EL BAúL DE MANUEL
› Por Manuel Fernández López
Aportes
Hace 35 años, Enrique Silberstein decía: “En la Argentina
no hay economistas; ningún libro menciona contribuciones científicas
de economistas argentinos”. Se equivocaba. Ya en el momento de escribirlo,
se reconocían valiosos aportes argentinos. Sólo en el siglo XX,
hallamos estos aportes: 1) análisis de las áreas de mercado, un
capítulo de la economía espacial, por Alberto Schneidewind y Carlos
M. Ramallo; 2) dictado del primer curso de economía matemática
en América del Sud, por Hugo Broggi y Luis Roque Gondra, en 1918; 3)
representación gráfica completa del equilibrio de mercados monopólicos,
incluida la “curva de ingreso marginal” –herramienta para
el estudio de mercados imperfectos– por el ingeniero Teodoro Sánchez
de Bustamante; 4) la primera demostración de la existencia de la función
de utilidad (1919), a partir de curvas de indiferencia, por Hugo Broggi; 5)
la elaboración por Broggi de una lógica de la preferencia; 6)
la afirmación de la insuficiencia del método de Walras para establecer
la existencia de un equilibrio general competitivo, planteada por Broggi en
1923, diez años antes que Zeuthen, Neisser y Stackelberg; 7) el análisis
de la curva de distribución personal del ingreso por el profesor Ludovico
Cavandoli, de Paraná, Entre Ríos, en 1927; 8) el desarrollo y
generalización de la curva de Lorentz y el coeficiente de Gini para medir
la desigualdad distributiva, desarrollada por el ex decano de la Universidad
de Córdoba Camilo Dagum; 9) la anticipación en 1941 por José
Barral Souto del enfoque de programación lineal; 10) el desarrollo de
los conceptos de “centro” y “periferia” por Raúl
Prebisch, en la década del cuarenta; 11) la hipótesis de Prebisch
(1949) sobre deterioro de los términos del intercambio; 12) la explicación
del ciclo en economías socialistas, por Julio H. G. Olivera (1953-60);
13) el desarrollo de un método para invertir la matriz de insumo-producto,
por Carlos E. Dieulefait (1958); 14) la fundamentación lógica
de la teoría estructuralista de la inflación, por Julio H. G.
Olivera (1958); 15) la “multiplicación afín” de Fausto
Toranzos (1962) para extender el modelo de Von Neumann a aplicaciones prácticas;
16) el teorema de Rolf Mantel sobre demanda excedente agregada; 17) la formulación
del análisis económico general en términos de la teoría
de las distribuciones, por el profesor Olivera; etc. etc.
Profesionalización
Cuándo se profesionalizó la actividad de los economistas? El primero
que intentó implantar el estudio de economía en el país
fue Bernardino Rivadavia, en 1812, sin ninguna base que permitiese concretar
sus intenciones. Volvió a la carga en 1821, al fundarse la Universidad
de Buenos Aires, y luego de haber conocido al grupo ricardiano en Londres, en
1815, y a Destutt de Tracy en París. Su fin era generar funcionarios
gubernamentales competentes, como expresó en 1824 –año en
que la disciplina comenzó a enseñarse–, a través
de abogados “enriquecidos” con tal conocimiento. La experiencia
no continuó bien, al clausurar Rosas –a través del rector
Figueredo– dicha enseñanza, por ser “de puro lujo”.
Restablecida en 1855, no se volvió a truncar, pero sólo era un
conocimiento general del abogado, excepto a partir de 1892, cuando comenzó
a enseñarse una especialidad de aplicación concreta, las Finanzas
Públicas. Tampoco la Facultad de Ciencias Económicas, creada en
1913, formó economistas, sino graduados orquesta, con algún conocimiento
de derecho, un poco de economía, un poco de matemática, alguna
materia humanística y poco más. Recién en 1956 el gobierno
requiere conocimiento económico experto y lo pide a la ONU, y a partir
de ahí se dictan cursos de desarrollo económico –que no
forman economistas completos–, se separan carreras, en 1958, diferenciando
la licenciatura en Economía, del curso de Contadores o Actuarios. En
1959-61 se crean el Consejo Nacional de Desarrollo (Conade) y el Consejo Federal
de Inversiones, que demandan masivamente economistas –ya graduados o todavía
alumnos–. Viajan los primeros estudiantes avanzados o graduados a perfeccionarse
en grandes universidades extranjeras. En 1963 funcionan una decena de centros
de investigación, en universidades o privados, que en 1965 se organizan
en torno de la Asociación Argentina de Economía Política
(AAEP, creada en 1957) y llegan a reunir a unos 400 socios. Las fluctuaciones
de la política afectan la vida del Conade, las reuniones anuales de la
AAEP y la publicación de la principal revista exclusiva de ciencia económica,
Económica. Ello incentiva crear otras instituciones y nuevas actividades,
como el periodismo económico. Con cierta exactitud, puede fijarse el
lapso 1963-65 como aquel en que, por una suma de acontecimientos, comienza la
profesionalización del economista.
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