El fuerte crecimiento que ha tenido durante la última década la producción nacional de bienes de capital –los equipamientos tecnológicos necesarios para la industria– tiene su reverso en el fuerte déficit de la balanza comercial que posee este sector. Sucede que tanto la importación de insumos necesarios para la fabricación de este tipo de maquinaria, como de bienes de capital extranjeros que aún no se fabrican o se producen de forma acotada en la Argentina, provocó que no se pueda romper el histórico legado de mayores importaciones que exportaciones.

Actualmente, la industria de bienes de capital cuenta con más de 3000 establecimientos, en su mayoría pymes, que en un 90 por ciento son de capital nacional. Según datos proporcionados a Cash por parte de la Cámara de Industriales de Proyectos de Ingeniería de Bienes de Capital de la República Argentina, este sector facturó 32.000 millones de pesos en 2012, brindó empleo directo a 85.000 trabajadores y creció en un 63 por ciento respecto de 2004. Asimismo, en el informe “Plan Estratégico Industrial 2020” que la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina realizó en 2011, se señalaba que durante el período de la convertibilidad (1990-2001) la actividad experimentó una etapa de “decrecimiento y destrucción del empleo”, mientras que a partir de 2003 se produjo un alto incremento de la producción con creación de trabajo. Específicamente, se señala que entre 2002 y 2010 la fabricación en su conjunto superó en un 50 por ciento los niveles de los noventa, con la creación de casi 40.000 nuevos puestos de trabajo. Desde Industria, por su parte, aseguraron a Cash que entre 2010 y 2012 se crearon 3340 nuevos puestos de trabajo.

Pero ese despegue tiene su contracara en el creciente déficit de la balanza comercial propia de este sector, cuya constante brecha pudo ser detenida en parte recién el año pasado, merced a una nueva política de importación para este rubro. Específicamente, a mediados de 2012 se impuso una tasa del 14 por ciento para la importación de maquinaria agrícola, generadores, distribuidores y transformadores eléctricos, motores y equipamiento general para los artículos que no se fabriquen en el Mercosur y ya se produzcan en nuestro país, y de 2 por ciento para los demás bienes de capital importados. A estas disposiciones se les sumó el mantenimiento de diversos programas de estímulo productivo para que este sector profundice la sustitución de importaciones, como los créditos a tasa blanda del Fondo del Bicentenario y de la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa, así como los bonos fiscales sobre las ventas internas de los productos fabricados en Argentina, los cuales otorgan un beneficio equivalente al 14 por ciento de la facturación por ventas de la producción, que se pueden descontar de los impuestos nacionales, o bien transferirlos como pago a proveedores.

De esta forma, de acuerdo con fuentes de Industria, en los primeros nueve meses del 2012 se experimentó una caída interanual del déficit del 18 por ciento. Sin dudas una señal positiva no sólo para las cuentas externas, sino porque además impulsa la sustitución de importaciones en un sector clave para el empleo. El coeficiente de requerimiento de empleo, que consiste en la cantidad de empleos generado por cada millón de pesos de valor de producción, fue en 2011 para la industria de bienes de capital 2,3 veces mayor que el del conjunto del sector manufacturero, lo cual exhibe el carácter “mano de obra-intensivo” de este sector.

El déficit de la balanza comercial de este sector continúa siendo muy elevado, de aproximadamente 4500 millones de dólares anuales, lo cual impacta negativamente en la balanza comercial global, si se tiene en cuenta que este monto representa más de un tercio del superávit logrado durante el año pasado, de 12.000 millones de dólares. Los programas desarrollados en estos últimos tiempos exhiben que el Gobierno tomó nota de esta situación. Pero parecen ser aún insuficientes para lograr el equilibrio