› Por Tomás Lukin
La recuperación de las políticas activas del Estado en el mercado laboral en los últimos ocho años tuvo un actor oculto que, sin embargo, fue trascendental para corregir estrategias y adecuar las herramientas a las condiciones cambiantes del mundo del trabajo. Marta Novick es la especialista que Carlos Tomada convocó, apenas se hizo cargo del Ministerio de Trabajo, para ocuparse del seguimiento y análisis de esa realidad dinámica. Al frente del área de Programación, Técnica y Estudios Laborales del ministerio, esta socióloga formada en la UBA y la Universidad de París VII comenzó con un equipo de veinte profesionales y hoy congrega a más de setenta. A la serie de estudios publicados bajo el título “Trabajo, ocupación y empleo” acaba de sumar un ensayo titulado “Multinacionales en Argentina”, donde analiza las estrategias de empleo y relaciones laborales en particular en este tipo de empresas. “El mito neoliberal de que las multinacionales son las que mantienen el empleo, son innovadoras y generan derrame no es cierto”, es una de las conclusiones desafiantes que lanza Novick. En esta entrevista, la responsable del análisis estratégico de la cartera laboral analiza éste y otros fenómenos de los distintos actores en estos años, en particular frente a la crisis, por qué se consiguió una rápida recuperación de una distribución más justa del ingreso y qué se debería hacer para que ese proceso no se detenga.
¿Cómo se explica la mejora en la distribución del ingreso?
–Las políticas orientadas al mercado de trabajo y la protección social, la decisión de poner el empleo en el centro de las políticas públicas, demostró ser un pilar central en la inclusión social. No sólo en la distribución del ingreso sino también en la reducción de la pobreza e indigencia. Entre 2003 y 2010, el índice de Gini cayó 17 por ciento. Esta reducción en los niveles de desigualdad se logró básicamente por el crecimiento del empleo registrado y de sus ingresos. El 72 por ciento de esa caída está explicada con lo que ocurre en los ingresos laborales de las familias. En especial el crecimiento del empleo registrado y su remuneración explican el 45 por ciento del comportamiento de esa caída mientras que más del 25 por ciento se origina en la reducción de los empleos precarios, dado que muchos de esos asalariados se han insertado como trabajadores formales.
Además, no sólo hay incrementos de empleo registrado y su salario, sino que esto ocurre en una proporción mayor entre los deciles más bajos de la distribución, que también se beneficiaron de los sucesivos incrementos del salario mínimo. Pero el mercado de trabajo no fue el único factor de reducción de las desigualdades, sino que también la expansión del sistema de protección social ha incrementado los ingresos no laborales. La mejora de la cobertura e ingresos provenientes de las jubilaciones y pensiones ha explicado más del 20 por ciento de la mejora distributiva. Entre 2009 y 2010 la Asignación Universal por Hijo explicó una parte significativa de la disminución en la desigualdad.
¿Qué significa profundizar el modelo en materia de políticas laborales?
–Una política macroeconómica que integre el sostenimiento de la demanda agregada, además de no perder de vista otras condiciones, como la evolución de los macro-precios y su relación con la estructura productiva y el mercado de trabajo, la regulación de los mercados de capitales y la administración de los riesgos de la globalización financiera. Más allá de estas condiciones macro, necesitamos avanzar en la implementación de políticas que desarrollen la competitividad genuina. Después de años de tipo de cambio competitivo y un amplio espectro de ventajas, las empresas todavía exhiben una organización del trabajo rutinaria con largas jornadas y pocos cambios. Los beneficios se concentraron en mejoras de rentabilidad, más que en mejoras salariales. El Estado reconoce esa situación. Es necesario encarar una estrategia de generación de empleo productivo de alta calidad que permita no solo reducir los niveles de desempleo sino también mejorar los ingresos laborales y su distribución. Hoy el grupo de empresas innovadoras es muy reducido. El desafío es seguir introduciendo estrategia innovativa en el tejido productivo, que no pase sólo por las empresas de base tecnológica software, biotecnología y nanotecnología. Es necesario que incluso el sector textil sea innovador.
Los indicadores laborales no evidencian un deterioro, pero el dinamismo del mercado de trabajo y las mejoras distributivas parecen haberse estancado.
