TRATADOS DE LIBRE COMERCIO, LA ALIANZA DEL PACíFICO, EL MERCOSUR Y LA REPRIMARIZACIóN DE LA ECONOMíA
El gobierno de Macri expresó su intención de reinsertar a la Argentina en el mundo a través de la Alianza para el Pacífico, de avanzar en el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea e impulsar Tratados de Libre Comercio con Canadá, México y Estados Unidos.
› Por Natalia Aruguete
Desde que asumió el gobierno de Mauricio Macri expresó su intención de reinsertar a la Argentina en el mundo a través de la Alianza para el Pacífico con vistas al Tratado Transpacífico (TTP), de avanzar en el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), e impulsar tratados de libre comercio con Canadá, México y Estados Unidos. Cash dialogó con el investigador de la Flacso, Enrique Arceo, sobre los rasgos centrales de estos tratados. El experto alertó sobre los escasos beneficios comerciales que podría obtener la Argentina de esos convenios, y el impacto negativo sobre la industria, el empleo y las políticas de desarrollo. El estudio de Arceo se publica en el número 300 de Realidad Económica con el título “La política exterior de Macri: la reprimarización de la economía argentina como objetivo”.
¿Por qué le preocupa la política exterior de Mauricio Macri? ¿Qué rol juegan los tratados de libre comercio?
–Cuando se celebran entre países centrales y periféricos, los tratados de libre comercio son una forma de cristalizar la división del trabajo y profundizar la especialización primaria de los países periféricos, porque supone que cada parte reduzca la protección a sus sectores más protegidos. A cambio de ceder, estos países cuentan con la promesa de acceder a los mercados de productos primarios. La apuesta de la OMC ha sido un crecimiento más acelerado del comercio que del producto bruto. Desde la crisis, el comercio mundial crece casi la mitad que en la década anterior. En este escenario la apuesta de este gobierno es particularmente desafortunada.
¿Por qué?
–Luego de la crisis, en Estados Unidos se discute si hay o no estancamiento secular, traducido en bajas tasas de inversión y de crecimiento de la productividad debido, en buena medida, a una insuficiencia de la demanda efectiva. Cuando las tasas de crecimiento en el centro son muy bajas, los salarios están estancados y aumenta la concentración del ingreso, la reacción social es inevitable. Por eso surgen movimientos neofacistas en toda Europa. En Estados Unidos, Donald Trump propone aplicar un arancel del 40 por ciento sobre las mercaderías chinas, un movimiento anticomercio.
¿Por qué existe interés en promover esos tratados?
–En los años 70, con el ascenso del neoliberalismo hay un proyecto del capital transnacional. Que haya resistencias a esto significa que se está confrontando contra el proyecto del capital transnacional. Esto se ha traducido a nivel mundial en un gigantesco crecimiento en China, Corea, Taiwán; países que aplicaron políticas totalmente distintas a las promovidas por estos tratados. El crecimiento de China y los países asiáticos ha sido paralelo al estancamiento en la economía mundial. La periferia por primera vez ha aumentado la participación en la economía mundial, atribuible prácticamente a China y Asia. Lo que hay es una ofensiva a través de los tratados de libre comercio para salvaguardar el modelo neoliberal.
Una ofensiva que tiene fuertes resistencias, incluso en los países más poderosos del mundo.
–Donald Trump y Hillary Clinton han dicho que no van a aprobar el TTP. Trece países europeos dicen que no van a aprobar ninguna concesión sobre los productos clave al Mercosur. Por eso es que la apuesta del gobierno argentino tiene muy pocas posibilidades de obtener ventajas efectivas. El 80 por ciento de las exportaciones de la UE hacia el Mercosur está en químicos, maquinaria y equipos. Estos son los sectores que tendríamos que abrir, además del resto de la industria y de los servicios.
¿Cuál cree que es el propósito del gobierno al profundizar la apertura de la economía?
–El mito neoliberal es que si la Argentina se abre totalmente la entrada de capital extranjero generará un gran crecimiento basado fundamentalmente en el sector primario. El sector agropecuario genera poco empleo aun creciendo mucho, mientras que un recorte en la industria generará mayor desempleo y caída de salarios. Argentina tiene condiciones muy difíciles para participar en la nueva división internacional del trabajo.
