Los ultraliberales argentinos tienen un problema: el resto de la gente considera que ellos determinaron la política económica en los ‘90 y en períodos anteriores, y que por su culpa la Argentina está en ruinas. Pero ellos no se sienten representados por esos gobiernos ni sus economistas, y además se llevan medio mal con el establishment, aunque en definitiva todos reclamen la miniaturización del Estado y una desregulación casi absoluta, que dejaría a las fuerzas del mercado en dominio poco menos que total de la situación. Pero los hombres de negocios son ante todo pragmáticos, y para ellos el sector público, adecuadamente manipulado, puede ser fuente directa de beneficios o vehículo para lograrlos.
Pablo Guido, economista jefe de la ultraliberal Fundación Atlas, los llama “empresarios anticapitalistas”, y elige a Enrique Pescarmona como uno de los antihéroes de esa casta por reclamar que el Estado otorgue un seguro de cambio ex post para salvar a los privados endeudados con el exterior. El argumento es que la devaluación fue un acto del príncipe, y es por tanto el príncipe quien debe pagarla. “Este señor quiere que la mayoría de los argentinos se hagan cargo de los pasivos que un grupo minoritario de otros argentinos contrajeron...”, fustiga Guido.
Añade que “nadie obligó a los empresarios a contraer deudas con el exterior y en moneda extranjera”, y que “en un sistema capitalista las ganancias obtenidas por las empresas son propiedad de los accionistas, y también las pérdidas deben ser afrontadas por ellos mismos... Es muy fácil privatizar las ganancias en épocas de vacas gordas y querer transferirle las pérdidas a personas ajenas a la empresa cuando las papas queman.”
Pero no es todo. Guido también admite que “con empresarios así es comprensible que gran parte de los habitantes de la Argentina observen que el capitalismo es un sistema injusto, empobrecedor, inequitativo e inmoral”. Luego expone su idea de la responsabilidad compartida, también por los empresarios: “La devaluación no fue obra de un grupo minúsculo de chiflados.”