Dom 09.09.2012
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HACIA UN CONSENSO CONSERVADOR OCCIDENTAL

Un peligro llamado Romney

› Por Esteban Actis *

Cada vez que los Estados Unidos eligen presidente, se repite una frase que sostiene que “todos los ciudadanos del mundo deberían participar en dicho sufragio”, haciendo una implícita mención a las implicancias globales que tienen las decisiones de la Casa Blanca. A la tradicional importancia que representa para las relaciones internacionales una elección presidencial en los Estados Unidos, las del futuro 6 de noviembre pueden marcar un hecho histórico y preocupante para el devenir de la economía mundial: la victoria de la fórmula republicana Romney-Ryan lograría un consenso conservador/liberal en el mundo desarrollado como respuesta a la crisis del neoliberalismo iniciada en 2008.

En este punto se debe ser claro. La tesis que sostiene que no importa quién triunfe en los Estados Unidos dada una continuidad que responde a los intereses imperiales de Washington y de los lobbies privados, los cuales trascienden la alternancia política, es simplista y en muchos casos poco consistente. Más allá de las dificultades y críticas que ha recibido la administración Obama, implementó algunas políticas de corte keynesianas, aunque moderadas según la perspectiva de economistas heterodoxos, como Paul Krugman. Los distintos paquetes de estímulos, las políticas sociales, especialmente en salud, la ampliación del gasto en infraestructura y obra pública son ejemplos de la actual concepción de que el gasto del Estado (público) es un elemento fundamental para salir de la depresión. Esta postura, incluso, ha sido defendida por los Estados Unidos en las distintas cumbres del G-8 y del G-20, oponiéndose así a la tesis del ajuste propiciada desde Europa.

En este sentido se visualiza la preocupación: una victoria de los republicanos traería aparejada una sintonía política ideológica en el denominado Occidente (Estados Unidos y Europa) basadas en premisas neoliberales como respuesta a la crisis que atraviesa la economía internacional.

La propuesta económica de Mitt Romney, que apunta al control del gasto y la deuda pública, a la eliminación de las políticas sociales, a una reducción de los impuestos y de mecanismos regulatorios del Estado, y en general al retorno a las políticas de oferta, se complementan perfectamente con las políticas de Bruselas y Berlín.

El posible consenso neoliberal occidental, además de gravoso para la recuperación del crecimiento en la economía mundial, sería un aspecto novedoso e inusual para la economía norteamericana en particular y para la marcha del capitalismo en general. Las ideas dominantes para salir de las dos principales crisis del siglo XX (la de 1929 y la de fines de los años setenta) se inscribieron en el mainstream económico opuesto a las que fueron hegemónicas en los tiempos del ciclo expansivo. En otras palabras, el New Deal y el keynesianismo fueron la respuesta al agotamiento del liberalismo imperante hasta los años treinta; y el conservadurismo neoliberal de Reagan se impuso como reacción a los desajustes del Estado Social y del patrón de acumulación vigente desde la segunda posguerra.

En cambio, el triunfo del ex gobernador de Massachusetts implicaría un empuje importante para la imposición de una solución neoliberal para, paradójicamente, una crisis del paradigma liberal-financiero dominante desde los años ochenta del pasado siglo. Más mercado para solucionar una crisis iniciada por el libre funcionamiento de la oferta y la demanda. Menos regulación estatal como reacción a un Estado en constante retirada. Un posible y nada sorprendente, de acuerdo con la paridad en las encuestas, triunfo de Mitt Romney en noviembre muestra con claridad que la expandida noción de que el neoliberalismo quedó herido de muerte tras la crisis internacional del 2008, es simplemente una expresión de deseo que una fehaciente realidad. A pesar de los desencantos y las decepciones con la administración Obama, la continuidad demócrata es un freno a la consolidación de un acérrimo conservadurismo social y neoliberal que se creía en franca retirada

* Licenciado en Relaciones Internacionales. Becario doctoral del Conicet. Profesor de la UNR.

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