BUENA MONEDA
Una foto y mil palabras
› Por Alfredo Zaiat
En muchas ocasiones el debate económico en Argentina resulta extraño. A veces lo obvio se muestra como descabellado; y en otras oportunidades lo disparatado se presenta como correcto. Esta anomia debería ser motivo de estudio por parte de especialistas, aunque dado este caso tan particular resulta difícil determinar qué clase de expertos tendría que abordar la cuestión. En estos vertiginosos últimos días se ha vuelto a posar sobre el campo económico una nube de confusiones. No es tarea sencilla ingresar en esa ruta cubierta de niebla, pero resulta imprescindible para al menos intentar comprender un poco algunos sinsentidos.
1. IVA para atrás.
Cuando se debate la estructura tributaria se argumenta a favor o en contra de tal o cual impuesto en función de su mayor o menor progresividad. Si favorece o desalienta la inversión. También si castiga o beneficia al consumidor. Si es más fácil o más complicado de administrar. En última instancia, la definición de un régimen tributario busca que el Estado se apropie de recursos para financiar sus gastos de una forma que castigue lo menos posible al sector privado con un criterio de redistribución de ingresos. Aquí aparece el aspecto de la equidad, que bien se sabe no es una cualidad de la estructura impositiva argentina, aunque con las retenciones a las exportaciones ha mejorado algunos puntos en ese sentido. En definitiva, lo que queda claro es que una baja del IVA no puede ser archivada por una evaluación sobre su impacto inmediato en los precios. Más aún cuando ese análisis tiene un componente especulativo de cortísimo plazo. Basta con hacer simples cálculos para darse cuenta de que siempre es mejor para el consumidor una alícuota de 18 que una de 21 por ciento (Precio=$100, con IVA de 21%=$121; con IVA de 18%=$118 si se traslada o $121 si la baja no es transferida. Esa es la evaluación inmediata. Ahora bien: dado que los precios aumentan, la cuestión es dinámica. Un ejemplo con un ajuste del 10 por ciento en el precio. Nuevo Precio=$110, con IVA de 21%=$133,1; con IVA de 18%=$129,8.) La diferencia es que se modifica el factor de ajuste de la base y, por lo tanto, resulta una mejora para el consumidor. La eventual apropiación inicial de una renta extraordinaria al no trasladar la baja del IVA por parte de los empresarios tiene que ver con conductas monopólicas y de falta de transparencia en los mercados, lo que merece la intervención del Estado. No se debería tomar esa ineficiencia oficial en esa materia para no avanzar en una medida de justicia tributaria.
2. Superávit fiscal primario.
Si bien todavía no se alcanza los niveles exigidos por el FMI, no falta mucho para que la tecnoburocracia de ese organismo se despache con un “no le pedíamos tanto”. El Presupuesto 2005 eleva de 2,1 a 3,0 por ciento del PIB el excedente destinado a los acreedores. Si se agrega otro 0,2 por ciento para el PAMI, AFIP y fiduciarios y un 0,4 por ciento de las provincias se arriba a un saldo de 3,6 por ciento. Las comparaciones son odiosas, pero a veces son muy ilustrativas. El esclarecedor documento elaborado por el Ministerio de Economía sobre el FMI brinda datos reveladores. En ese trabajo se señala que Brasil obtiene su elogiado superávit fiscal del 4,25 por ciento con ingresos adicionales proporcionados por empresas públicas (0,9 por ciento), además de no padecer la sangría de recursos de las AFJP (0,8 por ciento). Por lo tanto, el superávit argentino comprometido es equivalente al 5,3 por ciento (3,6+0,9+0,8) en el caso de que se lo quiera comparar con el brasileño.
3. Crecimiento-desocupación.
Las cifras de la evolución del Producto y la industria, con saldos con flechas para arriba, muestra una vez más que los gurúes de la city pueden buscar otro trabajo. El segundo trimestre reflejó una desaceleración en el ritmo de crecimiento, pero siguió con ritmo positivo. Indudablemente es una alentadora noticia, pero abre el siguienteinterrogante luego de la difusión de los datos de desempleo: si en ese período abril-mayo-junio la economía continuó su marcha ascendente, por qué el índice de desocupación no bajó y, para peor, subió. No es una cuestión menor bucear en respuestas a ese comportamiento puesto que se arribará a la estación del modelo “dólar alto”. Y con esos indicadores económicos queda en evidencia que esa vía resulta insuficiente para gatillar un proceso de generación constante y creciente de puestos de trabajo para satisfacer un mercado laboral sediento.
4. Cambios en el Banco Central.
Recuperar la calidad institucional y la transparencia en sectores claves del aparato estatal son cualidades vitales para la vida democrática, pero también para el desarrollo económico. El ejemplo más evidente de esa imprescindible necesidad de renovación fue la Corte Suprema de Justicia, que con la nueva composición ha emitido en las últimas semanas un par de fallos reparadores de medidas bochornosas aplicadas en la década pasada. Esa bienvenida política de recuperación de la Corte tiene su contracara en la constitución de la nueva cúpula y directorio del Banco Central. El recorrido de algunos nombres sería una oportuna brújula para orientar al gobierno en los costos que asumirá por su reciente decisión de cambiar el presidente del BCRA: Bernardo Neustadt-Banco Extrader-Carlos Menem-Comisión Nacional de Valores-ON de Loma Negra-suscripción de acciones de Sevel de Macri-Ministerio de Educación-Carlos Ruckauf-Eduardo Duhalde. En fin, una foto vale más que nombres y mil palabras.