Dom 21.12.2014
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EVOLUCIóN ECONóMICA DE ARGENTINA Y BRASIL

Crecimiento y desigualdad

La comparación del recorrido económico de los dos países desde la década del 70 ofrece interesantes elementos para analizar los avances y limitaciones de ambas economías.

› Por Daniel Schteingart *

Hacia principios de los ‘70, Argentina era el país con mayor ingreso per cápita de América latina, a la vez que el menos desigual. El Rodrigazo de 1975 prenunció las brutales políticas de ajuste estructural que se comenzarían a implementar a partir de 1976, y que inaugurarían un cuarto de siglo de retroceso económico y social. A modo de ejemplo, si en 1974 Argentina poseía un PBI per cápita (PBIpc) que era la mitad del de Estados Unidos, en 2002 tuvo uno de apenas un quinto. A la vez, el coeficiente de Gini (0 implica perfecta igualdad y 1 perfecta desigualdad), pasó de 0,34 (niveles similares a los que hoy tiene España) a 0,53 (niveles promedio de América latina, la región más desigual del mundo) entre los mismos años. Por su lado, a mediados de los ‘70 Brasil se encontraba gobernado por una dictadura desarrollista, que logró un muy acelerado crecimiento económico (sin redistribución del ingreso) entre 1964 y 1980. En materia de PBIpc, Brasil aún era un país bastante más pobre que Argentina, e incomparablemente más desigual: el coeficiente de Gini era de alrededor de 0,60 a mediados de los ‘70, de los más altos del mundo.

Durante los últimos veinte años del siglo XX, Brasil experimentó un marcado estancamiento económico, a partir de la crisis de la deuda desatada en los ‘80 y del pasaje a la ortodoxia económica en los ‘90. Más allá de eso, la trayectoria de Argentina durante ese mismo período fue significativamente peor. A partir de 2003, año de llegada al gobierno del PT en Brasil y del kirchnerismo aquí, ambos países mostraron una pronunciada caída de la desigualdad, que en los últimos años se amesetó. En este campo, Argentina retornó a niveles de mediados de los ‘80 (Gini de 0,42), mientras que Brasil a mínimos históricos, aunque sumamente elevados aún (Gini de 0,53).

En 1974, en promedio, Argentina tenía un PBIpc superior en un 70 por ciento al de Brasil. Desde entonces, comenzó una tendencia descendente, hasta que en 2002 sus PBIpc fueron prácticamente iguales. Entre 2003 y 2011, Argentina volvió a tomar distancia de Brasil, debido a que sus tasas de crecimiento fueron más elevadas. Sin embargo, si descomponemos ese PBIpc por estratos de ingreso podemos ver otra cosa: a mediados de los ‘70, el 40 por ciento más pobre de Argentina tenía un ingreso per cápita cuatro veces mayor al 40 por ciento más pobre de Brasil. ¿Cómo se explica? Justamente por lo mencionado más arriba: históricamente (de hecho, desde mediados del siglo XIX) Argentina fue más rica que Brasil y además más igualitaria (sobre todo por la transferencia de ingresos que implicó el primer peronismo). A pesar de ser, en términos agregados, mucho más pobre que Argentina, en los ‘70 el 10 por ciento más rico de Brasil era algo más rico que el 10 por ciento de Argentina.

Entre 1974 y 2002 Argentina se “brasilizó”, por arriba y por abajo: por arriba, en tanto nuestro 10 por ciento más rico alcanzó al 10 por ciento más rico de Brasil; por abajo, en tanto nuestro 40 por ciento más pobre también lo hizo, pasando de tener un ingreso real cuatro veces mayor, a uno apenas 20 por ciento superior. Entre 2003 y 2011, este proceso se revirtió parcialmente, lo cual se explica tanto por un mayor crecimiento económico como por una mayor intensidad del proceso redistributivo en Argentina; desde fines de 2011, ese sendero se ha frenado.

