POLíTICAS PúBLICAS
› Por Ariel Ricardo Miño *
Con el golpe militar de 1976 y el programa neoliberal, el Estado nacional se posicionó como un actor pasivo en su política estatal, virando hacia un esquema asentado en los servicios y en la desindustrialización. La década del ’70 representó un nuevo esquema global de inserción del modelo neoliberal, que se profundizó en los ’90. Esta última década se caracterizó por el auge neoliberal, signada por las políticas de ajuste fiscal, privatizaciones de empresas del sector público, achicamiento del Estado y apertura de los mercados. Todo basado en los paradigmas del credo neoliberal, que significo estar aliado al Consenso de Wa-shington, definidas como políticas de exclusión, ajuste macroeconómico y las consiguientes reformas institucionales dejando al Estado nacional en un actor pasivo sin iniciativas en políticas públicas. La ola de privatizaciones de empresas públicas, el régimen de convertibilidad y la apertura de la economía derivó en su abrupto fracaso con el resultado de una agudización de las desigualdades sociales, el aumento de la pobreza. Estos efectos sobre la sociedad significaron un proceso de deterioro rápido y profundo, como consecuencia de la distribución regresiva del ingreso y el incremento del desempleo, la subocupación y precarización laboral. Esas políticas de ajuste estructural generaron un enorme crecimiento de la pobreza y exclusión, además provocaron inestabilidad política.
Tras la crisis del “proyecto neoliberal”, que tiene su pico en diciembre de 2001, la sociedad argentina exigía un cambio de rumbo.
Desde el 2003, el proceso de reactivación estuvo en la presencia del Estado nacional como actor activo y central, ya no solo como factor fundamental de la recuperación económica, sino como agente esencial de la continuación del crecimiento económico y de las mejoras sociales de los ciudadanos. También sirvió para amortiguar y sobrellevar las turbulencias generadas desde el exterior.
Sin un Estado inversor en políticas públicas no hay desarrollo posible para el país. Se multiplicó la inversión estatal realizando obras concretas, desde una red vial hasta viviendas dignas, que demuestran voluntad de inclusión social y trabajo. Frente a la situación crítica vivida en el 2008, la gestión estatal no sólo hizo frente a las adversidades económicas provenientes del exterior; también implementó políticas públicas anticíclicas posibilitando que la actividad económica prosiga su rumbo de crecimiento sostenido de nueve años pese a críticas y la crisis internacional.
En síntesis, estamos ante un cambio en el rol del Estado, con un rumbo de las políticas públicas avanzado, planeamiento estratégico, desarrollo local, definición de perfiles productivos y selección de los mismos en función de su contribución a la reconversión laboral. El desafío es profundizar estas tendencias a nivel provincial y nacional.
En este marco, se observa el devenir de una etapa de profundización en la cual aparece el desafío de seguir construyendo las herramientas necesarias y precisas para continuar ese camino, donde el rol del Estado siga avanzando en la implementación y ejecución de políticas públicas para el bie-nestar de la sociedad
* Licenciado en Administración Pública, Posgrados Gestión y Control de Políticas Públicas, Desarrollo Local y Economía Social (Flacso).
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