La estimación de pobreza realizada por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) tiene fuerte repercusión mediática. La última medición arrojó que el 27,5 por ciento de la población, y el 42,6 por ciento de los menores de 18 años, está sumergido en la pobreza. En cambio, el informe del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO) sostiene que la pobreza se ubica por debajo del 15 por ciento. En esa línea, Agustín D’Attellis y Pedro Gaite estiman en Medición y Estudio en las condiciones de vida en la Argentina 2003-2013. Análisis a partir de un enfoque multidimensional que la cantidad de personas por debajo de la línea de la pobreza se redujo –entre 2003 y 2013– un 67 por ciento (del 45,2 al 14,9 por ciento).

Los economistas del CESO afirman que el trabajo de la UCA se basa en una encuesta que sobreestima la participación de los sectores más pobres. Los integrantes del CESO, Estefanía Manau y María Sfeir, plantearon que “ese sesgo muestral implica también una sobreestimación de la igualdad, arrojando un coeficiente de Gini de aproximadamente 0,273, un valor escandinavo, contra el 0,413 obtenido a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH)”.

El debate acerca de las cifras de la pobreza invisibiliza la otra cara de la moneda: la creciente apropiación de la renta por parte de una minoría privilegiada. Esa “asimetría” informativa es un fenómeno global, a pesar de que la brecha de ingresos continúa ampliándose. El profesor de Geografía de la Universidad de Sheffield, Danny Dorling, sostiene que “la brecha entre los superricos y el resto de la sociedad se ha disparado en los últimos años, siendo ello más notorio en el Reino Unido”.

La composición de ese uno por ciento, con ingresos superiores a 258.000 dólares anuales, fue cambiando. Según Dorling, los superricos contaban entre sus filas a profesores y médicos hasta hace algunos años. En la actualidad, esa elite social está conformada por asesores financieros, administradores, contadores y abogados.

El libro El Capital en el siglo XXI, del economista francés Thomas Piketty, analiza la evolución del ingreso de la mayoría de los países de la OCDE. Durante los últimos 30 años, el 1 por ciento más rico incrementó su participación en los ingresos totales del 6,5 al 9,7 por ciento. Por ejemplo, la participación del 1 por ciento más rico creció del 5,9 al 6,3 por ciento (Holanda), del 4,1 al 7,1 por ciento (Suecia), del 4,9 al 9,2 por ciento (Australia), del 4,3 al 9,8 por ciento (Portugal), del 6,7 al 12,9 por ciento (Gran Bretaña) y del 8,2 al 19,3 por ciento (Estados Unidos).

La diferencia de ingresos está acompañada por una intensa concentración de la riqueza. El último informe de la ONG Oxfam reveló que las 85 personas más ricas del planeta acaparan tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mundial. A su vez, el ranking elaborado por Wealth-X y UBS mostró un crecimiento del exclusivo club de personas que poseen más de mil millones de dólares. En efecto, 155 nuevas personas se incorporaron al equipo de los superricos durante 2014. La región con más multimillonarios es el continente europeo con 775 personas. Contabilizado por países, Estados Unidos continúa estando al tope de la tabla con 571, escoltado por China (190), Reino Unido (130) y Alemania (123). Las desigualdades de género también se replican en el interior de este grupo. La cantidad de hombres (2039) es muy superior al de mujeres (286). Además, los hombres acumulan el 87,7 por ciento de la riqueza total.

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