Dom 17.07.2016
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EL GOBIERNO MODIFICó POR DECRETO LA LEY DE TIERRAS

Alentar la extranjerización

El decreto del presidente Mauricio Macri elimina el límite a la “extranjerización” del suelo productivo. Sustituye el interés nacional por el de los negocios y otorga protagonismo a las inmobiliarias vinculadas a inversores internacionales.

› Por Rubén Pascolini *

El presidente Mauricio Macri a través de un decreto ha modificado la Ley 26.737que había sido, en 2011, la respuesta promovida por el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, por un lado al escenario internacional de “acaparamiento de tierras” y por el otro a la “extranjerización”, que junto con la concentración, la dificultad de las poblaciones en el acceso al dominio de las tierras, la insuficiente infraestructura y equipamiento para la residencia y la producción y el maltrato del suelo productivo, son los problemas estructurales de la tierra rural en la Argentina.

El proyecto de ley remitido por el Poder Ejecutivo al Congreso asimiló a la legislación vigente en otros países como Brasil, Estados Unidos, Canadá, Francia o Italia y se respaldó en un fuerte consenso social: se estimaba que 9 de cada 10 argentinos estaba de acuerdo en ponerle límites al proceso de extranjerización de tierras y sintetizó varios de los 20 proyectos previamente presentados en el Congreso Nacional por legisladores de distintos bloques, oficialistas y opositores, 11 de ellos que en ese momento tenían estado parlamentario.

El proceso de “acaparamiento de tierras” se desencadenó en 2008, a partir de la crisis alimentaria producida por la suba de los precios de los alimentos. Dicho acaparamiento estuvo determinado primero por la inseguridad alimentaria en los países centrales o con fuerte crecimiento económico o países con mucha liquidez; segundo por el agotamiento de fuentes de energía no renovables; y tercero por el oportunismo económico de inversionistas y especuladores.

China e India, y países con fuerte liquidez pero con poca superficie (los países árabes, por ejemplo), salieron a la compra de grandes extensiones de suelo productivo para garantizar la seguridad alimentaria de sus poblaciones.

El aumento de precios de los alimentos se planteó a raíz de la creciente disparidad entre oferta y demanda de alimentos en aumento y consolidó la hipótesis de aumentos a largo plazo, estimulando a las empresas productoras de alimentos a apropiarse de suelo productivo para ser menos vulnerables a los vaivenes de los precios, integrándose verticalmente: (producción, comercialización y distribución), reconfiguración que las convirtió en otro de los actores en este contexto de voracidad por la tierra.

El petróleo es una fuente finita de energía y en este marco los agrocombustibles juegan y jugarán un papel cada vez más protagónico en el mundo energético del planeta junto a otras energías alternativas. Se dice que entre el Trópico de Cáncer y el de Capricornio (parte de América Latina, toda el África Subsahariana y buena parte de Asia), está la tierra, el agua, el sol y la mano de obra barata y en el norte está el capital, en donde se consume, se derrocha, gran parte de esas energías.

Otro de las protagonistas del “acaparamiento de tierras”, por lo tanto son los agrocombustibles desarrollados hasta el momento, que ocupan tierras destinados a los cultivos, a la alimentación, disputan espacio de la agricultura tradicional y hacen que aumente el precio de los alimentos y de las tierras.

Otros de los grandes participantes en el acaparamiento de tierras es el oportunismo económico de inversionistas y especuladores. Son empresas privadas de algunos estados y grupos financieros, que operaban en el mercado accionario y se desplazaron al mercado global de la tierra porque vieron un negocio más seguro y menos sujeto a los vaivenes de la bolsa.

La crisis de los créditos, el alto riesgo y el derrumbe de la bolsa de Wall Street en el 2007 hicieron que enormes cantidades de capital se desplazaron del mercado accionario clásico, o del mercado inmobiliario, al refugio de los alimentos. Son sociedades que no cotizan en bolsa y cuyas inversiones privadas apuestan a altas rentabilidades en corto plazo. Así es que empresas extranjeras radicadas en guaridas fiscales son propietarias de una de cada 16 hectáreas de campos argentinos (1,1 millones de hectáreas).

La Ley 26.737 “ablandada” por decreto por Macri se había propuesto poner límite a la “extranjerización” del suelo productivo y al “acaparamiento de tierras” que se está produciendo internacionalmente. El decreto 820 de hace unos días sustituye el interés nacional por el de los negocios, oscurece los procedimientos, otorga protagonismo a las inmobiliarias vinculadas a los inversores internacionales, habilita la elusión y la evasión a través de la participación de los fondos offshore y reduce exigencias.

Parece ser una medida más de la Alianza que gobierna, para insertar al país en el mundo, aprovechando las ventajas comparativas, según dijo Macri recientemente en Alemania, exportando materias primas y recursos naturales. Este proyecto de país entusiasma a los agro negocios, a los países con liquidez pero sin seguridad alimentaria, a los grandes propietarios nativos, a los capitales especulativos y preocupa a las organizaciones campesinas y de pueblos originarios, a los chacareros, en particular y en general, a los que creemos en un modelo de país inclusivo, que tiene como motor al trabajo y por lo tanto reivindica la industrialización con cada vez más complejización tecnológica, más integración territorial y regional, y más sustentabilidad ambiental.

* Ex secretario nacional de Acceso de Hábitat.

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