RUSIA INGRESó A LA OMC
Novena economía del mundo, con casi dos billones de Producto Interno Bruto, Rusia era la única potencia emergente que permanecía fuera de la Organización Mundial de Comercio.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
La negociación tomó 18 años, 30 acuerdos bilaterales sobre acceso a los mercados de servicios, 57 sobre acceso a los mercados de mercancías y seis años de negociación bilateral con Washington. Finalmente, el miércoles pasado Rusia se incorporó a la Organización Mundial del Comercio.
Novena economía del mundo, con casi dos billones de Producto Interno Bruto, Rusia era la única nación grande a nivel planetario que permanecía fuera de la OMC. Para Estados Unidos y la Unión Europea el premio es un mercado de 140 millones de consumidores y el acceso a su sistema financiero y de servicios. “Es algo que la Unión Europea quería desde hace tiempo. La incorporación de Rusia a la OMC va a mejorar mucho el clima inversor”, indicó a Cash Nicu Popescu, del European Council of Foreign Relations. El generoso cálculo estimado del Banco Mundial es que Rusia puede llegar a ganar entre 54 y 177 mil millones de dólares por año gracias a la plena integración al comercio mundial.
Este futuro color rosa no parece convencer a los mismos rusos. Según un sondeo de la Public Opinion Foundation, sólo el 21 por ciento de la población está a favor de la medida. El líder principal del grupo opositor al presidente Vladimir Putin, el comunista Guennadi Ziuganov, cree que Rusia va a perder con esta apuesta. “El estado de los principales sectores de la economía no les permite competir con las corporaciones occidentales y lo que queda de la industria no fabrica productos que demanda el comercio mundial”, señaló Ziuganov.
Rusia es el noveno exportador mundial, tiene las mayores reservas de gas natural del mundo, las segundas de carbón y octava de petróleo. En 2011 exportó más de 570 mil millones de dólares e importó unos 410 mil millones. Con la incorporación a la OMC desaparecerán o serán drásticamente reducidos los aranceles de unos 700 tipos de productos manufactureros y agrícolas.
Los servicios serán desregulados, entre ellos un sector clave para la inversión extranjera, como las telecomunicaciones. La participación total de bancos extranjeros no podrá exceder el 50 por ciento del sector, pero por primera vez podrán operar entidades ciento por ciento de capital no ruso. La prioridad número uno del gobierno es incentivar la inversión del exterior que, esperan las autoridades rusas, debería aumentar con la aceptación de las reglas de la OMC como marco legal. Según el Banco Mundial y otros adalides del libre comercio, los principales beneficiarios serán los consumidores por la caída de los precios y el aumento de la competencia.
El problema es que actores similares decían cosas parecidas cuando a principios de los ’90 Boris Yeltsin adoptó la terapia de shock que recomendaban los organismos multilaterales para la transición comunista al capitalismo. Según el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, el PIB ruso cayó 54 por ciento entre 1990 y 1999. En esa década, la producción industrial disminuyó en 60 por ciento, hubo hiperinflación con la liberalizacion abrupta de los precios y millones de personas ingresaron en la pobreza absoluta.
La actual incorporación a la OMC concede un largo período de adaptación al gobierno de Vladimir Putin. Un considerable número de las reducciones arancelarias sólo entrarán en vigor en siete años. El sistema de subsidios al sector agrícola, equivalente hoy a 9000 millones de dólares, tiene hasta 2018 para alcanzar la cifra pactada: 4400 millones de dólares.
China se presenta como un caso de exitosa integración a la OMC. China ingresó en 2002. Su incorporación le sirvió para afianzar su presencia en el comercio internacional. La diferencia es que China tenía en ese momento una industria exportadora diversificada que le permitió aprovechar los mercados que abría la OMC. El 80 por ciento de las exportaciones rusas se concentran en materias primas, metalurgia, defensa y madera. La industria ligera, la automotriz y el sector agrícola son vulnerables a una apertura. Según Natalia Suseeva, analista rusa de Reinassance Capital, un banco de inversión especializado en mercados emergentes, el resultado positivo no está garantizado. “Todo depende de cómo se adapten los empresarios rusos a esta nueva situación. Tendrá que haber un cambio de prácticas a nivel de los negocios y a nivel institucional para poder competir. Si lo hacen será beneficioso”, dijo Suseeva a Cash. En cambio, afirma que si la apuesta no sale, a Rusia le aguarda una nueva tormenta político-social
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux