BUENA MONEDA
El mismo pero diferente
› Por Alfredo Zaiat
Los ministros de Economía asumieron el rol estelar de los gabinetes nacionales al mismo tiempo que la crisis se iba extendiendo. Pero el poder político, o sea el Presidente, con más o menos habilidad ha marcado el rumbo principal. En muchas ocasiones se han confundido los roles por la excesiva e interesada influencia del establishment en la (de)formación de consensos sobre lo que hay que hacer para ser un “país normal”. En realidad, lo bueno o lo malo que hicieron los dueños transitorios de la poltrona del Palacio de Hacienda se debió en gran parte a la política definida en la Casa Rosada. Así fue con la dupla del parco Juan Vital Sourrouille-Raúl Alfonsín, con la del todopoderoso ministro Domingo Cavallo-Carlos Menem, con la del desangelado José Luis Machinea-Fernando de la Rúa y también con la del “no retorcido” Roberto Lavagna-Eduardo Duhalde. En cada una de esas experiencias se encuentra que el eje central de la gestión económica es política, desde el Plan Austral pasando por la Convertibilidad, y desde la búsqueda del mítico investment grade vía ajuste fiscal hasta el Plan estabilizar para entregar el bastón presidencial. No será diferente con Néstor Kirchner al mando del nuevo Gobierno. Lo peculiar es que esta etapa inicial cuenta con el mismo ministro que la anterior. Si bien con el mismo rostro, el titular de Economía se ha adaptado, por ahora, a los renovados vientos del sur.
En la vertiginosidad de las dos primeras semanas de la flamante administración se pueden detectar varias diferencias entre la gestión de Lavagna con Duhalde y la de los primeros días con Kirchner, como lo precisó con agudeza el economista Julio Gambina en una conferencia sobre coyuntura económica organizada por Apyme, el lunes pasado. Si se entendiera ese cambio, no habría tanta confusión en la city y en el mundo empresario sobre qué está pasando. En estos momentos, poco les sirven a los hombres de negocios los análisis y horóscopos macroeconómicos de los Broda. Alberto Alvarez Gaiani, por ejemplo, no hubiera cometido la torpeza de desacreditar la gestión de Lavagna con esa figura extraña de “meseta en el veranito” si se hubiera enterado de que Kirchner es el Presidente y no Duhalde.
Para estar en línea con el juego de obsesivos y detallistas de encontrar las diferencias entre dos dibujos, se plantearán siete, aunque no excluyentes pero sí que marcan prioridades, entre el plan Duhalde-Lavagna (D-L) y el de Kirchner-Lavagna (K-L):
1. D-L: el crecimiento económico iba a ser impulsado por las exportaciones y la sustitución de importaciones en un escenario de tipo de cambio elevado.
K-L: el mercado interno será el dinamizador de la actividad mediante una mejora en el consumo doméstico, alentado inicialmente por el plan de inversión de obra pública.
2. D-L: aumentar tarifas de las privatizadas por decretos, con cuatro intentos fallidos por el freno impuesto por la Justicia.
K-L: respetar la seguridad jurídica de los consumidores, revisar el cumplimiento de las inversiones de las compañías y luego definir si les corresponde un ajuste en las tarifas.
3. D-L: privatizar el 10 por ciento de la banca pública, con el Banco Nación en primer lugar.
K-L: fortalecer la banca pública, desestimando las presiones para la apertura del capital al sector privado.
4. D-L: cumplir con el FMI el compromiso de no insistir con la prórroga de las ejecuciones hipotecarias de deudores morosos.
K-L: mantener la prórroga por 90 días y encontrar una solución al problema desde el Estado sin dejar a los deudores en manos de los bancos.
5. D-L: acelerar el objetivo de incrementar el superávit fiscal para apurar un acuerdo con los acreedores de bonos en default.
K-L: promesa de un mayor superávit pero no tanto como el supuesto por el FMI. Y, en tanto, utilizar excedentes de una recaudación nominal récord para apagar incendios en las provincias.
6. D-L: aumento paulatino de salarios vía un esquema provisorio de una suma fija no remunerativa.
K-L: incorporar los 200 pesos al salario, al tiempo de abrir la discusión de los ingresos en paritarias.
7. D-L: deseo de un acuerdo rápido con el FMI apenas asuma el nuevo gobierno.
K-L: sin ansiedad, acordar con el FMI.
Si bien puede haber otras diferencias, estas siete son suficientes para empezar a vislumbrar la ruta K y estar atentos a las presiones que aspiran a desviarlo del camino.