EVOLUCIóN Y CRECIMIENTO DE LA CLASE MEDIA
› Por Arturo H. Trinelli *
El 4 de octubre de 2010, La Nación publicaba una nota sobre la clase media: “En la región, un sector en ascenso”. Pero a diferencia del reciente informe del Banco Mundial que revela que la clase media en Argentina se duplicó en la última década, el artículo sentenciaba que “mientras en la Argentina la población de clase media se reduce, en la región se expande”. Sin embargo, el BM destacó a la Argentina como el país latinoamericano con el mayor aumento de su clase media como porcentaje de la población total. Siguiendo un informe de dos economistas de una universidad privada, el artículo de La Nación afirmaba que el tamaño de la clase media ese año era todavía más chico que el de 1994: “A partir de 1994, la situación social fue empeorando año tras año. No obstante, aquel año aún muestra mejores niveles que los actuales, con un 63,8 por ciento de clase media y un 26,1 de pobreza”, era una de sus conclusiones.
Difundido recientemente el mencionado documento del Banco Mundial, entidad poco proclive a destacar políticas económicas de Argentina, estos argumentos aparecen desdibujados y sólo podrían interpretarse como una suerte de campaña general consistente en enfrentar a la clase media con el Gobierno que, precisamente, más la ha estimulado y favorecido.
No es la primera vez, sin embargo, que un organismo abiertamente crítico a las políticas económicas de algunos países emergentes, dispuestos a recuperar estándares de independencia económica luego de haber sido durante décadas pasivos receptores de sus recetas o recomendaciones, resalta las mejoras en indicadores socioeconómicos alcanzadas en la región. En su informe anual del 2011, el propio FMI destaca que Argentina es el de menor nivel de desigualdad de América latina, lo cual conduce a ponderar las políticas de distribución del ingreso propias del actual modelo económico. En ese documento, llamado “Perspectivas Económicas: Las Américas, vientos cambiantes, nuevos de-safíos de política”, el FMI considera a la Argentina como la nación con menos nivel de pobreza, junto con Chile y Uruguay.
La información que ahora provee el Banco Mundial es importante en un doble sentido. Por un lado, para desmitificar el latiguillo expuesto respecto del presunto enfrentamiento que se alienta desde el Gobierno hacia la clase media. Pero, principalmente, resulta relevante a la luz de su propia trayectoria histórica, llena de avances y retrocesos en la idea de movilidad social ascendente que la clase media ha reivindicado siempre como patrimonio de su identidad.
En efecto, la dictadura no sólo acabó con la vida de decenas de miles de militantes y sus organizaciones. La represión y estigmatización de toda idea o proyecto de cambio social dejaron el lugar para la victoria final de la clase media como elemento indiscutido de la argentinidad, tal como sostiene Ezequiel Adamovsky en Historia de la clase media argentina. Leído como un triunfo de esa clase, el alfonsinismo contribuyó luego a reforzar el orgullo de la clase media, que reclamó para sí el lugar de garante de la democracia recobrada. Pero ya entonces estaban presentes los argumentos neoliberales que contribuyeron a quebrar la solidaridad social amplia que se había forjado en los años setenta. El orgullo de la clase media, con su tradicional componente antiplebeyo, podía ser utilizado para dividir y enfrentar al cuerpo social, como en definitiva hicieron algunos propagandistas del nuevo modelo. Así, el acceso a determinados bienes, entendidos como patrimonio exclusivo de una determinada clase social, rompió esos lazos de solidaridad que el peronismo había contribuido a instalar promoviendo medidas redistributivas y transformando a los más humildes en sujetos políticos y económicos, con capacidades de las que históricamente habían sido excluidos.
El proyecto político actual posibilitó la inclusión de nuevos actores sociales a determinados estándares de consumo que hasta hace poco eran constitutivos de la identidad de clase media. Allí tal vez se puedan encontrar las razones por las cuales sectores medios y medios altos confrontan a un modelo que, sin embargo, ha posibilitado su notable recuperación luego de años de depresión neoliberal
* GEENaP
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