COMPARACIóN DEL COMERCIO INTERNACIONAL DE ARGENTINA Y AUSTRALIA
› Por Natalia Aruguete
En las tres últimas décadas, el comercio internacional se caracterizó por un fuerte dinamismo y una creciente participación de los países en desarrollo en los flujos de intercambio. Pese a que Argentina y Australia tuvieron un rol activo en acuerdos regionales y extrazona, la proporción de sus ventas en las exportaciones mundiales se mantuvo constante: en torno del 0,4 por ciento en el primer caso y del 1,1 por ciento en el segundo. Así surge de un estudio comparativo, realizado por el investigador de la Universidad de La Plata Daniel Berrettoni, sobre la inserción internacional de ambos países, que fue publicado en el reciente libro Under the Southern Cross. Berrettoni analiza la integración de estos países al mercado mundial tanto desde una dimensión macroeconómica como desde la evolución sectorial del comercio. Desde el punto de vista macro, un elemento que los distingue es el desempeño de la cuenta corriente. Mientras Australia mostró un déficit sistemático durante todo el período, la Argentina registró grandes oscilaciones que reflejaron cambios en las condiciones de financiamiento externo.
Australia experimentó un proceso de crecimiento sostenido y altos niveles de inversión financiados fundamentalmente con ahorro externo. Si bien esto da cuenta de las facilidades de su acceso al crédito internacional, también evidencia una alta dependencia de las fuentes de financiamiento externo y la consecuente “vulnerabilidad” ante cambios en los estados de ánimo de los inversores extranjeros. Después de superar la crisis de 2001/2002, la Argentina logró revertir el saldo comercial negativo, alcanzando una cuenta corriente superavitaria que le permitió financiar altas tasas de inversión con ahorro doméstico, afirma un documento elaborado por el Centro de Economía Internacional.
Consultada por Cash, la investigadora de la UBA Noemí Brenta observó que “financiar el crecimiento con ahorro doméstico mejora la autonomía de las políticas y es más sustentable que si el país recurriera al ahorro del resto del mundo. El capital externo (deuda, inversión directa y de portafolio) es condicionante y su remuneración exige divisas (intereses, utilidades, regalías), siempre escasas en procesos de crecimiento, por lo que su aplicación debe orientarse a proyectos de claro beneficio para el desarrollo, evitando los capitales volátiles, que generan inestabilidad”.
La evolución de las ventas externas del país en la etapa posconvertibilidad acompañó el crecimiento del comercio mundial y estuvo traccionado por la expansión económica de sus principales socios. También es posible enfocar el análisis en la evolución sectorial del comercio. ¿Cuál fue el perfil exportador de estas economías “debajo de la Cruz del Sur”? Los datos sobre el comercio de productos básicos de Naciones Unidas (UNcomtrade) presentan, en ambos, un denominador común: la especialización de sus exportaciones en mercancías basadas en recursos naturales. En Argentina predominan los productos agrícolas (cereales y oleaginosas). En Australia también, junto a otros de origen mineral (cobre, níquel, aluminio, entre otros). Según Berrettoni, las exportaciones de un país pueden crecer más o menos que el promedio mundial debido a distintos factores: el nivel de demanda de los bienes que vende, el dinamismo de sus mercados de destino o la competitividad de sus productos. Ninguno de los dos primeros indicadores jugó “a favor” del incremento de las ventas externas de estos países, señala. Fue la competitividad el elemento que dividió aguas. El efecto competitividad negativo redundó en menores ventas de Australia a sus socios comerciales en las tres décadas analizadas, mientras que la evolución de los sectores agrícola y de alimentos –aunque también algunas manufacturas industriales, como los vehículos– empujó el aumento de las ventas argentinas al mundo.
En el actual escenario, el trabajo del CEI advierte sobre la necesidad de atender los desequilibrios comerciales en el sector industrial “a la hora de labrar estrategias sustentables de desarrollo”. La mejora en el saldo comercial argentino de los últimos años se explica fundamentalmente por el aumento del superávit de productos primarios y manufactura de origen agropecuario, mientras que, entre las manufacturas de origen industrial, las importaciones crecieron más que las ventas
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