Dom 28.12.2014
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LOS ESTADOS, LOS SúPER RICOS Y LOS PARAíSOS FISCALES

La liebre y la tortuga

Los depósitos para almacenar riquezas se están convirtiendo en una nueva moda entre los súper ricos. Suiza, Mónaco, Luxemburgo, Singapur y China son las plazas líderes en esa actividad.

› Por Marcelo Justo

Desde Londres

La batalla entre los grandes evasores y el Estado se parece a veces a la historia de la liebre y la tortuga. Mientras multinacionales y multimillonarios andan a la velocidad de la luz de la mano de grandes estudios de contadores, abogados y paraísos fiscales, el Estado necesita la lenta negociación de acuerdos internacionales que ponen en juego los intereses contradictorios de los países, algo muy claro en la última declaración del G-20, firmada por dos de los más grandes paraísos fiscales del planeta: Estados Unidos y el Reino Unido.

La velocidad de la liebre hace que encuentre siempre nuevas vías de escape, aunque a veces sufra derrotas parciales como la del HSBC y más de 4 mil potenciales evasores en Argentina. Una de estas nuevas rutas es el aprovechamiento de grandes almacenes o depósitos que usan su denominación de free port o zonas francas para el almacenamiento de miles de millones de dólares en obras de arte, antigüedades, metales preciosos, vinos añejos y dinero en contante y sonante.

Como siempre, a la cabeza en este campo Suiza tiene media docena de estos grandes depósitos con un valor estimado de unos 100 mil millones de dólares, pero sufre una creciente competencia internacional. En septiembre el Ducado de Luxemburgo inauguró un superdepósito, el Principado de Mónaco tiene otro en funcionamiento, Singapur se ha añadido desde 2010 a la oferta y China planea el “freeport” más grande del mundo para obras culturales. Un abogado argentino especialista en el tema de Tax Justice International, Andrés Knobel, señaló a Cash que estos superdepósitos se están convirtiendo en una nueva moda entre los ricos. “En su origen eran para las mercancías en tránsito. Hoy en día están promocionadas en los vuelos de primera clase y en revistas como The Economist. Más que un lugar de paso para mercancías que tienen otro destino se han convertido en un domicilio permanente de todo tipo de riquezas que sirven para la evasión fiscal y el lavado de dinero”, señaló.

La demanda de estos superdepósitos está en aumento. En su último estudio, Wealth-X y el banco UBS hallaron que existen unos 2325 billonarios con una riqueza combinada de 7,3 billones de dólares, aproximadamente la mitad del PIB estadounidense. El mismo estudio destacó que en 2017 la cantidad de súper ricos habrá aumentado y registrará un interesante cambio geográfico: habrá más en Asia que en Europa. Con este trasfondo, no sorprende que una ciudad Estado como Singapur se plantee pasar a dominar en los próximos diez años entre 10 y 15 por ciento de ese mercado: en 2012 solo tenía 2 por ciento.

El gigantesco depósito que planea China para obras de arte responde a esta lógica. Con su creciente poderío económico y financiero y una amplia red offshore para sus empresas y grandes fortunas (las British Virgin Islands son el segundo destino de “inversión extranjera” china), los especialistas se preguntan si China no va en camino de convertirse en un paraíso fiscal a la manera de Estados Unidos con estados como Delaware o el Reino Unido con Londres y sus redes en los territorios de la corona británica. Según el autor de The Price of Offshore Revisited, James Henry, China se verá obligada a decidir pronto si toma este camino. “Es probablemente el próximo gran evento en este terreno de los paraísos fiscales”, indicó a Cash.

En sus páginas web los superdepósitos se promocionan como centros de máxima confidencialidad y, al mismo tiempo, niegan que sean vehículo de la evasión fiscal o de lavado de dinero. “Se ha acusado a los Freeports, incluido Luxemburgo, de ser vehículo del lavado de dinero. Le Freeport rechaza terminantemente estas acusaciones”, dice la empresa en su página web. Sin embargo, en la inauguración formal de esta zona franca en septiembre el viceprimer ministro y ministro de Economía de Luxemburgo, Etienne Schneider, dejó en claro el rol que cumple en la estrategia del ducado. “Le Freeport contribuirá significativamente a la diversificación de la economía de Luxemburgo y lo complementará tanto como plataforma logística y centro financiero”, dijo Schneider.

En tanto centro financiero el Foro Global de la OCDE consideró este año que Luxemburgo no cumplía con los estándares internacionales de transparencia y un informe de Estados Unidos de 2013 lo calificó de “primary concern” en lo que respecta al lavado de dinero. El recientemente nombrado presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Jun-cker, ex primer ministro de Luxemburgo, sobrevivió a fines de noviembre a un voto de censura del Parlamento Europeo por los llamados “luxeleaks” que denunciaban las prácticas impositivas durante los 19 años en que Jun-cker gobernó el ducado. Las denuncias siguen apareciendo. A principios de diciembre, el Consorcio Internacional de Periodistas de investigación publicó que el ducado servía para la evasión impositiva de 35 compañías, entre ellas The Walt Disney Co.

Luxemburgo no es una excepción. El estallido financiero de 2008 y los problemas fiscales del mundo desarrollado, que vive sobre una montaña de deuda que supera ampliamente su producción anual de riqueza, le dieron una mayor visibilidad a un tema que parecía reservado para especialistas. En mayo de este año 34 países de la Organización de Cooperación y Desarrollo (OCDE) aprobaron la Declaración sobre el Intercambio Automático de Información en Materia fiscal, que obliga a las naciones a informar sobre cuentas de extranjeros a su país de origen. Si se toma en cuenta que la declaración de la OCDE fue también suscripta por Argentina, Brasil, China, Colombia, Costa Rica, India, Indonesia, Letonia, Lituania, Malasia, Arabia Saudita, Singapur y Sudáfrica, se ve que se trata de un código de aplicación prácticamente universal. “Uno de los problemas es que esta legislación sólo cubre el intercambio automático de cuentas financieras. Es decir, que deja mucho por fuera y desde ya que no abarca la riqueza que hay en freeports”, señaló Knobel a Cash.

La lucha entre la liebre y la tortuga es indudablemente desigual. El intercambio de información automática ha estado en agenda unos 15 años: sólo con las crisis de 2008 y 2010 han logrado dar avances significativos. Y aun así tiene limitaciones. “No es universal, es decir, que hay jurisdicciones que no participan, con lo que representan lugares alternativos donde el secreto bancario es mucho más impenetrable. Además está el principio de especialidad, de modo que la información recabada sólo puede usarse para fenómenos de evasión fiscal, pero no de lavado de dinero. Si a esto se suma que los freeports no están en el radar, se ve la complejidad del tema”, señala Knobel.

En el famoso cuento infantil de Esopo, la tortuga termina ganando la carrera porque la liebre, confiada y arrogante, se duerme y sólo al despertarse se da cuenta de que la tortuga está a un centímetro de la línea de llegada. Por el momento, las chances de que la realidad reproduzca esta fábula son francamente exiguas. Salvo que cambien por completo las reglas de juego que conviertan a la liebre en tortuga.

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