Dom 17.06.2012
cash

DESARROLLO ECONóMICO SUSTENTABLE Y RECURSOS NATURALES

La huella ecológica

Esta semana comienza la Cumbre Río+20, que debatirá la promoción de la economía verde y el marco institucional para el desarrollo sustentable. Existen posiciones divergentes entre las potencias económicas y los países emergentes.

› Por Natalia Aruguete

Entre el 15 y 23 de junio se llevará a cabo la Cumbre de los Pueblos sobre Río+20 por la Justicia Social y Ambiental, en Río de Janeiro. La Asamblea General de Naciones Unidas delineó dos temas para esta conferencia. Por un lado, promover una economía verde en el contexto del desarrollo sustentable y erradicar la pobreza. Por otro, diseñar un marco institucional para el desarrollo sustentable. El economista José Salvador Cárcamo compiló el libro Bioeconomía y desarrollo en América latina y el Caribe. Cash entrevistó a este investigador de la UBA sobre la viabilidad de impulsar una redistribución de los recursos a nivel mundial que elimine el intercambio ecológicamente desigual entre países desarrollados y periféricos.

¿Cuáles son los principales rasgos de la deuda ecológica entre países centrales y periféricos?

–La deuda ecológica surge del intercambio ecológicamente desigual, ya que en el precio de los recursos naturales que exportan los países de la periferia no están incluidos los daños ambientales y el hecho de que nuestros recursos naturales no son reproducibles. Es decir que hay una infravaloración de los servicios del medio ambiente y de nuestros recursos naturales. Por ejemplo, los chilenos venden el cobre a un precio menor del que deberían venderlo sin ejercer su poder monopólico sobre ese recurso. ¿Por qué lo hacen? Porque ese recurso es manejado por las multinacionales.

¿Qué papel ha jugado la deuda externa de los países periféricos en el marco de la deuda ecológica?

–La deuda externa hizo necesario que los países de América latina tuvieran que pagar un gran monto de intereses, y el principal recurso para obtener esas divisas son los recursos naturales. Por ende, el creciente aumento de los intereses de la deuda llevó a un aumento en la explotación de estos recursos.

¿Cómo se calcula la deuda climática en este intercambio desigual entre países desarrollados y países periféricos?

–La huella ecológica es la demanda de recursos naturales por parte de una persona en una economía determinada y está expresada en términos del espacio físico requerido para sostener esa demanda de recursos naturales. A nivel mundial, se calcula que la huella ecológica es de 1,5 vez el planeta Tierra.

Ese cálculo, ¿qué implicancias tiene?

–Significa que se requerirían 18 meses para generar los recursos que la especie humana demanda y asimilar los residuos. Ahora bien, los países centrales, que representan el 12 por ciento de la población mundial, son responsables del 70 por ciento de la emisión del dióxido de carbono (la huella de carbono ocupa más del 50 por ciento de la huella ecológica). Esto implica que los países centrales se apropiaron de derechos de propiedad sobre el medio ambiente. Actualmente, se está discutiendo cómo disminuir las emisiones de dióxido de carbono, que son un 40 por ciento superior a los niveles preindustriales.

¿Cómo es posible concretar esta reducción en los distintos países considerando la presión ecológica ejercida por los países centrales sobre el resto?

–Este cálculo significa que todos los países reduzcan un 5 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono, pero una reducción del 5 por ciento para Nigeria no es lo mismo que para Estados Unidos. Para los países más pobres, esa reducción significaría dejar de respirar. En cambio, para los Estados Unidos supondría usar sus automóviles un 5 por ciento menos.

¿Qué significaría para países como Argentina, Brasil o Chile reducir un 5 por ciento de sus emisiones de dióxido de carbono?

–Nuestros niveles de producción y de consumo son menores, pero nosotros exportamos muchos de esos productos a los países desarrollados. El espacio físico de Argentina y Brasil es muy superior a lo que representan sus huellas ecológicas, y podrían tener una población diez veces superior a la actual. En cambio, Japón tiene una demanda de recursos naturales y emisiones contaminantes quince veces superior a su espacio físico. En definitiva, podrían desaparecer todos los pobres del mundo sin provocar ningún efecto sobre el medio ambiente; no son ellos los responsables de su degradación, porque tienen una huella ecológica muy baja. El fuerte desarrollo económico del capitalismo supuso la infravaloración de la energía fósil (carbón, gas y petróleo), que no son recursos renovables.

Teniendo en cuenta esa matriz energética, ¿qué cambios serían necesarios para tender a un intercambio menos desigual entre países del Norte y Sur?

–Algunos teóricos de la bioeconomía proponen el decrecimiento de la economía. Pero los que tienen que decrecer son los países desarrollados, porque sus actuales patrones de consumo y producción no son sustentables. Si todo el mundo copiara los patrones de consumo y producción de los Estados Unidos, este planeta estallaría.

¿Cómo debería darse ese decrecimiento?

–Hay que realizar una redistribución global de los recursos. La industria más rentable en el mundo es el complejo militar industrial, vinculada directamente con la industria del petróleo. La industria de la guerra tiene un alto nivel de entropía: destruye la vida pero además genera una gran degradación de nuestro planeta. Esos recursos canalizados hacia la industria militar deben ir hacia actividades que generen mayor calidad de vida de la población.

¿Qué implicancias tiene ese decrecimiento en medio de la crisis económica mundial?

–Lo dice bien la propuesta de los indignados: “Somos el 99 por ciento pero tenemos el 1 por ciento de la riqueza”. Hay que ver cómo se distribuyen los recursos, tenemos que basarnos en una sociedad ahorrativa y solidaria. Para eso, hay que avanzar hacia formas alternativas de recursos energéticos: la biomasa, la energía eólica, la energía solar. Es necesaria una revolución cultural.

¿Qué nivel de inversión requeriría llevar adelante el cambio que se propone en la matriz energética?

–Sería equivalente a una vez y media el PBI planetario. Se diría que es imposible, pero planificándolo a largo plazo implicaría destinar el 1 por ciento del PBI planetario a financiar el desarrollo de esa nueva matriz energética.

¿Cuáles son los obstáculos para implementar estos cambios?

–Es una cuestión de voluntad política. Hay un culto a la escasez por parte de los economistas: en la medida en que un recurso sea escaso será mayor la renta. A lo que se quiere apuntar es a la privatización de la vida. Actualmente estamos en una cuarta revolución que tiene que ver con las células madre, el genoma humano, con tener el control del proceso de fotosíntesis, por eso el tema de la privatización de las semillas. Tener control sobre la semilla es tener control sobre la vida

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