CONCENTRACIóN Y DESIGUALDAD
El viejo poder concentrado se vuelve aún más prepotente, porque se asienta sobre condiciones de poder mayores a las conocidas por el capitalismo neoliberal.
› Por Mariano Arana *
Los triunfantes de la crisis del Estado de Bienestar (o malestar, según quién) configuraron un mundo distinto hacia fines de la década de 1970. Las economías capitalistas cambiaron sus formas de producir, costear la producción, financiarla y distribuirla. Económicamente fracasado pero política, social e ideológicamente exitoso, el neoliberalismo logró algunos de sus propósitos: la restauración de las tasas de ganancias, la reducción (leve) de la inflación, el aumento de la desigualdad, la racionalización del empleo y mundialización del capital. Sin embargo, no pudo cumplir con su promesa última de restaurar altas tasas de crecimiento de la riqueza. El capitalismo aceleró su expansión territorial y encrudeció las relaciones de clase creando bienes y servicios a un ritmo menor. En su haber acontecen más deudas, más concentración del poder, más inestabilidad, mayor frecuencia de crisis financieras con menor riqueza y más desigualdad.
Los economistas e investigadores franceses del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) Gérard Duménil y Dominique Lévy sostienen que los fondos de inversión, junto a grandes instituciones financieras controladas por ejecutivos especializados, están abriendo una nueva mutación en las relaciones de propiedad, como una prolongación de la vieja y conocida sociedad por acciones. Proceso que se precipitó desde mediados de la década de 1990. En su libro titulado La crisis del neoliberalismo (2011), los autores insisten en que asistimos a una transformación del neoliberalismo conformado por un compromiso de derecha de las clases dominantes, creando un nuevo orden social con mayor injerencia de las administraciones centrales y los gestores del capital. Llamaron a este proceso neomanagerialism. Los datos expuestos son sugerentes: hacia fines de 2006 (año previo a la crisis mundial) el valor de los activos financieros totales representaba cerca del doble del PBI mundial, el valor de los activos gestionados por los 1000 bancos más grandes era casi 25 veces más grande que toda la riqueza generada en Africa durante un año y el de los gestionados por 500 gerentes, equivalente a cinco veces el PBI de Estados unidos.
Recientemente Duménil fue invitado a la Argentina en el marco de las VII Jornadas de Economía Crítica realizadas en la Universidad de La Plata. En numerosos debates durante su estadía presentó lo que considera dos pruebas fundamentales que contribuyen a su tesis sobre el cambio de fase del capitalismo. La primera de ellas surge de un trabajo realizado en 2011 por tres investigadores del Instituto Federal de Tecnología de Zurich (Suiza) titulado La Red de Control Corporativo Global. Estos investigadores descubrieron la existencia de una red de propiedad global que contiene una íntima relación de control y conforma lo que dieron en llamar una “súper-entidad”. Los investigadores estudiaron las relaciones de propiedad, valor y control de más de 43 mil compañías transnacionales que presentaron más de un millón de vínculos entre ellas. Encontraron que 295 de esas compañías forman un núcleo duro de relaciones, compuestas mayormente por grandes compañías financieras. Aunque el trabajo no sugiere un comportamiento en bloque, al menos permite afirmar que no vivimos en un mundo de carácter “competitivo”. Este tipo de estudios agregó una dimensión poco estudiada del mundo de las desigualdades: la del control. Llegó a la conclusión de que distribución del control y propiedad es más desigual que la distribución de los ingresos entre esas compañías. Conclusión que parece paradójica si se estima desde el punto de vista de la eficiencia.
La segunda prueba presentada apareció en los datos publicados en el libro de Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI. Duménil y Lévy sostuvieron que desde la llamada revolución gerencial (managerial revolution) a inicios del siglo XX para Estados Unidos, los gerentes del capital lograron remuneraciones relativas cada vez mayores, cambiando de este modo su lugar dentro de las configuraciones de clases. Este proceso se aceleró desde la crisis del Estado de Bienestar y se potenció fuertemente en la última década. Así las gerencias que a principios del siglo XX eran ocupadas por una nueva clase media, ubicada entre los capitalistas y las clases populares, fueron convirtiéndose de a poco en reducto reservado para los custodios del capital con intereses encontrados con las mayorías trabajadoras y muy bien pagos por su función.
Interpretar la historia mientras ocurre puede ser una tarea difícil y seguramente riesgosa, pero con seguridad quien observara con detenimiento las relaciones sociales del trabajo, relaciones entre Estados y los balances económicos globales en la década de 1990 y las comparara con la actualidad debería preguntarse sobre la dirección y la intensidad de los cambios ocurridos. Las tesis de los investigadores del CNRS señalan un mundo donde el viejo poder concentrado se vuelve aún más prepotente, porque se asienta sobre condiciones de poder mayores que las conocidas por el capitalismo neoliberal. Según ellos, aquél ha mutado de forma tan significativa como para estimar una nueva fase del capitalismo.
* Licenciado en Economía (UBA) y docente de Historia del Pensamiento Económico (UBA) y Economía Keynesiana (UNGS).
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