Dom 03.11.2013
cash

Made in...

› Por Javier Lewkowicz

La economía argentina registra una dualidad estructural de larga data que resulta central para comprender problemas de raíz. Según los datos recopilados por Cash, entre enero y agosto de este año sólo 7 de los 31 sectores de la producción de bienes y servicios mostraron superávit comercial. Del privilegiado grupo que pudo generar divisas, el 90 por ciento de los dólares ingresaron por la venta de alimentos, bebidas y productos primarios del agro. Del otro lado, la manufactura, que genera más empleo y utiliza de forma más intensiva la tecnología, acumuló un déficit superior a los 20 mil millones de dólares, excluyendo a la energía.

Desde el punto de vista de lo deseable, la Argentina no debe dejar de ser inclusiva en los próximos años y décadas. La caída de la desigualdad y la mejora en las condiciones laborales requieren de un aumento del empleo y los salarios. El resultado es un mercado interno fuerte, que presiona sobre las importaciones de bienes, insumos y maquinaria y permite a las empresas extranjeras ganar dinero que luego giran al exterior. Entonces se produce una presión estructural sobre la disponibilidad de divisas.

El único camino sostenible desde el punto de vista de la soberanía económica es tener superávit de cuenta corriente, donde sobresale la balanza comercial, que registra el intercambio de bienes con el exterior. Esto no elimina la posibilidad de tomar deuda externa para financiar proyectos de infraestructura prioritarios o incluso para salvar una situación de stress en el sector externo, así como tampoco de apelar al incentivo a la inversión extranjera (IED). Pero hacer del aporte de la deuda y la IED el nudo de la estrategia implica someterse a la voluntad del mercado y de las transnacionales. Y el desarrollo económico no es un camino de rosas. Si la periferia se desarrolla, pierden las economías centrales. Nadie quiere financiar de buena gana un modelo de desarrollo que discuta la ganancia del propio financista.

Dualidad

En los ocho primeros meses del año el superávit comercial fue de 6292 millones de dólares. Ese total se obtuvo a partir del ingreso de divisas por parte de 7 sectores de la producción por un total de 34 mil millones de dólares y un déficit de los 24 sectores restantes de 27.700 millones. Hilando más fino se percibe que de los 34 mil millones que consiguieron los sectores superavitarios, 30 mil millones, el 90 por ciento, se explica por la elaboración de alimentos y bebidas (17,4 millones) y por agricultura, ganadería y caza (13,3 millones de dólares). Entre los deficitarios, maquinaria y equipos explica el 40 por ciento del déficit (11.200 millones), energía representa el 21 por ciento (5800 millones), el sector químico un 13 por ciento (3700 millones) y vehículos y equipos de transporte el 11 por ciento (3070 millones).

Esos datos reflejan una dualidad estructural, porque sólo los sectores que aprovechan las ventajas comparativas del país en materia agropecuaria son superavitarios y aquellos que requieren de un enorme esfuerzo colectivo para desarrollar habilidades especiales no vinculadas a los recursos naturales son deficitarios. Pero, retomando, si la cuestión es tener divisas comerciales para financiar el crecimiento, ¿por qué debería tener relevancia qué es lo que vendemos y qué compramos?

Tener un sector productor de alimentos altamente superavitario es una condición necesaria para el desarrollo nacional. Es la actividad donde el país tiene más productividad por sus condiciones naturales pero también por muchos años de experiencia y capacidad acumulada por las empresas. Ningún país quiere descuidar ni un solo mercado que le permita mejorar su ecuación comercial. Los sectores primario y de manufacturas agropecuarias no son las excepciones, ni siquiera para los países desarrollados.

Según el International Trade Center, que depende de la Unctad, Argentina es el segundo exportador mundial de cereales. Pero no comparte las primeras posiciones sólo con países subdesarrollados: el primer puesto es para los Estados Unidos y el tercero para Francia. Le siguen India, Australia, Canadá, Ucrania y Brasil.

En las ventas de aceite de semilla, frutas orgánicas y granos, los líderes son Estados Unidos, Brasil, Canadá, Argentina, Holanda y Australia.

En aceites vegetales, Indonesia, Malasia, Argentina, Holanda, Estados Unidos y Ucrania.

En residuos de la industria alimentaria y alimento para animales el orden es Argentina, Estados Unidos, Brasil, Holanda, Alemania, Francia, China, India.

La conclusión es que los países que tienen condiciones para exportar alimentos, las explotan y mucho.

El problema para la Argentina es que esos dólares no alcanzan. Llegan con lo justo en el contexto actual de precios internacionales todavía altos, pero un deterioro de los términos del intercambio, que encima es un escenario probable, pondría al sector externo en alerta rojo. Además, el agro tiene un techo de producción que es la superficie cultivable. E incluso si las divisas alcanzaran, existen otros problemas. Se trata de sectores que ocupan poca mano de obra, algo que atenta contra el objetivo primero de tener una economía inclusiva y que tienda a la justicia social. El caso extremo es el de los países petroleros de Medio Oriente: un ingreso per cápita altísimo con un grado de desigualdad social mayúsculo.

