Dom 21.12.2014
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PRECIOS INTERNACIONALES Y EXTRACTIVISMO

Impacto en la economía

El retroceso de los precios internacionales de la soja y el petróleo ha instalado un panorama internacional diferente. Evaluación sobre el efecto en la economía argentina de ese nuevo contexto en el mercado de materias primeras.

› Por Miguel Teubal *

El extractivismo en nuestro país ya muestra sus garras. Tanto la soja como el petróleo, ambos sujetos a los vaivenes de la economía mundial, están siendo afectados por caídas de sus precios internacionales. La soja, por el aumento de la cosecha de los Estados Unidos y de otros países, indujo una caída del precio de 500 a 300 dólares; el petróleo, que cayó de 110 dólares a mitad de junio a 55 esta semana, por razones semejantes. En este último caso se destaca la política de Arabia Saudita, uno de los principales productores del mundo, que impulsa el incremento de la oferta del combustible convencional con el objetivo de dejar fuera de juego a los competidores que se dedican a la producción de hidrocarburos no convencionales. O sea que detrás de la caída del precio del petróleo se encuentran intereses geopolíticos que generan fuertes tensiones entre países petroleros.

Las inversiones en exploración y explotación de petróleo y gas shale (fracking) –muchas desarrolladas en territorio norteamericano– dejan de ser rentables a precios bajos, puesto que no alcanzan para compensar los costos de producción. El retroceso de los precios del petróleo puede afectar a países petroleros como Venezuela, Irán y Rusia.

La pregunta que surge entonces es ¿cómo puede afectar a la Argentina este nuevo panorama mundial? Suponemos, por cierto, que no se trata de una situación coyuntural, sino que puede persistir por algún tiempo. La caída de la soja influye directamente sobre los ingresos de los productores del agronegocio sojero y demás sectores de la cadena agroalimentaria, pero también sobre la disponibilidad de divisas que puede obtener el Estado para hacer frente al pago de los servicios de la deuda externa. Esto se debe a su incidencia sobre el superávit de la balanza comercial, altamente superavitaria en la primera década del nuevo siglo y que ha caído en la actualidad. Pero el retroceso del precio de la soja también podría tener un efecto positivo en el orden económico interno en la medida en que influya sobre la reducción de los precios de los alimentos en general. Sin embargo, esto es difícil que ocurra por algo que señalaban los economistas “estructuralistas” de la década de los ’60: la llamada inflexibilidad a la baja de los precios en general. ¿Estarían los intermediarios de la producción sojera y agroalimentaria dispuestos a reducir sus precios (ganancias) como consecuencia de la caída de los precios internacionales?

Con respecto al petróleo ocurre otro tanto. La caída del petróleo tendría un efecto positivo para el país en la medida en que fuese reducido el valor total de las importaciones de gas y petróleo, y por lo tanto su incidencia sobre la balanza comercial energética y la balanza comercial a nivel nacional. En efecto, se ha señalado al aumento de las importaciones hidrocarburíferos como uno de los elementos esenciales que ha generado un deterioro de la situación externa del país en los últimos años.

Pero también aquí entra a tallar el asunto de los precios internos de la nafta y los combustibles. Hasta ahora, uno de los escollos de la política de los “precios cuidados” lo constituyó el alza continua de los precios de la nafta y de otros combustibles, quizá debido a la necesidad del Gobierno de impulsar una nueva estrategia para el sector energético (en especial la captación de capitales extranjeros para impulsar el fracking). Con una caída de los precios internacionales también deberían bajar esos precios en el orden económico interno. Incluso podría constituirse en un factor que influye sobre la demanda global. Es de esperar que también aquí pudieran existir las resistencias correspondientes por parte de intereses involucrados.

Estos factores puede ser considerados meros factores coyunturales que hacen al extractivismo en general o como algo a tener presente para el largo plazo. Pero téngase presente que tanto la soja como el petróleo, juntamente con la minería a cielo abierto, y la expansión nuclear, forman una parte importante de la política de largo plazo del Gobierno, en donde intervienen grandes empresas transnacionales, y la producción se orienta fundamentalmente hacia el sector externo: la soja como parte importante de las exportaciones, el petróleo como un mecanismo de sustitución de las importaciones. Ese extractivismo, como se destaca en numerosos trabajos, genera enorme pasivos sociales y ambientales, incidiendo significativamente sobre las condiciones de vida de la sociedad en su conjunto. Aparte de esto, el extractivismo también involucra la generación de enormes vulnerabilidades, como lo demuestra la coyuntura actual de la economía mundial.

* Economista, investigador superior del Conicet, profesor de la UBA.

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