EL BAúL DE MANUEL
› Por Manuel Fernández López
John
John Richard Hicks (1904-89) fue, tal vez, el economista más íntegro del siglo 20. Pocos de los grandes temas que aparecieron desde 1930 escaparon a su agudo ojo de investigador. Graduado en Oxford en 1926, ese mismo año comenzó a enseñar en la Escuela de Economía de Londres (EEL), adonde se convirtió desde 1929 en miembro del grupo de Lionel Robbins, reconocido como conservador, no obstante haber sido la EEL fundada en 1895 por los socialistas fabianos Sidney J. y Beatrice P. Webb. En 1930 publicó en el Economic Journal su primer artículo, sobre la indeterminación del salario en las obras de Edgeworth y Marshall. Pero el primer contacto con la fama lo produjo su libro Teoría del salario, de 1932. Poco después sorprendió a la profesión de economistas con el redescubrimiento (1934) de la ecuación fundamental de la teoría del valor, que separa el efecto de un cambio de precio en “efecto ingreso” y “efecto sustitución”. El trabajo significó, además, el rescate del enfoque de equilibrio general de Walras como técnica de trabajo teórico y, asimismo, las teorías de Pareto, algo decaídas después de su muerte en 1923. Entre tanto trabajaba el grupo de Keynes (el “circo de Cambridge”). Al aparecer la Teoría General (1936) de Keynes, Hicks reformuló todo ese sistema como un modelo walrasiano, con dos ecuaciones (demanda y oferta de inversiones y ahorro, y demanda y oferta de dinero) con dos incógnitas (ingreso nacional y tasa de interés), conocido como “modelo IS y LM”, que sería la base de todos los textos de macroeconomía. Los trabajos de Harrod y Samuelson, que destacaron el principio de aceleración como fuente de ciclos económicos, lo llevaron a elaborar una teoría del ciclo económico, que publicó en 1950. La nueva teoría del crecimiento económico, propuesta por Harrod (1939), Domar (1946) y Solow-Swan (1956) lo hicieron buscar una síntesis conceptual, que expresó en Capital y crecimiento (1965), que rehizo en parte veinte años después en Métodos de la dinámica económica (1985). Fue gran amigo de la Argentina y en particular del rector de la UBA Dr. Julio H. G. Olivera, con quien mantenía múltiples coincidencias. Nos visitó en la Facultad de Ciencias Económicas en la primera mitad de los años sesenta. El Reino Unido lo nombró caballero en 1964 y la Academia Sueca, Premio Nobel en 1972. En los próximos días, el mundo recordará el centenario de su nacimiento.
Ursula
Ursula Kathleen Webb (1896-1985) nació en Irlanda, se especializó en finanzas públicas y desarrolló una extensa carrera económica en la EEL, la Universidad de Liverpool y la Universidad de Oxford. La EEL publicaba desde 1925 la revista Economica. En 1933, en colaboración con Abba Lerner y Paul M. Sweezy, lanzó una nueva publicación destinada “a suplementar las posibilidades de trabajos nuevos sobre economía teórica y aplicada, particularmente de escritores jóvenes, y promover la discusión mediante notas cortas de un tipo que normalmente no tiene cabida en las revistas existentes. También es su objetivo publicar traducciones de artículos publicados en idiomas extranjeros, en distintas épocas y reconocidos como contribuciones notables, pero fuera del alcance de lectores ingleses”. El primer artículo del Nº 1 era, significativamente, “Pareto y la economía pura”, de Umberto Ricci, publicado en italiano en 1924 en un volumen de homenaje a Pareto. Se trataba de The Review of Economic Studies, hoy una de las principales revistas del mundo, que compite de igual a igual con el Economic Journal, de la que Ursula fue gerente editorial hasta 1961. En la EEL conoció a John R. Hicks, con quien casó en 1935, por lo que su nombre cambió a Ursula K. Hicks. El mismo año salieron de la EEL John y Ursula hacia ambientes académicos más progresistas, iniciando una desmembración del grupo de Robbins, seguidos por Nicholas Kaldor y Abba Lerner. Una de las contribuciones de Ursula Hicks fue La terminología del análisistributario (1946) adonde criticaba la utilidad de la distinción (fijada por los fisiócratas) entre impuestos directos e indirectos, y proponía reemplazarla por impuestos al ingreso e impuestos al gasto. Su libro Finanzas Públicas se tradujo al castellano y fue muy leído entre nosotros. En su parte 3, escrita en colaboración con su esposo, procuró establecer una coherencia entre los fines del gobierno y la forma en que debían organizarse las instituciones fiscales a fin de alcanzarlos. Ursula también se desempeñó como profesora visitante en universidades extranjeras y prestó servicios como consultora en misiones de asesoramiento en asuntos fiscales, en el Caribe, India y Africa. De esta experiencia nació su libro Desarrollo desde abajo, adonde explora las finanzas federales y locales, particularmente en países subdesarrollados.
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