Algunos números adicionales permiten remarcar la magnitud de lo ocurrido en Argentina: entre 1974 y 2002, el PBIpc argentino cayó casi 15 puntos, convirtiéndose en uno de los peores casos de “des-desarrollo” a nivel mundial. Sin embargo, el 10 por ciento más rico ni se enteró de dicho proceso, ya que lo aumentó en casi un 35 por ciento. Los deciles 5 a 9 (esto es, el 50 por ciento de mayores ingresos, que le sigue al 10 por ciento de mayores ingresos, en lo que podríamos definir muy simplificadamente como “clase media”) siguieron la tendencia del promedio de la economía (15 por ciento). Ahora, el 40 por ciento más pobre vio reducir su ingreso real a la mitad entre dichos años, y el 10 por ciento más pobre a apenas un tercio.

La película cambia fuertemente entre 2003 y 2011, debido al mencionado proceso de fuerte crecimiento con redistribución del ingreso. Sin embargo, si bien los sectores más pobres fueron los que más se recuperaron (casi triplicando su ingreso en el caso del 40 por ciento de menores ingresos), apenas lograron superar los niveles de 1974. Es más, el 10 por ciento de menores ingresos ni siquiera pudo alcanzar los niveles predictadura.

Sería imposible entender esta recuperación sin la caída del desempleo (del 25 por ciento en 2002 al 7 por ciento en 2011), la incorporación masiva de jubilados al sistema previsional, la reinstauración de las convenciones colectivas de trabajo, la política de salario mínimo y, desde 2009, la Asignación Universal por Hijo, entre otras políticas. No obstante, desde fines de 2011 la situación alcanzó un techo: el PBIpc casi dejó de crecer y la distribución progresiva del ingreso se apaciguó. La “década ganada” entonces parece ser también una “década partida”, entre ocho años realmente muy buenos, y otros francamente mediocres. Entender por qué se frenó este proceso a fines de 2011 escapa a los propósitos de este artículo, pero sin dudas tiene que ver con el (re)surgimiento de la restricción externa y el desacertado manejo de la misma por parte del gobierno, en un contexto internacional de menor dinamismo.

Por su lado, entre 1981 y 2003 –año de la asunción de Lula–, el PBIpc brasileño creció un 15 por ciento, aunque en el 10 por ciento más pobre ese proceso no se había notado (tuvieron en 2003 el mismo nivel de ingreso real que en 1981). A partir de entonces, el panorama cambió significativamente: aun con un crecimiento y una redistribución más moderada que la experimentada en nuestro país, el PBIpc de Brasil creció un 25 por ciento desde 2003, pero el correspondiente al 40 por ciento más pobre lo hizo en un 61 por ciento. Esto difícilmente podría ser explicado sin las políticas redistributivas del PT, como Bolsa Familia, Hambre Cero, la política de salario mínimo, ProUni (becas de educación superior a los sectores populares) o Minha Casa Minha Vida (el mayor plan de viviendas de la historia de Brasil), entre otros.

Una última similitud: al igual que en Argentina, desde 2011 el proceso de crecimiento con inclusión se ha ralentizado en Brasil. Es probable que sin este amesetamiento la reciente reelección de Dilma hubiera sido más holgada. ¿Dónde encontrar un indicio de las causas? A diferencia de Argentina, Brasil está mucho más sólido en el frente externo (sus reservas sobre PBI son del 16 por ciento, mientras que en Argentina son del 5 por ciento), con lo cual el estancamiento económico difícilmente pueda ser atribuido a la restricción externa. Por el contrario, es probable que la política fiscal contractiva adoptada desde 2011, por presión del establishment económico brasileño, explique una parte significativa del bajo crecimiento experimentado desde entonces, en el marco de una estructura productiva que no ha logrado generar un significativo aumento de la productividad y la innovación.

* Magister en Sociología Económica (Idaes, Unsam), becario Conicet.

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