› Por Natalia Aruguete
En España, el 20,9 por ciento de la población económicamente activa está desocupado. En Grecia, el 15,2. En Portugal, el 12, y en los Estados Unidos, casi el 10 por ciento. La cifra casi se duplica en el caso de los jóvenes, con tasas de 46 por ciento en España, 33 en Grecia y 22 en Portugal. La Oficina del Censo norteamericana informó que el nivel de pobreza en ese país llegó al 15,1 por ciento, el mayor desde que se iniciaron las estadísticas, hace 52 años. Frente a este panorama, y pese a la creciente ola de indignación popular, no parece haber espacio en la dirigencia política de esos gobiernos para revisar sus medidas de ajuste. Por el contrario, el temor por la deuda pública en la Zona Euro profundiza ese sendero de deterioro, según Rob Vos, director de la División de Análisis y Políticas de Desarrollo del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas, en su visita a Buenos Aires. Además de alertar sobre los altos niveles de desempleo, Vos detalló a Cash los graves problemas financieros sin resolver que enfrentan las economías más avanzadas y criticó duramente el retiro de los estímulos fiscales. Sin espíritu de cooperación internacional, los países no podrán enfrentar la crisis y se corre el riesgo de caer en recesión, concluyó el funcionario de la ONU.
¿Cuáles son los motivos que lo llevan a pensar que puede profundizarse la crisis?
–Los problemas en el sector financiero. En Europa y Estados Unidos no han arreglado el tema de la deuda por vencer. En los países europeos, esta situación se complica por la deuda pública: la banca europea tiene mucha exposición en Grecia y Portugal, y ejerce mucha presión para evitar la contabilización de fuertes quebrantos en sus balances. Eso impacta en la economía real.
¿Cómo?
–En Estados Unidos, el desempleo sigue en niveles muy altos y no se logra recuperar el mercado de viviendas, que es muy importante para su economía. Esos dos factores deprimen el consumo privado, que ha sido el motor de la economía norteamericana en los últimos 15 años. Además, el estímulo fiscal se está retirando para empezar con recortes. Eso colabora para que la demanda agregada se mantenga muy baja. Y no se la está impulsando con nada. En la Zona Euro, el crecimiento ha llegado a cero, mientras que en Estados Unidos es menor del esperado. Estamos frente a un panorama en el que si bien aún no hay recesión en los países más avanzados, se podría entrar en una.
¿Por qué?
–Se puede desarrollar el “mercado de pánico”. Si esa percepción se vuelve más pesimista, puede ocurrir que se retiren los inversionistas, que los consumidores dejen de consumir y que eso aumente los problemas que ya existen. Con este tipo de pesimismos, la crisis se vuelve una profecía autocumplida.
¿Cómo evalúa la implementación de políticas restrictivas?
–Todos los países están muy preocupados por sus deudas, que se incrementaron a causa de la crisis. Algunos políticos, en cambio, opinan que fueron causadas por los programas de estímulo fiscal, aunque éstos han tenido muy poca incidencia en el aumento de la deuda. Lo que ocurrió, en realidad, es que los ingresos fiscales bajaron por la crisis y eso aumentó los déficit. Por eso los acreedores han tenido que prestar más plata. Muchos gobiernos no lo evalúan así y están decidiendo un ajuste fiscal. Eso es muy peligroso porque quita estímulo a la demanda agregada, mientras que la demanda privada no se ha reactivado. Eso se convierte en un círculo vicioso: si el crecimiento baja o comienza una recesión por el retiro del estímulo fiscal, el problema de la deuda pública va a empeorar.
¿El incremento de las protestas en varios países de Europa y también en Estados Unidos pueda incidir en un cambio de rumbo?
–El espacio político para hacer cosas diferentes se ha reducido y muchos países han dejado de usarlo. Un caso es Estados Unidos, donde tenían un programa bastante grande –aunque no lo suficientemente grande– para reactivar la economía. Políticamente era más conveniente generar programas de incentivos con rebajas de impuestos, aunque hubiese sido mucho mejor trabajar directamente en el área productiva, impulsando mejoras en la infraestructura con miras en el mediano y largo plazo, con lo que se hubiese generado más empleo. Muchos sectores importantes de la economía de los Estados Unidos se han quedado atrás, por eso mantienen sus déficit comerciales. Un sector importante es el de las tecnologías ecológicas verdes, donde se debería invertir en eficiencia energética para los productos que usan energía. Son áreas donde los países europeos y los Estados Unidos podrían asumir liderazgo en los mercados mundiales.
¿Cómo contribuirían esas áreas para salir de la situación actual?
–En esos sectores hay muchas oportunidades y la infraestructura puede crear nuevos dinamismos que sean, a su vez, sustentables. Muchas de esas tecnologías ya existen pero hay que desarrollarlas de una forma que se puedan usar a gran escala. Esa debería ser la apuesta de la economía de Estados Unidos, e incluir a países como Argentina, entre otros. No podemos volver al mismo patrón que antes de la crisis. Porque hay muchas visiones que, aunque con ciertas modificaciones, se parecen a lo prevaleciente antes de la crisis.
¿Cuáles son los rasgos de esa época?
–Economías creciendo muy rápido empujando los precios de los bienes básicos para arriba y manteniendo los desequilibrios. No hay que esperar que se vuelva al mismo esquema de los Estados Unidos, con un crecimiento del consumo que alimenta el superávit comercial de China. Lo más probable es que ahora se repita en una situación mucho más volátil. Entonces, si no se contrarresta, será mucho más difícil volver a un territorio más tranquilo.
