BUENA MONEDA
› Por Alfredo Zaiat
“Cuando los delincuentes obtienen ganancias descomunales, recurriendo al cohecho y acumulan en secreto cantidades inconmensurables de acciones, se resquebraja nuestra confianza en la igualdad que sustenta el mercado. Y todos somos víctimas.” Cueva de Bandidos. La gran estafa de Wall Street, James B. Stewart.
¿Un escándalo multiplicado por cuatro qué categoría adquiere? Se supone que debería provocar una conmoción y sería tan abominable uno como otro. Puede especularse con que generaría un debate tan apasionado como el primero, señalando a los culpables, así como también reclamando la rectificación de la política que provocó ese bochorno. Este simple estándar del comportamiento social no es, precisamente, una virtud fácil de encontrar en el mercado financiero. En ese ámbito habitan los gendarmes de las buenas prácticas económicas y de la pureza republicana, pero aplican sin pudor la doble moral al momento de sus negocios. Se rasgan las vestiduras por la grosera intervención del Gobierno en el Indec, copamiento del departamento del IPC que merece un sonoro repudio, pero mantienen un silencio cómplice por el extraordinario auxilio oficial a los bancos por la crisis internacional.
Dos informes de consultoras especializadas en finanzas permiten cuantificar uno y otro escándalo que involucra al sistema financiero.
1. La manipulación del índice de precios al consumidor habría implicado una merma en las ganancias para los bancos por unos 1300 millones de pesos, según Andrés Méndez de Finsoport, publicó el jueves pasado El Cronista. Las entidades poseen en su cartera un monto importante de bonos que se ajustan por el coeficiente de indexación CER (equivalente al IPC del Indec). Méndez calculó que si el CER hubiera crecido en la misma proporción que la inflación en el interior del país, que el Indec reflejó por encima del IPC, los bancos hubieran contabilizado un incremento patrimonial de 1300 millones de pesos.
2. La crisis financiera internacional provocó una brusca caída de las cotizaciones de los títulos públicos. Un informe de la consultora especializada en finanzas Qualitas estimó que el impacto de la crisis en los balances de los bancos trepa a 5275 millones de pesos. Claudio Zlotnik explicó el sábado pasado en Página/12 que para evitar ese fabuloso quebranto el Banco Central salió en auxilio de los bancos al permitirles contabilizar los bonos a su valor técnico y no a su valor de mercado.
En el primer caso, analistas y operadores de la city sostienen que la alteración del IPC constituye una violación a las reglas de juego. Afirman que los tenedores de bonos están en condiciones de avanzar en juicios al Estado por la poda unilateral de rentabilidad. Incluso, definen como un nuevo default de la deuda el dibujo del CER. Explican que por culpa de esa intervención bochornosa el riesgo país se disparó, lo que implicó el cierre de la puertita de financiamiento que había abierto el mercado al sector público. Y que la única colocación que pudo hacer el Gobierno fue con la compra de Boden 2015 suscripto por Hugo Chávez, a una tasa del 10,66 por ciento anual, dos puntos por encima de la emisión anterior. Esa sobretasa es asignada a la desconfianza que se apoderó del mercado por el copamiento del Indec. Ese mayor costo quedó reflejado en el alza del riesgo país, que pasó del mínimo de 185 puntos, el 29 de enero de este año, hasta alcanzar el máximo de 517, el 16 de agosto pasado.
Resulta contundente y válida esa argumentación.
En el otro caso, en cambio, aún no se han elevado cuestionamientos tan apasionados en la city. Los bancos concentran en sus balances títulos públicos, como los Bogar 2018, el Discount y el Par en pesos, papeles que registraron caídas de hasta el 20 por ciento desde el estallido de la crisis internacional por la debacle de los créditos hipotecarios en Estados Unidos. La consultora Qualitas estimó que, en base a la tenencia de bonos a junio pasado, los bancos de capital privado debería contabilizar una pérdida de 2801 millones de pesos, mientras las entidades públicas, 2474 millones. Los bancos poseen, además, unos 60 mil millones de pesos en Lebac y Nobac, papeles emitidos por el Banco Central. Precisamente, la autoridad monetaria cambió las reglas de juego de funcionamiento del sistema, al alterar el mecanismo de valuación de esos activos, para salvar a los bancos de ese fabuloso quebranto.
Por este escándalo, una intervención arbitraria de un organismo estatal en el mercado, la city aún no ha manifestado ninguna contundente y válida argumentación.
Una simple multiplicación: 1300 x 4 = 5200. La pérdida para los financistas por el bochorno del IPC-Indec equivale a unos 1300 millones de pesos. El auxilio otorgado por el Banco Central modificando la forma de valuación de los títulos públicos en los balances significa evitar el registro de un quebranto de alrededor de 5200 millones de pesos.
Quedar atrapado de la histeria y de la doble moral del mercado es el peor pecado, luego de las experiencias desastrosas que ofrecieron los banqueros en los últimos años. Alejarse de los vendedores de espejitos de colores que circulan por la city asegura un tránsito más tranquilo, aunque los voceros tradicionales atemoricen con lo contrario. En momentos de turbulencias, y más ahora por la incertidumbre asociada a un proceso de cambio presidencial, aparecen los “hombres serios” como candidatos al Ministerio de Economía, que prometen incorporar al país al mundo –financiero–, personajes que son impulsados por el establishment como indispensables para realizar “el ajuste” necesario. Mario Blejer, el ex hombre del FMI y actual asesor del Banco de Inglaterra, y ex presidente del BCRA durante el gobierno de Eduardo Duhalde, presenta las características de ese perfil buscado por la doble moral. Con él, en la city se sienten tranquilos de que habrá uno sólo de esos dos escándalos: el multiplicado por cuatro.
“Al reflejar una época en que se pretendió glorificar el capitalismo del libre mercado, esta historia revela cómo se instaló la corrupción en los mercados financieros de los Estados Unidos, que se vieron subvertidos con fines delictivos.” Cueva de bandidos. La gran estafa de Wall Street.
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