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› Por Alfredo Zaiat
En la larga marcha por la memoria ante la tragedia social que significó la última dictadura militar, las Fuerzas Armadas expresaron, más tarde o más temprano, con más o menos intensidad, una autocrítica. La Iglesia también intentó hacer algo parecido, aunque con escasa vocación. En forma aislada algunos protagonistas de esos años de plomo también manifestaron cierto arrepentimiento. Pero quienes nunca expusieron ni el más mínimo remordimiento por haber sido promotores y respaldo de la dictadura fueron las cámaras empresarias tradicionales. La Sociedad Rural, la Unión Industrial, la Cámara de Comercio o el CEA –devenido AEA– no realizaron una revisión de su actuación durante ese período. Ni treinta años después, cuando el clima de época es otro.
También es llamativa la escasa bibliografía con respecto a la política económica implementada por José Alfredo Martínez de Hoz. Ausencia que es destacada en un inédito documento de trabajo elaborado por Alberto Müller, con colaboración de Martín Rapetti. “Resulta un tanto sorprendente el relativo interés que ha despertado la gestión Martínez de Hoz en el ámbito de la investigación histórica de la economía argentina”, apuntan, para agregar que el grueso de los análisis son contemporáneos o inmediatamente posteriores al final de ese período. Esa observación es todavía más asombrosa porque el ciclo ministerial de Martínez de Hoz fue el más largo en toda la historia económica posterior a 1955, con la única excepción –y por pocas semanas– de Domingo Cavallo, durante la década del ’90.
Müller y Rapetti, en el documento Un quiebre olvidado: la política económica de Martínez de Hoz, se preguntan por qué ha habido tan poco interés en investigar ese período. Destacan los valiosos aportes de Jorge Schvarzer (“el intento más abarcador”), Adolfo Canitrot (“en dos excelentes ensayos”), Aldo Ferrer (“un trabajo relativamente temprano, de 1979) y Hugo Nochteff (“una de las escasas referencias sobre el tema en los años ’90”). A ese interrogante mencionado lo abordan con dos hipótesis. La primera refiere a que la crisis posterior ocasionada por la deuda externa impuso una urgencia coyuntural y “el incentivo mayor se orienta a cómo enfrentarla, antes que a estudiar su génesis”. La otra tiene como origen que varios analistas han asumido que el período de Martínez de Hoz no tiene mucho interés porque constituyó un proceso lógico al agotamiento del modelo de sustitución de importaciones. Los autores de ese trabajo, que forma parte de un proyecto trianual de investigación en curso sobre el desmantelamiento del Estado de Bienestar en la Argentina, no son partidarios de esa segunda hipótesis y suscriben la primera. Müller sostiene que la evidencia empírica no avala la tesis del agotamiento del modelo de industrialización en el período anterior a la gestión de Martínez de Hoz. Más aún, afirma que ese “modelo” no era exactamente el supuesto en muchos análisis, que definen el patrón de crecimiento a mediados de los ’70 cerradamente orientado a la sustitución de importaciones. Müller apunta, en cambio, que era un modelo “híbrido”.
Entonces, si la política de Martínez de Hoz no constituyó la etapa ineludible al agotamiento del patrón de crecimiento anterior, esa estrategia tuvo responsabilidad primaria en el desempeño económico. La reforma financiera, la sobrevaluación cambiaria y la rebaja arancelaria son los elementos centrales de esa política, enumera esa dupla de investigadores. Mencionan que la reforma financiera representó la apertura de una oportunidad de ganancias especulativas que elevó sustancialmente las tasas de descuento de inversiones productivas. Y plantean cuatro hipótesis expuestas a lo largo de estos años acerca de las motivaciones de esas políticas. Las dos primeras las descartan rápidamente porque éstas consideran que la gestión Martínez de Hoz fue una continuidad del proceso económico que lo precedió, hipótesis ya refutada. Las dos siguientes abren una interesante polémica.Una es la asignada, con matices, a Schvarzer, Canitrot y Ferrer, que indican que esa política económica “se racionaliza como un proyecto orientado a quebrar las bases que daban sustento a los gobiernos populistas; en particular, la alianza entre sindicatos e industria volcada al mercado interno. En consecuencia, el proyecto de la gestión Martínez de Hoz sería la reprimarización de la economía, el retroceso industrial –inducido por las rebajas arancelarias y la apreciación cambiaria–, las privatizaciones y la política de racionalización de las empresas públicas”. Los investigadores destacan el atractivo de esa hipótesis por la aptitud de combinar elementos de los planos económico y político. Además, “la argumentación de los autores que la sostienen es sólida y convincente”, elogian. Sin embargo, observan que “en alguna medida ella parece sobreestimar la dimensión intelectual del programa económico”.
La otra hipótesis, que Müller y Rapetti avalan, promete generar ruido. La idea con la que provocan es que la hipótesis anterior “sería más el resultado de una reflexión retrospectiva que realmente una caracterización de lo que proyectaron los agentes gubernamentales”. Sugieren que “más allá de revertir algunos excesos intervencionistas del período peronista 1973-1976, tal vez la gestión Martínez de Hoz no tuvo un objetivo estratégico claro (las bastardillas son de los autores)”. Argumentan, entonces, que se trató de una gestión relativamente oportunista y cortoplacista de la coyuntura, adoptando políticas de estilo liberal por “una vocación genérica (restarle poder al sector sindicalizado y redireccionar las actividades del Estado); por una coyuntura internacional de gran liquidez y, por lo tanto, hubo presiones de los bancos para colocar créditos; y por la eventual prevalencia de intereses del sector financiero sobre el productivo”. Para concluir, Müller y Rapetti aseguran que “la gestión Martínez de Hoz no sería en sí ni definidamente liberal, ni populista, sino sencillamente oportunista”.
Se trata de un debate apasionante, pese a que a muchos les resulte muy lejano, porque esa revisión crítica del pasado puede servir para no volver a repetir esa traumática experiencia. Ensayo económico que se reiteró en la década pasada. Se puede suponer que si la política de Martínez de Hoz se hubiese comprendido en toda su dimensión, no hubiera habido una reedición, con sus particularidades, con Domingo Cavallo. O puede ser que igual se hubiera tropezado con la misma piedra. Pero, para adelante, otra vez más con esa piedra sería demasiado, ¿no?
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