LA CONAE AL MINISTERIO DE CIENCIA Y TECNOLOGíA
¿Podrá continuar Ciencia y Tecnología con los logros de kirchnerismo? ¿Podrá sostener e incrementar la inversión, investigación y desarrollo, y que eso redunde en un éxito de la política espacial?
› Por Daniel Blinder *
La creación de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) en 1991 es una consecuencia directa de la creación de una política institucional con el objetivo de tener una política espacial. Su creación, está directamente relacionada con la coyuntura política del gobierno de Carlos Menem. Este presidente tuvo que sortear vientos de cambio internacionales novedosos, como el fin de la Guerra Fría, y el comienzo de una era unipolar, que puso a Estados Unidos como superpotencia única. Así, este país presionó a la Argentina para terminar con el proyecto Cóndor II, en el marco de una ofensiva para acabar con los países que denominaba proliferadores de armas de destrucción masiva, como era el caso del misil producido por nuestro país, de mediano alcance (unos 1200 kilómetros de alcance).
La Conae quedó bajo la órbita del Ministerio de Relaciones Exteriores, y en su decreto de creación, figuraba la cancelación del Cóndor. Quedaba claro que la política espacial sería un instrumento de la nueva Argentina liberal, cuya participación en organismos internacionales, también los de seguridad internacional, sería una marca de época, y con la nueva política se garantizaría a la comunidad internacional que no habría proliferación misilística, y que se haría una política responsable y de cooperación. Esto, facilitó varios lazos con los Estados Unidos y Europa, y sus agencias espaciales, entre ellas la poderosa NASA.
Una constelación de proyectos satelitales fueron teniendo sus logros durante los 90, pero fue entrada la era kirchnerista que los proyectos de esta agencia comenzaron a hacerse más ambiciosos, y esto fue debido, entre otras cosas, a que Néstor Kirchner y Cristina Fernández mantuvieron los andamiajes institucionales, que daban previsibilidad a la política tecnológica, pero también a la política exterior, lo que facilitaba un marco cooperativo con las principales potencias. Pero también, y fundamentalmente, a que concibieron la política espacial en un entramado más amplio de desarrollo industrial del país, y recibió un gran y constante financiamiento por parte del Estado, tal y como lo requieren estas tecnologías capital-intensivas: la idea de contar con un lanzador satelital propio, el Tronador II, contiene en sí misma, no sólo desarrollo de capacidades tecnológicas, industrialización, sino una visión de poder reducir la dependencia, y poder tener no sólo nuestros propios satélites, sino que también lanzarlos.
En este contexto, la consolidación institucional y los proyectos CONAE vieron la necesidad de financiamiento, y tras varios años, dejó la órbita de Cancillería para estar bajo el Ministerio de Planificación Federal en 2012. Entiendo que se hizo por la visión de la política espacial en el desarrollo, y por el presupuesto necesario para conseguir las metas espaciales. Pero tras asumir, el nuevo presidente Mauricio Macri, disolvió el Ministerio de Planificación y la Conae, tras varios días, pasará al Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación Productiva. En principio, esta decisión tiene pura lógica, puesto que es una actividad evidentemente tecnológica y relacionada a los fundamentos de la creación de esta unidad ministerial. No obstante, ¿podrá continuar Ciencia y Tecnología con los logros de kirchnerismo, objetivo por el cual el ministro Lino Barañao continuó en funciones? ¿Podrá sostener e incrementar la inversión, investigación, y desarrollo y que eso redunde en un éxito de la política espacial? Apenas podemos esbozar una respuesta. Pero la única manera de continuar y desarrollar estas capacidades, sólo se logrará manteniendo niveles de protección industrial, y una visión política a largo plazo de contar con autonomía tecnológica, entendiendo que aquellos países que cuentan con esas capacidades, buscarán siempre mantener el monopolio y el control sobre ellas, porque son de uso militar, y además económicamente rentables.
* Politólogo, investigador del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y de la Técnica José Babini, Universidad Nacional de San Martín.
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