–Acabamos de atravesar una fase contractiva durante la crisis en 2009 y ahora hay una recuperación lenta. Por eso es necesario ver la evolución del mercado de trabajo en el largo plazo. Además, tenemos que tener en cuenta que la generación de empleo entre 2004 y 2006 es inédita. A medida que el modelo fue madurando observamos un período de formalización: las empresas comienzan a sustituir empleo en negro por empleo formal. Detrás de tasas más modestas de crecimiento del total de ocupados, se esconde una situación de crecimiento del empleo formal a tasas tan altas como el crecimiento económico, junto con reducción de la informalidad o la precariedad. Con el estallido de la crisis financiera internacional, Argentina no estuvo exenta de sus consecuencias. Aunque pudo, con políticas expresas, amortiguar la caída del empleo, en especial del empleo de calidad. Aun con bajas en la producción, las empresas sostuvieron mucho los puestos y hasta pudieron crear más.
La actual fase de recuperación es quizá resultado de las tendencias verificadas: por un lado las empresas pudieron afrontar el mayor crecimiento económico sin una alta generación de empleo, por el atesoramiento de trabajadores durante la desaceleración de 2009. Por otro lado han vuelto a un régimen de mayor creación de empleo formal con caída del empleo precario. Todavía hay una gran cantidad de empleo no registrado y mucha heterogeneidad al interior de los empleos registrados.
¿Qué particularidades exhibe el mercado de trabajo de las empresas multinacionales?
–Hay una mitología muy difundida acerca del rol de las firmas extranjeras. Se dice que son buenas porque traen nuevas prácticas laborales, que pagan mejores salarios y que se insertan en las cadenas globales de valor. Nosotros observamos que si bien frente a las crisis mantuvieron más empleo, en la reciente crisis las firmas nacionales son las que retuvieron más trabajadores. El mito de que las multinacionales son las que mantienen el empleo no es cierto, depende mucho del escenario global. En materia salarial, las multinacionales y las firmas exportadoras suelen tener salarios por encima de la media. Pero en estos últimos ocho años, donde existieron muchísimas negociaciones colectivas, las brechas se achicaron. La negociación colectiva juega un rol de homogeneización muy fuerte.
También se suele decir que las firmas extranjeras son las que más innovan.
–Supuestamente las multinacionales innovan y generan derrames, y los trabajadores después pasan a firmas nacionales donde conducen esos procesos de innovación. En Argentina es al revés. Los trabajadores pasan de las empresas nacionales a las multi, que son las que aprovechan las competencias generadas por las firmas locales. No se trata de demonizar a las multinacionales, sino de evidenciar los comportamientos diferentes a lo que indica la mitología neoliberal sobre sus beneficios. Además, hay muchas diferencias de comportamiento al interior de las multi de acuerdo al origen del capital, fundamentalmente en lo relativo a las relaciones laborales. Por ejemplo, las empresas industriales de capital estadounidense tienen una tasa de sindicalización mucho más baja y un menor rol de los sindicatos que las multinacionales de capital europeo.
¿Cómo se explica que durante la crisis el Estado argentino haya subsidiado a grandes multinacionales como General Motors?
–Es absolutamente lógico. El Estado desplegó una política anticíclica. El mercado interno para la industria automotriz no exhibía problemas, los problemas estaban en el exterior. Los ajustes que iba a aplicar General Motors eran por un problema de la empresa a nivel global. Entonces, el Estado apoyó a la compañía para mantener el empleo y la producción a través del Fondo de Garantías de Sustentabilidad de Anses y el Programa de Recuperación Productiva. Fue necesario un trabajo conjunto entre el gobierno nacional y la provincia de Santa Fe. Sin esas medidas, las estrategias de disminuir empleo por la situación de los balances globales en las casas matrices hubieran sido mucho más fuertes.
¿Cuál es el rol de la sindicalización y la negociación colectiva?
–La negociación colectiva y la sindicalización de los trabajadores achican las brechas salariales en todas las actividades. Nosotros realizamos una investigación sobre mercado de trabajo y género en la posconvertibilidad. Tomamos dos sectores tradicionales, hotelería y química, y dos donde suponíamos podría haber una relación distinta con la mujer, como software y publicidad. En todos los sectores la brecha salarial entre hombres y mujeres era la misma, 20 por ciento. La excepción eran las ramas más bajas de hotelería y química, donde hay convenios salariales que reducen la brecha y fijan un piso. Pero el salario no solo creció mediante la negociación colectiva sino también a través de mayores incrementos del salario mínimo y de las categorías más bajas de la escala. Así se logra una reducción de las diferencias salariales quebrando la tendencia que se venía verificando previamente. El índice de dispersión salarial entre todos los trabajadores registrados del sector privado cayó 23 por ciento, quebrando la tendencia contraria que se observó durante la convertibilidad. Las políticas implementadas repercutieron favorablemente en lograr una estructura salarial más equitativa
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