Por otro lado, la explotación de los recursos naturales en una escala tan grande supone problemas de sostenibilidad ambiental que es necesario no menospreciar y que requieren de un alto (y arduo) consenso social.

Déficit

La información desagregada del balance comercial enero-agosto 2013 muestra que el sector más deficitario es la fabricación de maquinaria y equipo (-5300 millones de dólares) que actúan sobre los materiales (como manejo, rociado, pesado o embalado), incluidos componentes que aplican fuerza que se utilizan en actividades industriales, de construcción, ingeniería y agricultura. Le sigue sustancias químicas (-3750 millones), que incluye plaguicidas, insecticidas, herbicidas, fertilizantes, tintas y curtientes, entre otros. En tercer lugar aparece el sector de energía, con un saldo negativo de 5800 millones de dólares, por las compras de gasoil para abastecer a las centrales térmicas y de gas para el consumo.

El intercambio de vehículos automotores, remolques y semirremolques y de otros tipos de transporte demandó más de 3000 millones de dólares. Allí se incluye autos, equipos de transporte industrial, chasis, tractores, partes eléctricas de autos, carrocerías y otras autopartes. En tanto, maquinaria y aparatos eléctricos requirió casi 2000 millones de dólares, por las compras de motores, generadores y trasformadores, baterías y equipos de iluminación. Le sigue equipos, aparatos de radio, televisión y comunicaciones, con 1450 millones, y máquinas de oficina, por 1444 millones, que se explica en buena medida por la actividad de las firmas en Tierra del Fuego.

Los países desarrollados sí tienen un liderazgo indiscutible en los rubros de manufactura intensiva en tecnología. En equipamiento eléctrico y electrónico el primer exportador es China, seguido de Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea y Singapur.

En maquinaria, reactores nucleares y calderas, China, Alemania, Estados Unidos, Japón, Italia y Holanda.

En fertilizantes el orden es Rusia, Canadá, China, Estados Unidos, Alemania, Holanda, Bielorrusia y Bélgica.

En productos farmacéuticos, Alemania, Suiza, Bélgica, Estados Unidos, Francia, Reino Unido e Irlanda.

En ferrocarriles y equipamiento, China, Alemania, Ucrania, Estados Unidos, México, España, Austria y Rusia.

En autos, Alemania, Japón, Estados Unidos, México, Corea, Canadá, China, Reino Unido y Francia.

En aeronaves, astronaves y sus partes lideran Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido, Canadá, Singapur, Italia y Brasil.

Desafío

La reversión del resultado comercial en los rubros deficitarios es una tarea compleja y prioritaria para la política industrial. No consiste sólo en la sustitución de importaciones, estrategia preferida en las décadas de los ’50 y ’60, porque la globalización de las cadenas de producción por parte de las empresas impide llegar a productos “100 por ciento” nacional. La mejora en el resultado entonces también estará ligada a una mejor inserción exportadora en segmentos industriales donde el país esté bien posicionado, ya sea por contar con un mercado interno fuerte, empresas públicas que actúen de estímulo y del sector privado que acumulen experiencia y mano de obra calificada. Nada de “esto se resuelve fácil”, como muchos políticos y economistas plantean en la televisión


Saldo comercial

–Diferencia entre exportaciones e importaciones, en dólares, de enero a agosto de 2013–

Sectores superavitarios
Alimentos y bebidas 17.449.178.436
Agricultura, ganadería y caza 13.347.837.377
Metales comunes 1.335.059.986
Organizaciones y órganos extraterritoriales 1.246.062.904
Minerales metalíferos 391.724.694
Marroquinería 270.700.761
Producción de madera 11.600.586
Total 34.052.164.744
Sectores deficitarios
Tabaco 13.613.234
Pesca 14.905.640
Otras minas y canteras 32.601.272
Silvicultura y extracción de madera 43.304.126
Edición e impresión 60.067.284
Prendas de vestir y teñido de pieles 121.191.857
Carbón, lignito y extracción de turba 148.674.544
Electricidad, gas, vapor y agua caliente 226.781.056
Minerales no metálicos 238.048.368
Papel y de productos de papel 425.800.411
Productos textiles 456.042.516
Muebles; industrias manufactureras 520.013.414
Otros tipos de equipo de transporte 666.266.174
Productos de metal, excepto maquinaria y equipo 703.296.013
Productos de caucho y plástico 929.767.840
Instrumentos médicos, ópticos y relojes 1.066.276.304
Maquinaria de oficina, contabilidad e informática 1.444.275.636
Equipos de radio, televisión y comunicaciones 1.450.824.998
Maquinaria y aparatos eléctricos 1.934.496.729
Autos, remolques y semirremolques 2.404.714.363
Petróleo crudo y gas natural 2.747.658.704
Coque, nafta y combustible nuclear 3.051.622.739
Sustancias y productos químicos 3.752.318.815
Maquinaria y equipo 5.311.087.309
Total 27.763.649.346
Saldo comercial 6.288.515.398

Fuente: Elaboración propia en base a datos oficiales.

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