EL BAúL DE MANUEL
Claramente no es lo mismo poseer una industria integrada que producir y exportar bienes primarios sin industrializar. Ni da igual someterse a las directivas del Fondo Monetario Internacional, que fijar de manera autónoma la política económica. A pesar de que el FMI se creó en 1944, durante sus dos primeras presidencias (1946-1955) Juan Perón no adhirió a ese organismo, y sí buscó consolidar la industria desarrollada durante la Segunda Guerra Mundial. Otro peronista, en cambio, Carlos Menem, durante sus dos presidencias (1989-1999) acató sumisamente las directivas del FMI y estableció políticas que desplazaron a la industria argentina hacia el Brasil, y actividades como la petrolera y la aeronavegación pasaron a manos privadas, por no hablar de la flota mercante. El radicalismo del '55, que en buena parte apoyó a la Revolución Libertadora, avaló la incorporación del país al FMI en 1957, y el primer gobierno radical post-peronista, de Frondizi, fue el primero en llevar a cabo un "plan de estabilización" impuesto por el FMI, con la consecuencia inmediata de una fuerte recesión. Pero el segundo gobierno radical, de Illia, rechazó terminantemente prorrogar el stand-by con el FMI, heredado del gobierno de Guido. En ambos temas la palabra de Francisco García Olano (1908-1980) fue premonitoria. "Ningún país sin industria es grande; todo país esencialmente agrícolo-ganadero no supera el estado semicolonial", escribió en 1944. Y en 1961 dijo: "En la actualidad, en la Argentina se aplica la teoría clásica, neoclásica o neoliberal. Es una teoría elaborada en los grandes centros económicos y financieros por gente de esos países que piensan en los intereses de esos países. La teoría es en gran medida una racionalización de los intereses que predominan en los países industrializados. En principio, la teoría económica no se ha ocupado de los problemas de los países subdesarrollados. Una gran parte de esa literatura observa los problemas tomando en consideración el interés político nacional de un país adelantado o de un grupo de ellos. Las viejas predilecciones del laissez faire y, en forma especial, de la tesis del libre comercio y del enfoque del equilibrio estable. Precisamente estas viejas predilecciones son las que están en vigencia en este momento en el país. Es la teoría del Fondo Monetario, que es apoyada por los neoliberales".
La extrema desigualdad de ingresos y de riqueza de la sociedad argentina a que ha sido llevada por los muchos años de crisis, con su secuela de desempleo, y por la falta de políticas compensatorias de los sucesivos gobiernos, ha creado, en un extremo, una fuerte demanda de bienes suntuarios y en el otro el reciclado y demanda de bienes de descarte. Mientras en la punta de la pirámide se ve una alta tasa de renovación de automóviles, cuyo valor es absolutamente impensable para el ciudadano corriente, en la base se accede por poca plata a autos casi destrozados, que en su momento hicieron historia: los Torino, hoy ya cachusos, que pasearon su orgullo gaucho en Nürburgring; los Falcon, hoy leones herbívoros, que supieron sembrar el terror en los años de plomo. Los conductores de unos y otros corroboran una y otra vez el tango Cambalache. Por ejemplo: en las autopistas urbanas, la máxima velocidad permitida es 100 km/h pero, en ciertas curvas, baja a 80 km. En bajadas y en cercanías al peaje, la máxima permitida cae aun más: de 100 a 60, luego a 40 y por fin a 20 km/h. Pues bien: en mi larga experiencia con la Autopista 25 de Mayo, nunca vi que se conduzca a 100 sino a 120 como mínimo. Nunca vi que un auto baje su velocidad a 60, y menos aun a 40 o 20. Los conductores no saben cuál es la derecha y la izquierda, ni por tanto cuándo deben ceder el paso a otro. Ellos arremeten. Este fenómeno de "lograr más y más rápidamente" está tan generalizado que no cabe sino inscribirlo como un rasgo cultural. Todos queremos ganar más, en el menor tiempo posible, y con el menor esfuerzo. Lograr más, a cualquier precio. Pero el precio que la sociedad paga por tener automovilistas transgresores es tener la mayor tasa mundial de muertes en accidentes de tránsito. Otra parte de la sociedad en la que culturalmente rige la norma de "ganar más, sea como sea", es en la producción de todo tipo, de bienes y de servicios, desde el servicio doméstico hasta las manufacturas de todo tipo: el trabajador no se registra, por tanto no tiene acceso a la jubilación ni a una obra social. Ese 10 por ciento que el empleador no desembolsa a favor de su empleado se convierte en ganancia, y él, en logrero, que así define el Real Diccionario: "Persona que procura lucrarse por cualquier medio". Que es nuestra cultura lo corroboran el 40 por ciento de la fuerza de trabajo en negro y la dificultad de arrancar a las empresas compromisos de no aumentar precios.
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