LA INMIGRACIóN PARAGUAYA Y EL EMPLEO FEMENINO
› Por Julian Blejmar
“De los últimos años de crecimiento acelerado que tuvo la Argentina, no es descabellado afirmar que dos o tres puntos del Producto los aporta el trabajo de los inmigrantes en la construcción, textiles y actividades primario-intensivas.” La estimación la realizó el Geógrafo e investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Andrés Barsky, en diálogo con Cash. Diversas investigaciones ponen de manifiesto el alto impacto que tiene en la economía argentina el trabajo de los inmigrantes, fundamentalmente de Paraguay, Bolivia y Perú. Por ejemplo, el aporte que realizan las mujeres paraguayas en el servicio doméstico.
Este último rubro es la principal actividad de la inmigración paraguaya, que en nuestro país conforma la comunidad extranjera más numerosa, con una población de 550.700 personas, según el Censo 2010. El 56 por ciento está conformada por mujeres, y el 79 por ciento del total se encuentran dentro de la Población Económicamente Activa. El agregado cultural de la embajada paraguaya en la Argentina, Rodolfo Serafini, afirmó a Cash que las cifras del Censo 2001 y la Encuesta Complementaria de Migraciones Internacionales 2002-2003 muestran que cerca del 60 por ciento de las paraguayas trabajaban en el servicio doméstico, mientras que 32 por ciento, en la Construcción.
Estos datos relativos a ocupación laboral son presentados por el sociólogo e investigador de la UBA Sebastián Bruno, en su trabajo “Migrantes paraguayas y el servicio doméstico en Buenos Aires. Diferencias y desigualdades”. En diálogo con Cash desde Asunción, donde se encuentra residiendo, Bruno señala que “el trabajo en hogares particulares es una categoría incómoda para la economía política, por no concebírselo como generador de mercancías y generador de plusvalía, más allá de que sí interviene en las tareas de reproducción de los hogares”, al tiempo que agrega que es “invisibilizada la migración, invisibilizada la mujer migrante e invisibilizado el trabajo en hogares particulares”.
En las más de un millón doscientos mil empleadas domésticas que según la Encuesta Permanente de Hogares hay en la Argentina, se calcula que alrededor del 15 por ciento son paraguayas. El 83 por ciento se encuentran trabajando en la informalidad, una cifra que más que duplica el promedio nacional. Si a este cuadro se le suma el referido en un informe sobre Inmigración del Ministerio del Interior, donde se plantea que el fenómeno de la segregación ocupacional vinculado con inequidades de género “es aún más significativo en el caso de las mujeres inmigrantes”, es posible observar que esta invisibilización y consecuente tendencia a insertarse en el servicio doméstico por parte de la inmigración femenina paraguaya se encuentra ya cristalizada en el seno de la sociedad argentina.
El estudio “El papel de las migrantes paraguayas en la provisión de cuidados en Argentina”, de Norma Sanchís y Corina Rodríguez Enríquez, investigadoras de ONU Mujeres, menciona particularidades del corredor migratorio Paraguay-Argentina, economías de tamaños asimétricos y desbalanceados niveles de desarrollo. Esto se desarrolla en una coyuntura de legislación y política argentina de puertas abiertas hacia los migrantes, mientras que, señalan, en el otro extremo de la cadena se identifica una demanda de fuerza laboral para trabajos reproductivos y de cuidado por parte de familias de Buenos Aires, con predominio de ambos cónyuges de clase media o media alta con hijos pequeños, luego de ancianos con invalideces residiendo en hogares unipersonales, y finalmente de adultos potencialmente autónomos y con hijos emancipados, pero que continúan su modalidad de contratación previa.
La alta disparidad en la realidad socioeconómica de ambos países, y la desprotección pública de la que son objeto las empleadas domésticas en la Argentina, que disminuye sensiblemente las posibilidades de ascenso social, dan cuenta entonces de este fenómeno sostenido a lo largo de los años. De hecho, según demuestra Bruno en su trabajo, cerca de la mitad de las paraguayas que llegaron a la Argentina hace más de 15 años para trabajar en el servicio doméstico, continúan haciéndolo, lo cual “indica que esta actividad no es sólo una alternativa transitoria de primer empleo, sino que tiende a ser una inserción estructuralmente permanente”.
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