ESCENARIO: APERTURA ECONóMICA
› Por Diego Rubinzal
La pérdida de importancia relativa del sector industrial es un fenómeno de alcance global. Los indicadores utilizados para medir el desempeño manufacturero son varios: participación del PIB sectorial en el PIB total, incidencia de los bienes exportados de alta y mediana tecnología, porcentaje del empleo industrial sobre el empleo total, porcentaje de crecimiento del PIB industrial. Lo conveniente es realizar un análisis integral que permita un diagnóstico correcto. En ese sentido, el retroceso aislado de algún indicador no implica, de por sí, estar en presencia de un escenario de desindustrialización.
Por ejemplo, el crecimiento industrial registrado durante la última década es catalogado como engañoso por cierta dirigencia opositora. El argumento utilizado es que la relación PIB industrial/PIB total se mantuvo invariable en algo más del 15 por ciento. Ese análisis reduccionista termina igualando una etapa de fuerte crecimiento (2003-2013: 8,7 por ciento promedio anual) con otra cuya caída promedio anual fue del 1,7 por ciento (1993-2002).
La favorable evolución manufacturera argentina resalta aún más en términos continentales. Claudio Scaletta precisó en “Ilusión industrial” que “mientras desde 2003 y hasta 2013 el PIB industrial local creció el 110 por ciento, el de Brasil lo hizo sólo el 22,5 por ciento; en el mismo período el PIB industrial de Chile creció el 35 por ciento, el de Venezuela el 38, el de Ecuador el 58 y el de Bolivia el 64 por ciento”.
Sin perjuicio de la historia reciente, las razones del retroceso industrial son diferentes en los países centrales y periféricos. En las naciones desarrolladas, la internacionalización de los procesos productivos impulsó una intensa deslocalización de establecimientos fabriles hacia las naciones asiáticas. Eso determinó un salto en la participación de esos países en el empleo y producción global. De todos modos, las naciones centrales retuvieron –en su territorio– el núcleo industrial más dinámico.
Además, el incremento del ingreso per cápita produjo modificaciones estructurales de la demanda. Ese fenómeno ocasionó un fuerte crecimiento del rubro servicios (capital-intensivo y mano de obra calificada intensiva). Así, la desindustrialización fue un proceso natural que acompañó el desarrollo económico.
El retroceso manufacturero registrado en los países periféricos fue diferente. La pérdida del peso relativo industrial comenzó en niveles, de PIB per cápita, muy inferiores a los que poseían las economías desarrolladas cuando transitaron ese camino.
Los economistas brasileños Fernando Mattos y Bruno Feveiro explican en ¿Se desindustrializa Brasil? que “la pérdida de participación de la industria en el PIB pasó a ser recurrente en los países desarrollados (cuando) la renta per cápita estaba en alrededor de 10.000 dólares. En Brasil la pérdida de la participación de la industria en la renta nacional se ha producido desde mediados de los años ochenta, cuando el ingreso per cápita era de cerca de 5000 dólares y, a partir de entonces, la misma ha crecido muy poco”.
El debilitamiento manufacturero en la mayoría de los países periféricos fue resultado de aperturas comerciales abruptas implementadas en la década del noventa. La pérdida de participación industrial estuvo asociada con el debilitamiento del entramado productivo
@diegorubinzal
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