BUENA MONEDA
El oráculo de Prat
› Por Alfredo Zaiat
No ha sido usual que desde el propio Gobierno se elaboren informes públicos señalando fortalezas, debilidades e incertidumbres de la economía. En general, los documentos oficiales perdieron atractivos porque se convirtieron en toscos instrumentos de propaganda, que como tal nadie les cree pero colaboran para alimentar el ego del funcionario que duerme con la realidad que los técnicos pintaron a su gusto. El Informe de Inflación que elabora cada tres meses el Banco Central, bajo la supervisión de su vicepresidente, Pedro Lacoste, rompe con ese molde de mostrar exclusivamente el paraíso en el cual todo gobierno piensa que vive. Ese trabajo corre con la ventaja que la economía está registrando indicadores fuertemente positivos, que obviamente no se deja de remarcar aunque sin burdos exitismos, lo que le brinda margen para señalar potenciales riesgos. Lo interesante de ese completo informe de la macroeconomía es que además de realizar proyecciones, que en ese aspecto no difiere de lo que hacen las consultoras de la city aunque sí en que admite cuando se equivoca, acompaña esos pronósticos con consideraciones que, se compartan o no, tratan de explicar la dinámica económica. Y que eso lo realice una dependencia oficial es de por sí un mérito. El ministro de Planificación, Julio De Vido, no lo entiende así y en un típico acto reflejo de funcionario sensible salió a descalificar un apéndice de ese informe del BCRA que se refería a los costos que contabilizará la economía por la crisis energética. “No conozco el informe ni me interesa”, desencajó De Vido, en una muestra de su aceitado buen humor.
El oráculo de Alfonso Prat Gay empieza reconociendo que la inflación en lo que va del año fue más baja que la prevista por los economistas del Banco Central. Sin embargo, destaca que no se puede ignorar que, por la misma dinámica del ajuste macroeconómico a la salida del tipo de cambio fijo, subsiste una inflación reprimida, ya sea por la potencial recomposición salarial como por el incremento de los márgenes de comercialización, y así también por eventuales ajustes de las tarifas de las privatizadas. Menciona, además, que los riesgos inflacionarios más visibles están asociados a cuellos de botella puntuales en los sectores que más han crecido en los últimos dos años y a la recuperación de los precios de las materias primas (en el informe se espera que este año sigan avanzando, para luego empezar a retroceder a partir de 2005). Enciende una luz de alerta al indicar que la aceleración de los costos de la construcción y de los precios mayoristas “nos recuerdan que la inflación no será siempre insensible al ritmo de crecimiento de la economía”.
Si bien el BC espera una desaceleración en el ritmo de crecimiento, proyecta una expansión promedio para este año del 8 por ciento (su pronóstico anterior era el 6). Esa estimación surge de considerar que el arrastre estadístico de 2003 asciende a 4,1 por ciento que sumado a la evolución del primer trimestre deja un piso de aumento del PIB de 6,7 por ciento, que sería el resultado final en el caso que la economía dejara de crecer a partir del segundo trimestre, escenario que no se está verificando.
Los riesgos potenciales para el ciclo económico los divide en internos y externos. Para los últimos destaca que, si bien el contexto internacional se mantiene favorable para la economía argentina, el proceso de ajuste del balance de cuenta corriente en Estados Unidos, el incipiente recalentamiento de la economía china y la situación de Brasil son los factores que advierte a tener en cuenta. Y de esos tres, el último es el de mayor relevancia dado que Brasil representa el 22 por ciento del comercio internacional de Argentina. Entonces resulta interesante conocer cuál es la evaluación que hace el BC del vecino mayor: “Si bien todavía son muchos los factores (fundamentalmente externos) que amenazan la recuperación económica en Brasil, es difícil imaginar que nuestro principal socio comercial vuelva a contribuir negativamente al crecimiento de Argentina como en 2003 (se estima que la recesión brasileña le costó al país 1 punto porcentual de crecimiento). En efecto, se espera más bien una contribución neutra o levemente positiva”. O sea que poco y nada se puede esperar de la política económica ortodoxa de Lula como factor dinamizador del crecimiento.
Respecto de las incertidumbres de orden local, Prat Gay menciona como la principal la renegociación de la deuda en default (“que es seguida de cerca”, aclara), puesto que determinará la sustentabilidad fiscal más aún teniendo en cuenta el incremento de los servicios de deuda en situación regular a partir de 2005. El otro campo de riesgos para el Central es “la posible escasez relativa de energía”, aunque remarca que no se presenta como “una amenaza importante” ni para el crecimiento de la economía ni para la evolución del nivel de precios. La estimación es que esa crisis se llevará unos 500 millones de dólares del superávit comercial (por las compras de gas a Bolivia y fuel oil a Venezuela), puede perderse 1 punto porcentual de crecimiento del PIB, la inflación subir medio punto y el fisco tener un gasto adicional de 1000 millones de pesos. Con esos eventuales costos de la crisis, la reacción enérgica de De Vido aparece un tanto exagerada.