RECUPERACIóN DE LA PRODUCCIóN LOCAL DE LA INDUSTRIA óPTICA
› Por Federico Kucher
La sustitución de importaciones no es una tarea sencilla. Para muchas industrias resulta una labor que se puede prolongar durante años. Pero el sector óptico –que le compra a China la totalidad de los lentes que se comercializan en el mercado interno– tiene planes para hacer el reemplazo hacia productos locales en el corto plazo. Desde septiembre pasado se aplicaron estrictas medidas de regulación al comercio exterior que implicaron un fuerte incentivo para los productores locales. Estos empresarios empezaron a reabrir los talleres cerrados por décadas para abastecer la demanda interna. Es un fenómeno que en el sector catalogan como explosivo porque permite la reactivación exponencial de los industriales ópticos locales.
Los establecimientos producen tanto gafas bajo receta como lentes para el sol. Alrededor del 90 por ciento de estos fabricantes son pequeñas y medianas empresas que, o bien resistieron la competencia asiática a partir de nichos de mercado, o comenzaron a reabrir en los últimos tiempos. Si bien hasta principios de los ’90 la industria óptica local abastecía en un ciento por ciento al mercado interno, la convertibilidad implicó la descomposición del sector. Hubo una indiscriminada apertura comercial que provocó el cierre de una multiplicidad de fabricantes: de 300 firmas se terminaron contabilizando menos de 10 hacia 1998. De esa manera la participación de la producción local se fue reduciendo hasta representar el 5 por ciento de las ventas domésticas. Pero no fue sólo eso. La recesión de los últimos cuatro años del uno a uno desarmó además el negocio de los lentes de sol: la gente postergó ese consumo no indispensable ante la falta de empleo y retroceso de salarios.
Como se sabe, a partir de la ruptura del plan de convertibilidad la economía comenzó una nueva fase expansiva, con recomposición de la demanda interna. Esta recuperación hizo posible volver a aumentar las ventas en el sector óptico hasta que se alcanzó un nivel de negocios record de alrededor de 11 millones de pares anuales. Claro que en el segmento de los anteojos de sol el crecimiento fue aun más marcado por el efecto derivado del incremento del poder de compra de los salarios. No obstante, a pesar del despliegue de las ventas, no hubo una rápida reactivación de los productores locales. Si bien la mega-devaluación de 2002 penalizó a los importadores de bienes para estimular la producción nacional, en el sector óptico no se generaron los incentivos suficientes para la sustitución de productos. El bajísimo precio de los anteojos chinos, considerado como un valor desleal en los foros de comercio internacional, continuó siendo el principal impedimento para la reaparición de los industriales argentinos.
Recién a partir de las medidas de administración comercial que fueron aplicadas en los últimos dos años hubo una tibia recomposición de los talleres. Pero el paso definitivo para iniciar el proceso de sustitución de importaciones se hizo en septiembre del 2012. Desde ese momento se comenzó a cobrar un impuesto de 15 dólares a cada producto del rubro óptico ingresado del Este asiático, permitiendo que los fabricantes locales recuperaran el margen necesario para competir por precios. “El arancel contra el dumping es una fuerte apuesta a la industria nacional porque provoca la transferencia de los recursos desde el importador hacia el productor local”, explicó a Cash Mario Soltak, presidente de la Cámara Argentina de Optica.
Con este cambio de las reglas de juego, la industria óptica recobró las condiciones para reemplazar todo el producto de origen chino. “Esto es el comienzo de una nueva etapa. Es el renacer de las empresas ópticas argentinas”, graficó a Cash Ramiro Zilvestein, gerente general de Cadioa, cámara que agrupa a los industriales ópticos. Si bien los establecimientos no funcionaron durante décadas, conservaron las máquinas que aún siguen vigentes para reiniciar el proceso productivo. Esto permite a su vez que la sustitución se logre en el corto plazo. De todas maneras, es preciso hacer inversiones para adquirir nueva tecnología que incremente la eficiencia del sector, comprar máquinas que permiten adaptar el diseño de los anteojos a modelos más modernos y poner en condiciones muchos de los establecimientos. Para esas inversiones están recurriendo a préstamos productivos orientados a pymes que ofrece la banca comercial por disposición del Estado.
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