EL ROL QUE CUMPLIó EL BANCO DE LA NACIóN ARGENTINA EN 1976-1982
El libro El Banco de la Nación Argentina y la dictadura revela el papel específico que cumplió esa entidad en la consolidación de una drástica modificación tanto del tipo de Estado como de las variables económicas y la estructura económica que instaló el régimen dictatorial.
› Por Eduardo Basualdo y Andrés Wainer *
A lo largo de más de un siglo de existencia el Banco de la Nación Argentina ha sido un actor de gran trascendencia, no sólo por su incidencia en el funcionamiento del sector financiero sino también por su gravitación en las diversas políticas económicas. Así, durante las primeras décadas del siglo fue el principal banco del país y su política crediticia fue insustituible para el funcionamiento de la producción agropecuaria. Además, a ello se le agregó su asistencia al resto de las entidades bancarias, especialmente importante en las épocas de crisis como fue durante la Primera Guerra Mundial. Posteriormente, en los gobiernos nacionales y populares cumplió un rol destacado en la promoción del desarrollo económico y la equidad social a través del financiamiento de las diferentes juntas reguladoras e institutos encargados de la comercialización de materias primas, el impulso a la producción primaria, el otorgamiento crediticio para transformar en propietarios a los arrendatarios y aparceros rurales, el otorgamiento de créditos y avales a las empresas estatales, entre otros.
Sin embargo, su política reconoció su giro más regresivo a partir de 1976 en consonancia con el nuevo comportamiento económico y social instaurado por las políticas económicas de la última dictadura cívico–militar, adoptando profundas e inéditas repercusiones que merecen ser conocidas y debatidas.
En el libro El Banco de la Nación Argentina y la dictadura que realizamos junto a los investigadores Juan Santarcángelo, Cintia Russo y Guido Perrone, se exponen los resultados de más de un año de investigación y análisis de documentos inéditos sobre los créditos otorgados por la entidad durante la etapa dictatorial y de las representaciones orgánicas del capital oligopólico en la composición de su directorio en esos años. Allí se revela el papel específico que cumplió el banco en la consolidación de una drástica modificación tanto del tipo de Estado como de las variables económicas y la estructura económica que instaló el régimen dictatorial.
Metodológicamente, el análisis de la política crediticia asumida por el Banco Nación combinó las evidencias empíricas registradas en sus Memorias anuales con los resultados cuantitativos obtenidos del procesamiento de las actas semanales del directorio institucional entre 1976 y 1982, lo cual constituye un material inédito hasta este momento.
El libro comienza con un análisis del contexto económico internacional y la naciente hegemonía neoliberal, dentro de la cual nuestro país fue uno de los pioneros a nivel mundial. En ese marco, uno de los objetivos del equipo económico dictatorial liderado por Martínez de Hoz fue liberalizar el sector financiero, proceso encarado a través de la Reforma Financiera de 1977. A partir de allí el sector financiero sufrió cambios estructurales de tal envergadura que modificaron significativamente la composición de las entidades y alteraron la importancia de las que ya actuaban en dicha actividad. Al respecto, la incidencia de la banca pública se contrajo de forma pronunciada, mientras que se expandió notablemente la cantidad de bancos privados, los cuales cobraron una importancia desconocida hasta entonces.
En una primera etapa esta expansión de la banca privada estuvo liderada por bancos de capital nacional. Sin embardo, tras la aplicación del “enfoque monetario del balance de pagos” (la “tablita”) y la crisis financiera de 1980 disparada por la quiebra del banco privado local más grande en ese entonces (el Banco de Intercambio Regional –BIR–), fueron los bancos de origen extranjero los que se expandieron rápidamente, prácticamente duplicando su número.
A partir de la liberación y suba de la tasa de interés y la consolidación de un diferencial entre las tasas internas e internacionales se produjo un esquema de valorización financiera en el cual el crédito bancario dejó de estar orientado a financiar la expansión del sector productivo. Justamente, los bancos extranjeros instalados en el país tuvieron un rol fundamental en dicho esquema a partir del control que ejercían sobre el grueso del crédito internacional, encontrando allí un espacio económico expansivo y de alta rentabilidad
Dentro de la banca pública el que más disminuyó su presencia en el mercado de crédito local fue el Banco Nación, institución que cumplía un rol clave en el financiamiento a las actividades productivas y, particularmente, a las empresas públicas. Sin embargo, paralelamente a su retracción dentro sector financiero local se produjo un crecimiento exponencial de la actividad del banco fuera del país. Durante el período dictatorial el Banco Nación prácticamente duplicó la cantidad de filiales que tenían en el exterior, expandiéndose, sobre todo, en Europa, Estados Unidos y Panamá, es decir, en los principales centros financieros internacionales.
El contraste entre su actividad crediticia en el país y en el exterior fue tan notable que prácticamente se invirtió la importancia relativa de uno y otro destino. De este modo, mientras que en 1975 el 81 por ciento del monto total prestado por el banco correspondía a créditos en el país, para 1983 dicha proporción había caído al 22 por ciento, es decir, el 78 por ciento correspondía a créditos otorgados a través de sus sucursales en el extranjero.
El mecanismo básico mediante el cual el Banco Nación incrementó su operatoria en el exterior revistió en la obtención de recursos mediante el endeudamiento de sus filiales con los principales bancos mayoristas internacionales para luego re-prestar ese dinero en divisas tanto dentro de la Argentina como fuera del país. Además de su crecimiento exponencial, lo más significativo de los créditos otorgados a través de sus filiales en el extranjero es que la mayor parte de los mismos estuvo destinada a empresas argentinas y/o de propiedad de grupos económicos de origen local y a empresas públicas y organismos estatales argentinos.
Esta operatoria del banco fue congruente con los objetivos políticos y económicos del régimen, donde el crédito externo asumió un papel central en el esquema de valorización financiera. Si bien, como se señaló, el grueso del crédito internacional estuvo férreamente controlado por los bancos transnacionales instalados en el país, el único banco nacional en condiciones de participar en ese mercado fue el Banco Nación a partir de su red de sucursales en el exterior.
Ese tipo de préstamos fueron vitales en su operatoria institucional, pero tras objetivos diferentes a los buscados por la banca transnacional porque el propósito prioritario –aunque no excluyente– fue financiar la estructura estatal mediante préstamos tanto a empresas estatales y organismos públicos como, y sobre todo, a las Fuerzas Armadas.
Todas las evidencias disponibles indican que así como el partido militar fue el “brazo” armado de los sectores dominantes, el Banco Nación fue el “brazo” financiero de las fuerzas represivas, es decir, el principal agente financiero del gobierno dictatorial mediante la operatoria que llevaron a cabo sus sucursales en el exterior.
Esta modificación configuró un fenómeno de primer nivel de importancia sin antecedentes en la historia institucional dado que se trató de un giro copernicano en sus fuentes de financiamiento. Las empresas y los organismos públicos reemplazaron el crédito interno por el internacional y fueron actores muy significativos en la incorporación de las divisas que hicieron posible la valorización financiera, sustentada en la articulación del endeudamiento externo y la fuga de capitales, a la que quedó subordinado el Estado.
De esta manera, el libro pretende realizar un aporte para entender la función que cumplió el más importante banco público del país en relación con los objetivos económicos del gobierno militar, esto es: potenciar la expansión de las fracciones del capital que ejercieron la hegemonía durante esos años.
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