¿Cómo describiría la dinámica del crecimiento multipolar?
–Antes de la crisis ya se hablaba mucho de esa dinámica y se creía que esto sería estructural. Creo que eso dio lugar a que no se mirara que la crisis que comenzó en Estados Unidos podría trasladarse tan rápido a otros países. En nuestros informes (de Naciones Unidas) hemos sostenido que, aunque hay factores de conducta de crecimiento autosostenido en países como China (es decir, economías grandes con dinamismo propio), al mismo tiempo estos países están muy abiertos a la economía mundial y son muy dependientes de ésta. China trabaja mucho en cadenas productivas y el colapso del comercio mundial de fines de 2008 afectó mucho a ese país. Si bien China logró recuperarse pronto, puso en evidencia la vulnerabilidad de todo el sistema por su interdependencia. Esto está relacionado con que el crecimiento del comercio mundial también ha llegado a un punto de estancamiento y los países asiáticos lo están sintiendo.
¿Cómo se manifiesta?
–Japón, para crecer, depende muchos de sus exportaciones, y por falta de demanda ha llegado a un punto de estancamiento que está afectando a toda la economía mundial. Con respecto a los países en desarrollo, hay una diferencia respecto de lo que ocurría en el pasado, por lo que no entrarán rápidamente en una nueva recesión.
¿Por qué?
–Porque tienen más bases domésticas, al menos en el corto plazo pueden resistir. Depende, en parte, de qué tan grave sea el deterioro en los países más avanzados. Más concretamente, en qué medida China sobrevive a este sistema para seguir generando demanda externa para otros países. Pero lo que sí es muy claro es que habrá un enfriamiento, también en los países emergentes. Hablo de régimen multipolar porque se da una divergencia entre los países.
¿En qué consiste?
–Hay países que se han vuelto más dependientes de la economía mundial, sobre todo los países exportadores de bienes básicos. Se habla de una reprimarización de muchas economías. En América latina, eso se observa en países como Ecuador, Venezuela y Colombia, a los que se ha agregado Brasil, que le ha ido muy bien por los precios altos de los bienes básicos. Entonces, otro bajón en los precios de los bienes primarios o la disminución de la demanda por parte de la economía China son factores que pueden hundir fácilmente a muchos países de la región, que no han logrado una diversificación suficiente de sus economías. En realidad, en todas las economías que no lograron una buena diversificación interna siempre hay posibilidades de que se vuelva a una situación de retraso por la volatilidad existente.
¿Cómo podría alcanzarse un desacoplamiento de estas economías?
–No es que haya que desacoplarse. El punto es tratar de no depender sólo de los productos de bienes primarios. En Argentina se está dando con su crecimiento actual. No sólo se tata de empujar los productos más demandados sino también de usar esas ganancias para invertir en otras actividades. La idea es crear más vínculos con la economía doméstica, estimulando actividades y servicios para así alentar la inversión en otros sectores que fortalezcan la diversificación económica. Si eso ocurre, una crisis los podrá afectar, pero habrá más resistencia.
¿Cree que la acumulación de reservas permitió enfrentar la crisis en mejores condiciones?
–Claro. Muchos países están usando sus reservas para intervenir en los mercados de divisas para que no se aprecie demasiado el tipo de cambio. Eso es un poco lo que ocurre en Argentina, aunque no se logre enteramente en todos los casos, como en Brasil. Creo que hay que tener reservas, pero hay países que ya tienen demasiadas. El nivel de reservas de China equivale al 50 por ciento de su PBI.
¿Qué efectos puede tener semejante acumulación de reservas?
–Alimenta los desbalances mundiales y financia, en buena medida, el déficit de los Estados Unidos. Se llega a un punto en que induce a un peligro de inestabilidad en los mercados de divisas. Cuando Estados Unidos quiera licuar su deuda, y para lograrlo imprima más dólares, generará más inflación. Eso debilitará el dólar, por lo que los países que tiene muchos dólares acumulados pasarán a tener mucho menos en términos reales.
¿Cómo evitar que los países emergentes financien a los más avanzados?
–Para eso tienen que contribuir ambos. Los países avanzados, reduciendo la diferencia de la atracción de los mercados de derivados sobre la cual no hay ninguna regulación. Esto es, mitigar la especulación en los mercados financieros. A su vez, los países emergentes deben poner más control a sus capitales –algunos ya lo están haciendo– mediante impuestos. También hay que pensar en controles de los capitales extranjeros. Hay mucho capital golondrina que es muy volátil y el manejo de la política económica se vuelve mucho más difícil.
¿Cómo cree que va a evolucionar esta crisis en el mediano plazo?
–Es posible que el escenario se mantenga más o menos como hasta ahora, con un período prolongado de poco crecimiento en los países avanzados, un crecimiento menos rápido –aunque todavía positivo– en los países emergentes y mucha incertidumbre y volatilidad. A Europa le va a llevar mucho tiempo resolver su crisis. También va a llevar tiempo que los mercados se estabilicen. En Estados Unidos va a haber peleas políticas por la política fiscal que van a sumar incertidumbre. Espero que los políticos y líderes mundiales se pongan de acuerdo para tomar firmes decisiones. Para resolver la crisis es muy importante volver al espíritu de cooperación internacional, porque si seguimos en la onda de que cada país avanza por sí solo, no se podrá resolver
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