de desarrollo. Hay también acuerdos de propiedad intelectual en la WIPO (Organización Mundial de Propiedad Intelectual) y, paralelamente, negociaciones a nivel internacional relacionados con el cambio climático. Por último, un ámbito a atender es el de las negociaciones por los acuerdos multilaterales vinculados con la crisis financiera global.
¿Cuáles son los principales daños de los tratados bilaterales?
–Cuando los Estados Unidos o los países europeos firman un tratado bilateral con países en desarrollo, les piden que bajen los aranceles de importación para casi todos los bienes. Eso tiene efectos negativos, especialmente para las empresas medianas y pequeñas locales y para el sector agrícola. Ello no se ve tanto en la Argentina porque el campo es muy eficiente. Pero, en muchos otros países, las empresas quiebran y los agricultores pierden su capacidad de seguir produciendo por la competencia que significa la importación. El otro daño se produce en las compañías de servicios, como bancos locales o compañías de seguro, que deben abrirse a la competencia de las empresas extranjeras.
¿Fue posible encarar negociaciones más beneficiosas para los países en desarrollo en los últimos años?
–Sí, seguramente. Una posibilidad es el rechazo de algunos países hacia este tipo de acuerdos.
¿Por ejemplo?
–Venezuela, Bolivia. El propio rechazo al ALCA significó negarse a este tipo de acuerdos. Actualmente, frente a los intentos de algunos países europeos, en Africa dicen que no firmarán este tipo de acuerdos. Y en Asia no se está negociando con Estados Unidos –hubo problemas con Corea, Malasia, India–, aunque sí con Europa. De cualquier forma, hay una gran oposición de los movimientos sociales de esos países hacia este tipo de convenios
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