LA RELACIóN ENTRE AMéRICA LATINA Y CHINA
El economista inglés John Ross evalúa que la relación de China con la región es complementaria y que ambas partes pueden beneficiarse, sin que ese vínculo pueda consolidar una relación colonial.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
Economista senior del Instituto de Estudios Chongyang de la Universidad Renmin de Beijing, británico, asesor del ex alcalde de Londres Ken Livingstone, miembro de la izquierda dura laborista, John Ross participó de la reciente conferencia sobre América latina en Londres y dialogó con Cash sobre el papel de China en la actual coyuntura regional.
Una de las grandes polémicas sobre la relación entre China y América latina es si es beneficiosa para la región o se trata de una nueva forma de colonialismo. Este temor fue varias veces expresado en la conferencia sobre América latina.
–Es una acusación absurda. Lo que China está haciendo en América latina es generar comercio e inversión. Es obvio que no quiere dominar militarmente, ni interferir políticamente en América latina. ¿Quiere China sacar algo de su relación con la región? Desde ya. El concepto chino de política exterior es win-win: las dos partes pueden ganar. El concepto de los Estados Unidos, en cambio, es “nosotros lideramos y ustedes nos siguen”. Si usted mira la balanza comercial China-América latina es equilibrada. En el caso específico de su país, Argentina se está beneficiando con las exportaciones de soja y al mismo tiempo China está exportando productos manufacturados.
La acusación de nuevo colonialismo es que la región exporta productos primarios y recibe de China productos manufacturados, es decir, reproduce el viejo modelo.
–Creo que todos los países del mundo encuentran muy difícil competir con la producción manufacturera china. El valor de la producción manufacturera china es hoy un 25 por ciento más grande que el de Estados Unidos. Es cierto que sería preferible que la región exportara más manufacturas a China, pero para eso habría que desarrollar en serio la industria. Creo que América latina podría aprovechar algunas lecciones del modelo chino.
¿Qué tan replicable es el modelo chino en otros países? ¿Se puede emular un modelo con tantas peculiaridades en América latina?
–Hay dos puntos que sí se pueden emular. Uno es el alto nivel de gasto estatal. La inversión es crucial para el desarrollo económico y si China tiene altos niveles de inversión esto se debe a la inversión estatal. China tiene sectores dominados por el Estado, pero también tiene una burguesía nacional. Se reconoció que la política pasada respecto de la burguesía nacional que buscaba eliminarla fue un error. En este sentido creo que Ecuador es el país en América latina que más se parece a China. Lo que ha hecho Correa es invertir el dinero de sus exportaciones en infraestructura, en educación, en vivienda. En Brasil el nivel de inversión es muy bajo, alrededor del 17 por ciento del PBI, en comparación con un 45 por ciento en China. Por eso no ha podido crecer como debería. La segunda clave es la apertura de la economía china. Esta es una decisión estratégica. Corea del Sur y Japón fueron proteccionistas por un tiempo, pero su objetivo estratégico siempre apuntaba a exportar más.
En este sentido no estoy muy convencido con los beneficios del modelo de sustitución de importaciones de América latina. Por razones económicas esto no funciona. El mercado interno es demasiado pequeño. Se necesitan mercados de gran escala para avanzar en la producción manufacturera más sofisticada.
Un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo, que no es precisamente un bastión del pensamiento heterodoxo, señalaba que el problema con la sustitución de importaciones era que podía ser útil en un principio siempre que tuviera como objetivo la exportación.
–Es cierto. El objetivo tiene que ser la exportación. No se puede producir a gran escala si no se vende a gran escala. En ese sentido es fundamental la integración regional para producir estas economías de escala. Si uno mira lo que está pasando en la economía mundial, la realidad es que la etapa de las fronteras nacionales con países del tamaño de los europeos ya no existe. Estados Unidos es, en sus dimensiones, un estado continental más que nacional. Lo mismo ocurre con China. India es la tercera economía a este nivel continental. Si América latina quiere desarrollarse necesita este nivel de integración. Brasil mismo es muy pequeño por sí solo para lograrlo. Pero además creo que en América latina muchas veces se confunde el patriotismo con el aislacionismo económico. Estoy totalmente a favor del patriotismo político y diplomático, pero no hay que confundirlo con el interés económico. Nadie era más patriota que Deng Xiao Ping en China, pero Deng abrió su economía.
Sin embargo en China hay claras restricciones con la clasificación de tres tipos de inversión extranjera: alentada, restringida y vedada. En el primer sector el inversor extranjero puede tener “el ciento por ciento de la propiedad de la empresa”, en el segundo necesita un socio chino, y un tercer sector en el que no está permitido el ingreso del inversor extranjero. No es un esquema totalmente abierto.
–Me parece perfectamente razonable organizarlo así. Hay cosas que tiene que producir China y otras en que necesita la inversión extranjera. Es algo que América latina podría emular.
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