NUEVO GOBIERNO EN PERú
El triunfo de Pedro Pablo Kuczynski en las elecciones presidenciales de Perú es otra señal del cambio de ciclo político en la región. Plan económico en defensa de los intereses empresarios y de las finanzas.
› Por Néstor Restivo
Perú tiene presidente electo, Pedro Pablo Kuczynski, y quien redactó su programa de gobierno y será su ministro de Economía, Alfredo Thorne, lo dijo más claro que el agua. El Estado “se alejará de las empresas” –es decir, no intervendrá, no orientará, no las regulará y sobre todo les cobrará menos impuestos– y “se concentrará” en focalizar la pobreza, la salud y la educación. Perú es uno de los países latinoamericanos donde, como estudiaron largamente Julio Cotler y otros investigadores, el Estado no consiguió desplegarse en plenitud y sigue siendo desarticulado y débil; en estos años juntó más dinero, pero no formó instituciones ni técnicos que estén por encima de intereses corporativos, entre los cuales sobresalen los de las grandes empresas locales y, sobre todo, extranjeras.
Neoliberal clásico, lo primero que hará Kuczynski es bajar impuestos a las empresas, porque como se demostró una y otra vez, luego éstas tienen mayores excedentes, los reinvierten en los países donde operan y derraman sus ganancias en el resto de la sociedad. ¿Por qué no habrá de pasar en Perú?
Por eso Thorne y PPK, como llaman al presidente electo, ya dijeron que bajará el IVA de 12 al 10 por ciento, el impuesto a las ventas de 18 al 15 por ciento, el de las rentas de 28 al 10 por ciento en el caso de las Pymes y por un lapso de diez años, y finalmente el aporte patronal al trabajo de 12,5 a apenas 2,5 por ciento, en la forma de un seguro de desempleo. Los impuestos a las mineras transnacionales, grandes ganadoras del “modelo” peruano, se mantendrán pues ya son tan paupérrimos comparados con las mega ganancias que ellas logran vía exportaciones, que ni vale la pena repensar un esquema más pro-patronal. Sí, se revisará el aspecto tributario de la pequeña minería tradicional, se informó.
Con menos recaudación, lo más probable que lo siguiente sea endeudarse para reducir el déficit presupuestario. Thorne planea emitir 6000 millones de dólares (dice que para obras de infraestructura) y así la deuda pública subiría en 10 por ciento del PIB, o sea 20.000 millones de dólares, hasta 2019. Hoy la deuda pública en divisas duras ya roza 23 por ciento del PIB, sin contar la emisión señalada.
Perú fue durante el gobierno saliente de Ollanta Humala uno de los países que más “creció” en la región, en torno al 5 por ciento promedio, y el año pasado, 3,2 por ciento, por encima que el resto. Pero la pobreza sigue alta y sobre todo se destaca el trabajo informal, que cubre casi 70 por ciento de la población laboral, un mundo que aporta 20 por ciento del PIB y es rasgo histórico y estructural peruano. Hasta donde hablaron, no hay en las palabras del próximo presidente ni de su hombre en Economía algo que se acerque a un plan de desarrollo, a un empleo más formal y a una producción más diversificada que la que emerge de las minas, la pesca y apenas si algún otro sector.
Ambos funcionarios provienen, obviamente, del sector privado, una de las modas regionales. Thorne se educó en Londres y trabajó varios años en la banca, en especial como directivo del estadounidense JP Morgan, que está de parabienes en varios gobiernos del Cono Sur.
PPK también se educó en Gran Bretaña, y en Estados Unidos. De hecho tramitó allí su ciudadanía y se casó dos veces con norteamericanas, la segunda de ellas una prima de la actriz Jessica Lange (no se queda atrás en el codeo con el jet-set: por parte de madre –inmigrante de Europa, igual que su padre– Pedro Pablo es primo hermano del cineasta francés Jean Luc Godard). En materia laboral, trabajó para el BankBoston de Estados Unidos, Tenaris y Ternium de Techint de Argentina, Toyota de Japón, Compañía de Acero del Pacífico de Chile y Perú Copper Co, entre otras multinacionales.
Si bien no es atributo exclusivo de nuestra región, es notable cómo América Latina replica en cada uno de sus países patrones y tendencias a lo largo de los siglos. Como si de modas se tratara, suceden como espejos –más allá de particularidades de cada caso– sus revoluciones de independencia contra España, sus guerras civiles, la instalación de oligarquías en los primeros estados constituidos, las crisis cíclicas, los gobiernos populares, las dictaduras, los gobiernos liberales, los ciclos de deuda, los gobiernos progresistas, los gobiernos neoliberales.
PPK, cuyo triunfo sólo se explica por el gran frente anti-fujimorista que abarcó incluso a la izquierda peruana, es así una nueva pieza de la cadena que va armándose con presidentes como el argentino Mauricio Macri o el golpista provisional Michel Temer en Brasil.
Hubo una vez, hace poco, cuando se decía que los presidentes latinoamericanos se iban pareciendo por primera vez a sus pueblos. Parece que ya no sería así.
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