¿Por qué?
–Los salarios argentinos son, por suerte, muy superiores a los asiáticos, los niveles de productividad de Argentina están quedando cada vez más atrasados respecto de los países asiáticos. La productividad de China, Corea o Taiwán creció 6 veces más que en el Mercosur, con lo cual Argentina en el plano industrial está perdiendo ventajas comparativas y tiene la amenaza de una desindustrialización muy fuerte. Las transnacionales buscan el menor costo posible para su producción, que no está en la Argentina. Pensar que Argentina puede ser el supermercado del mundo suena bien, pero las importaciones europeas de alimentos son compensadas por Europa con sus exportaciones de alimentos preparados y bebidas.
Usted señala que el ingreso a estos tratados contradicen las reglas del Mercosur.
–Los países del Mercosur tienen prohibido individualmente hacer tratados con otros países. Si Argentina hace un tratado con Estados Unidos bajando los aranceles, el arancel común desaparece.
Brasil ha expresado su intención de negociar individualmente.
–El gobierno argentino no ha dicho nada al respecto pero sí expresó que quiere tratados con México, con Canadá y Estados Unidos. El gobierno de Macri va por la Alianza del Pacífico –para ingresar al TTP– a la que también quiere ir Brasil, tratarían de ir los dos juntos y llevar al Mercosur a un tratado con la Alianza para el Pacífico.
¿Qué consecuencias traería para el Mercosur una alianza con el TTP?
–El Mercosur quedaría liquidado aunque hagan esa alianza en conjunto. El TTP supone aranceles 0 para el 90 por ciento de los productos y en pocos años la extensión a la totalidad. Esto significa acabar con el arancel común y abrirnos a los países más competitivos desde el punto de vista de los bajos salarios. Esto no asusta al gobierno de Macri y tampoco al brasileño, que apuestan a la primarización.
Más allá del Mercosur, estas alianzas tendrían efectos distintos para Brasil y Argentina.
–En la Argentina, las fracciones locales del capital están insertas en la división del trabajo Mercosur. El gobierno de Macri no puede enunciar –como sí lo hace el brasileño– su intención de dejar de lado el Mercosur, aunque va expresando medidas que en definitiva llevarán a eso. Esto supone complejos problemas con el bloque dominante en Argentina.
¿El bloque dominante primario o también el más industrializado?
–Ni el capital transnacional ni el gran capital tienen un proyecto de industrialización para la Argentina. No hay fuerzas en el gran capital que se opongan frontalmente al proyecto Macri. Sí, en cambio, este proyecto es letal para los trabajadores y para las pymes, y para las pocas industrias con cierta sofisticación tecnológica que se han desarrollado y tienen alguna importancia en las exportaciones.
¿Cuáles fueron las resistencias que antepuso el Mercosur al acuerdo con la UE y qué podría cambiar con este gobierno?
–Las resistencias fueron fundamentalmente desde el Mercosur porque Europa pidió todo y no quiso dar nada. Esto llevó a que en el 2004 se rompiesen las negociaciones y se reanudaran años después por una iniciativa de Brasil. En realidad las negociaciones no empezaron porque recién ahora hay una presentación de ofertas y ahora hay que discutir cada uno de los rubros. Este será un camino complicado, signado además, por la posición de estos países que no nos quieren dar ventajas suplementarias en el terreno de los productos básicos. Esto pone un límite muy grande a la negociación.
¿Puede avanzar un tratado de estas características con el Brexit?
–En medio de la creciente resistencia europea al libre comercio, los países en los que se más se está desarrollando la derecha son países con gran presencia campesina. Es difícil pensar que estas negociaciones vayan a avanzar. Pero no es imposible que Brasil y Argentina, con la nueva derecha interesada en la apertura de los mercados primarios, conceda en el sector industrial a cambio de mínimas ventajas en el acceso a esos mercados. Brasil se ha reprimarizado en los últimos 10 años.
¿Qué efectos tiene sobre el sector industrial argentino la reprimarización de Brasil?
–Brasil es nuestra principal salida de productos industriales. La apertura brasileña seguramente desplazará a los productos argentinos. Por lo tanto, se cerrarán mercados.
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